La sesión que no se pudo realizar este martes en el Congreso dejó al desnudo la ebullición del principal bloque opositor. Los riesgos que corre el gobierno si no le concede algo a los gobernadores.
El bolsillo, junto al temor de afrontar el año que viene sin presupuesto, fueron las dos glándulas sensibles que exprimieron los operadores de la Casa Rosada y de la Cámara de Diputados antes de la sesión de este martes. Será recordada como la sesión que no fue, pero también como el momento donde más quedaron expuestas las limitaciones que tiene el principal bloque opositor en la Cámara Baja.
El conglomerado que conduce Germán Martínez arrancó 2024 con 102 voluntades, pero el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo fue el primero en impulsar una separación inaugural en la era Milei. Así nació el bloque Independencia con los tres diputados del peronismo tucumano reunidos en un bloque aparte. UxP quedó con 99 voluntades, repartidas en, al menos, 10 agrupamientos distintos que reflejan las tribus de un panperonismo en ebullición, un archipiélago cuyo poder es directamente proporcional a la capacidad de mantenerse unidos o de sucumbir al calor de ofertas que apuntan a cambiar la cohesión a cambio de negociaciones presupuestarias signadas por la escasez que impone el déficit cero. Sacar los pies del plato es un riesgo que late desde que Jaldo tiró la primera piedra. Un camino que otros gobernadores, como el catamarqueño Raúl Jallil, han decidido continuar sobre un sendero que el gobierno construye al calor de promesas. Hasta ahora no han salido de la sobreventa de expectativas.
El riesgo del desgranamiento ha estado presente como una sombra para el peronismo desde comienzos de año. Para la Casa Rosada, y para el presidente de la Cámara Baja, Martín Menem, ha sido una cuestión de fe, casi un objetivo estratégico. Muy parecido a la exploración que hizo Mauricio Macri durante sus cuatro años como inquilino de la Casa Rosada para conseguir la mayor fragmentación posible del peronismo en el Congreso y en cada provincia.
Los faltazos del martes, que dejaron a UxP sin posibilidades de garantizar el quórum necesario, despiertan lecturas divergentes en las entrañas de la bancada panperonista. La más escuchada es que el martes se blanqueó una situación que se viene conteniendo desde principios de año. Otros creen que se llegó a ese punto después de las presiones de la Rosada y los más experimentados agregan que las falencias de UxP son el derivado de una nueva articulación para los aliados esquivos del oficialismo. La fractura del bloque radical sinceró una parte de la escena. Los 12 que se fueron y conformaron Democracia por Siempre avanzan en la articulación opositora, pero los 20 que se quedaron, encabezados por Rodrigo de Loredo, ahora juegan como socios activos de un dispositivo de poder que conduce el oficialismo. El PRO también afrontó su cisma, pero a pesar de las diferencias, las desconfianzas y los amagues, el partido amarillo no ha puesto hasta ahora en crisis su respaldo al Gobierno, incluso ahora, que busca condicionarlo con nuevas exigencias, como el reclamo de llevar al recinto la ley de ficha limpia, un tema que a los funcionarios de la Casa Rosada no les entusiasma.
El punto de fuga de las especulaciones peronistas se disparó el martes por la mañana. El bloque de UxP, junto con radicales opositores y Encuentro Federal, calculaba unas 134 o 135 voluntades para llegar al cuórum y asestarle una derrota considerable al gobierno. El menú era doble y, para algunos legisladores, ahí radicaba el principal problema. El pedido de sesión apuntaba a tratar la reforma de la Ley 26122, que regula los DNU, y también pretendía rechazar el DNU 846/24, que desde el comienzo de la primavera le permite al gobierno reestructurar deuda sin pasar por el Congreso ni cumplir con el artículo 65 de la Ley de Administración Financiera. No es un punto menor. Le exige a los negociadores que consigan mejor plazo, menos intereses y quita de capital. En el oficialismo creen que la decisión de sumar el 846 aceleró la negociación por el Presupuesto 2025, aunque otros tienen una interpretación alternativa. Creen que ante la ofensiva opositora para hacer caer un decreto clave para la reestructuración de deuda el Gobierno ahora sí quiere sacar un Presupuesto cuando estaba especulando con no sancionar un plan de cuentas nacionales y transitar el año que viene con una segunda prórroga del último presupuesto que votó el Congreso, es decir, el que tuvo Alberto Fernández en el último año de su mandato.
Hasta la mañana del martes, los cálculos opositores contabilizaban 135 voluntades y el peronismo apostaba a una presencia casi completa de sus 99 escuderos. Testigos privilegiados de esos momentos aseguran que, en menos de tres horas, hubo 11 o 12 bajas para el cuórum. Casi en un ataque relámpago, comenzaron a surtir efecto las presiones organizadas por el gobierno. También impactaron duramente en el peronismo. De los 99 integrantes faltaron nueve: los cuatro que responden al gobernador catamarqueño Raúl Jalil, la neuquina Tanya Bertoldi, los mendocinos Liliana Paponet y Adolfo Bermejo, el santiagueño José Gómez y el jujeño Guillermo Snopek.
