El texto en cuestión es tan importante como la foto ya que si bien es genérico, reclama el respaldo de todo ese arco social a dos iniciativas del gobierno: la renegociación de la deuda pública y la focalización de las ayudas y estímulos económicos en los sectores más vulnerables de la población.
Notablemente, el bosque de la emergencia social no deja ver el árbol de la lucha contra la inflación. Las políticas de contención de los precios vienen dadas, hasta ahora, más por el planteo machacón de los funcionarios que le piden a los empresarios que no los suban, que por definiciones vinculadas a la concentración de la oferta, algo que el actual equipo económico considera relevante.
Precios Cuidados es un emergente de este método de hacer las cosas: arduas negociaciones a varias bandas con empresarios a fin de que el programa actúe como un semáforo para los demás precios.
Pero, al menos por ahora, no hay conocimiento de más medidas antiinflacionarias. El ministro de Economía, Martín Guzmán, ha prometido que presentará por escrito un plan integral.
En donde el gobierno se muestra más aceitado en su funcionamiento es en el alivio. El Ministerio de Desarrollo Social ya puso en marcha la tarjeta alimentaria y en el gobierno prometen que en enero estará listo el programa de reintegros a las compras con tarjeta de débito, que apunta a la misma población: jubilados que cobran la mínima y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Este sector también comenzó a cobrar, desde este viernes, el primero de los dos bonos implementados con la Ley de Solidaridad.
El alivio también avanza con el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, primero con el gas y la luz, y después con la del transporte público.
La magnitud y la profundidad de la crisis social, con todo, puede hacer parecer estas iniciativas como escasas, más cuando los jubilados que cobran por encima de 19 mil pesos no recibirán el bono, o el incremento de salarios por decreto no recuperará lo perdido en estos años.
Y también cuando, al mismo tiempo, van combinadas con guiños hacia los sectores que claramente fueron los ganadores de la experiencia macrista. El caso de las petroleras -a las que se les incrementó en un mínimo las retenciones- es el más claro, pero también vale para el conjunto de la clase empresaria, que ya ve como derecho adquirido la reducción de Ganancias o el pago de las contribuciones a la Seguridad Social. «
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