El presidente le dedicó buena parte de su dicurso para destacar la necesidad de reformar la justicia. Y sostuvo que el fallo contra CFK buscó su inhabilitación política.
Apenas llegó el presidente al Congreso las miradas se dirigieron al saludo de recibimiento con Cristina. No se veían en público desde el día en que en Tecnópolis salió eyectado Matías Kulfas del gabinete, el 3 de junio de 2022. Luego se vieron en privado en la casa de la vicepresidenta tras su atentado, el 1 de septiembre. “Hace seis meses estuvimos frente a uno de los episodios más desgraciados vividos en estos cuarenta años como fue el intento de asesinato de nuestra vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Frente a todos ustedes, vuelvo a exigir hoy a la justicia que profundice la investigación de aquel hecho, que juzgue y condene a quiénes fueron los autores materiales e intelectuales de ese intento de homicidio. Le pido a la justicia que actúe con la misma premura con la que archiva causas en las que jueces, fiscales o empresarios poderosos asoman como imputados”, dijo el presidente apenas empezó su discurso. El dardo fue directo al juez Sebastián Ramos, el magistrado que archivó la causa que investigaba la relación entre la Corte y el gobierno porteño, y la magistrada María Eugenia Capuchetti que tiene a su cargo el atentado contra CFK.
Lo escuchaba atento Horacio Rodríguez Larreta, uno de los pocos mandatarios que se acercó al Palacio Legislativo, junto con los gobernadores Alberto Rodríguez Saá, de San Luis, Sergio Zilliotto, de La Pampa, Gustavo Bordet, de Entre Ríos y Raúl Jalil, de Catamarca, Gerardo Zamora, de Santiago del Estero. No estuvo el bonaerense Axel Kicillof. Según contaron fuentes de la gobernación a Tiempo, se retrasaron las actividades del inicio lectivo y se mezcló con el cierre de la paritaria docente. Tampoco estuvo el diputado Máximo Kirchner, quien el día anterior había hecho un contundente discurso antes de que se aprobara la nueva moratoria jubilatoria.
En los palcos de invitados se repitió la misma metodología que se da todos los años. Un balcón lo compartieron los referentes de derechos humanos, como el secretario del área Horacio Pietragalla, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, Carlos Pisoni de H.I.J.O.S., y la madre de plaza de mayo Línea Fundadora, Vera Jarach. En otro de los palcos estuvo Hugo Moyano junto con los dirigentes de las organizaciones sociales cercanas a Alberto, como Luis D’Elía, Daniel Menéndez, de Barrios de Pie y Esteban “Gringo” Castro, titular de la UTEP. En el palco de al lado estaban los triunviros de la CGT Héctor Daer y Carlos Acuña.
Entre los empresarios presentes estuvieron Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, y los presidentes de las empresas estatales Pablo González, de YPF, y Pablo Ceriani, de Aerolíneas Argentinas. A ellos les dedicó un párrafo en contra de las intenciones privatizadoras de la oposición.
La mayor tensión fue alrededor de los supremos, quienes se mostraron inmutables ante cada mención del presidente. Alberto manifestó la intención desde un primer momento de su gobierno de reformar el Poder Judicial a través de leyes que naufragaron en el Congreso. El presidente criticó la vocación de los cortesanos de inmiscuirse en el Poder Ejecutivo, pero también en el Legislativo.
Sin mencionarlo de manera expresa, el presidente habló del lawfare. “Fui yo, con mi moderación, el que se empeñó en que la democracia se expanda y respete en toda la región. El que estuvo al lado de Lula cuando injustamente lo apresaron. El que estuvo al lado de Evo Morales cuando un golpe de Estado le arrancó el poder que su pueblo mayoritariamente le había dado. Y el que reclama y hace todo lo republicanamente posible desde hace años para que la Justicia argentina vuelva a abrazar al derecho y deje de servir a factores de poder persiguiendo a quienes representan el pensamiento popular”, dijo a poco de comenzar.
Luego profundizó su crítica. “Mientras que muchas provincias necesitan realizar obras que permiten asegurar servicios tan esenciales como el agua potable para sus habitantes, la Corte Suprema de Justicia aseguró cautelar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden contrariando la ley de coparticipación vigente. Le quita dinero a los que más necesitan y destina esos mismos recursos a la ciudad más opulenta del país”.
Pero el señalamiento más fuerte llegó cuando habló de la condena de Cristina. “Hace unos meses esta organización coronó su actuación con una condena en primera instancia a la Vicepresidenta de la Nación. Lo hicieron tras simular un juicio en el que no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política”, sentenció.
En ese tramo, los legisladores de la oposición gritaban con todo el caudal de sus gargantas y por momentos tapaban el discurso presidencial que se propalaba desde los parlantes del recinto; mientras el mandatario habló de las mesas judiciales que armaban con recursos estatales para perseguir a “periodistas, a políticos opositores y hasta a sus propios compañeros”. “No pretendan ahora dar lecciones de institucionalidad y fervor democrático. Solo quiero dejar en claro quien respeta la República y quién no”, dijo.
Entre los diputados más virulentos se destacaron Cristian Ritondo, que cantaba “para Alberto, la reelección”, Fernando Iglesias, quien se retiró del recinto, y Sabrina Ajmechet.
Otra de las características del discurso fue la inclusión de once historias de ciudadanos y ciudadanas que se vieron beneficiados por algún tipo de política pública de este gobierno. Sentados juntos en el palco frente al estrado presidencial, fueron enfocados por las cámaras. Según contaron desde Presidencia, esta idea surgió del propio Alberto, quien fue el principal redactor del discurso, junto con el vicejefe de Gabinete Juan Manuel Olmos y el secretario general de la presidencia Julio Vitobello.
Si bien Alberto destacó que desde 2008 no había habido tres años consecutivos de crecimiento del PBI, reconoció que la inflación y los bajos salarios son un problema que persiste. No dio pistas sobre cómo combatirlos. Mencionó a Sergio Massa cuando dijo que no hacía falta el FMI para saber que hay que bajar el déficit fiscal.
Afuera, en un día de sol agobiante, había un grupo con pancartas del ministro y dirigente del partido de San Martín, Gabriel Katopodis, y del intendente de Hurlingham Juan Zabaleta. También había pegados carteles de Cecilia Moreau junto con Cristina. No hubo carteles proselitistas de Alberto Fernández.
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El discurso enfrentando a la Corte y reclamando a la justicia por la condena sin pruebas a Cristina, no fue escuchado in situ por Máximo K. que dejó su banca vacía como un opositor más. Con actitudes así, el FdeT se rompe y no hay chance alguna de frenar a la derecha.