En el bloque de UxP relatan los intentos que hizo el presidente de la bancada, Germán Martínez, para evitar que Jalil arrastrara a sus cuatro diputados. No hubo cuchillos bajo el poncho porque avisó el sábado que el cisma podría extenderse a todos los catamarqueños del bloque panperonista. Casi como los radicales, Jalil opina que no deben someter a Milei a una fragilidad institucional en el Congreso. Las ausencias confirman que no pudieron hacerlo cambiar de opinión sino que la decisión del mandatario fue jugar a fondo y no desmarcarse. Cerca de Menem y de Karina Milei aseguran que se viene el momento de mayor prosperidad económica del país y que los gobernadores no quieren quedar afuera. El subtitulado dice otra cosa y así se pudo escuchar de quienes recibieron llamados casi extorsivos. Si hacen caer el DNU, olvídense de todo lo que hemos pactado hasta ahora, fue el mensaje que le adjudican a los libertarios ante interlocutores provinciales. Nunca dejaron de pensar que Milei no quiere presupuesto para 2025, pero al parecer ven una ventana.
Por fuera del cisma catamarqueño, se multiplican las versiones. Tanto Bertoldi como Paponet habrían pegado el faltazo por problemas de salud de familiares cercanos, mientras que el santiagueño afronta un tratamiento médico delicado. La lista de justificativos sigue con Bermejo, a quien le adjudican un compromiso familiar impostergable
Sólo el tiempo revelará si la lista de dificultades personales son reales o encierran un nivel mayor de discrepancias internas. Ese puñado variopinto de faltazos personales y también políticos dejaron la sesión sin cuórum y al peronismo enfrentado con una debilidad arrastrada desde principios de año. La foto podría haber sido peor porque hay otros gobernadores que habrían accionado su botonera si esos nueve no llegaban a marcar la cancha, por la razón que fuera.
«Nuestra propuesta de sesión era potente y realmente tenía el poder suficiente como para beneficiar a los gobernadores en vez de perjudicarlos», reflexionó un integrante de la bancada panperonista. En su razonamiento, apuntar al DNU 846 obligaba al gobierno a pasar por el Congreso para reestructurar la deuda y forzar una negociación presupuestaria. En algunas provincias no peronistas acotan que las amenazas del gobierno tenían otro punto más sensible: negarles el aval de la Nación para tomar nueva deuda en el exterior. De un modo u otro, el argumento para justificar la embestida contra ese decreto no sumó adherentes y, posiblemente, abrió una brecha para que las advertencias de la Rosada trocaran en aprietes, advertencias y posteriores faltazos durante el martes.
La hoja de ruta opositora dejó algunos saldos que no pasan inadvertidos para sus protagonistas. Antes de la fractura del radicalismo en tres partes, el bloque de la UCR llegó a articular con Encuentro Federal y el peronismo la aprobación en Diputados de las leyes de movilidad jubilatoria y presupuesto universitario. El Senado las sancionó y Milei las vetó. Cuando llegó la posibilidad de insistir con las normas y rechazar los dos vetos, la articulación opositora tocó un techo porque el oficialismo consiguió blindar los vetos. Con apoyo del PRO y el surgimiento de los radicales «con peluca» consiguieron el tercio de los presentes que impedía a la oposición llegar a los dos tercios necesarios para la insistencia.
Más allá de las sombras, en el peronismo reivindican las luces, como la caída en las dos cámaras del DNU que ampliaba en 100.000 millones de pesos los fondos reservados para la SIDE. Otro hito, que sólo quedó en el Senado, fue el rechazo al DNU 70/23 que, entre otros cambios, derogó la Ley de Alquileres. En Diputados no prosperó y seguirá durmiendo porque la oposición dialoguista (UCR, PRO, EF) no tiene el menor interés en meterse nuevamente en el berenjenal de los alquileres y mucho menos volver a soportar las presiones y ofertas del mercado inmobiliario. Ya cedieron, el tema está cerrado y darle el tiro de gracia al 70/23 aparece lejos. Un paso en falso del panperonismo en este tema podría originar que el tiro les salga por la culata y que el DNU sea finalmente ratificado. Seguirá en pie porque sólo lo rechazó el Senado y en Diputados no será tratado. La síntesis de semejante revés fue impulsar la reforma de la Ley 26.122 para que deje de exigir la intervención de ambas cámaras para rechazar un DNU y habilite la anulación cuando la negativa de uno de los dos recintos o cuando hayan pasado 90 días sin que haya sido tratado. Era el otro tema caliente de la sesión que no fue.
«Vamos a seguir intentando, tema por tema, sesión por sesión», vaticinan en la bancada panperonista mientras ven como se avecina el tramo final para saber si habrá una negociación sostenible de Presupuesto 2025 o si es otro rodeo para volver al punto de inicio. Este jueves habrá una nueva reunión de la comisión de Presupuesto, que no sesiona hace dos semanas, y el oficialismo trabaja para conseguir un dictamen el próximo martes. Dos días después llegará el 21, la fecha elegida por el panperonismo para pedir una nueva sesión y volver a intentar la caída del DNU 846 y la reforma de la Ley 26.122. Si el gobierno no mantiene la credibilidad de la negociación que forzó esta semana, los faltazos podrían transformarse en desquite y votos en contra.
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