Los ejes centrales del texto de la vicepresidenta. Y otro día plagado de rumores y desmentidas.
El mandatario leyó la carta junto a Santiago Cafiero, que había dejado las oficinas de La Rosada para acompañar al presidente y trabajar, según informaron en Jefatura, en futuros anuncios de carácter social y económico.
La carta de Cristina llegó al final del día en el que desde Presidencia se había anunciado a los medios la aceptación de la renuncia del ministro del Interior Eduardo “Wado” De Pedro. Es que el alto funcionario formó parte de la movida colectiva de funcionarios de La Cámpora para expresar, según explicaron, el camino a seguir: todos los cargos están bajo la lupa a disposición del presidente. Acompañaron los ministros y ministras del gabinete de las provincias de Buenos Aires y de Santa Cruz.
La movida fue mediática. Apenas Martín Sabbatella de la Acumar y Juan Cabandié, ministro de Ambiente, presentaron su renuncia de manera real a través del sistema electrónico. En respuesta al mensaje por los medios, Presidencia respondió por los medios e hizo saber que le aceptaría la renuncia a Wado. Tuvo que salir Vilma Ibarra, mujer de confianza del presidente, a ordenar y aclarar que Fernández no había aceptado la renuncia de Wado ni de ningún otro funcionario.
La espuma subió y Cristina denunció la maniobra a través de su segunda carta pública, que es a su vez su tercer mensaje, si se cuenta el acto de La Plata en el que habló de «funcionarios que no funcionan». En esta oportunidad le pidió incluir al gobernador de Tucumán Juan Manzur, ex ministro de Salud, que no se lo puede considerar un hombre de cercanía de la vicepresidenta. Además, respondería al reclamo de incluir en el gabinete a una figura que no sea del AMBA.
En la carta Cristina criticó la comunicación del gobierno, la falta de información propia sobre la situación preelectoral, recalcó que ella fue la que siempre pidió las reuniones cumbre en Olivos. También dijo que el presupuesto está pisado en medio de la crisis pandémica. Pero rescató a la figura de Martín Guzmán de quien dijo: “Me comuniqué con el ministro de Economía cuando se difundió falsamente que en la reunión que mantuve con el presidente de la Nación había pedido su renuncia. Las operaciones son permanentes y, finalmente, sólo terminan desgastando al gobierno. Es increíble que no lo adviertan. Es una pena tanto daño autoinfligido”.
Después de tanta pelea pública ente las dos figuras más encumbradas del Estado, habrá que ver si hay algún encuentro presencial privado que vuelva a poner en palabras los gestos palaciegos.
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Como todo conflicto, es necesario que llegue a su pico o cúspide y luego comience a encauzarse. La carta de Cristina le pone un fin a esa escalada y ahora vienen los tiempos de acordar y laburar por el bien del Pueblo. No podemos perseguir a rajatabla el equilibrio fiscal, mientras el 50% de nuestros pibes comen mierda. Eso no es peronismo.