El fallido comprador de Tiempo Argentino en los albores del gobierno de Cambiemos, Mariano Martínez Rojas, consiguió abrir una cuenta como cliente “plus premium” en una sucursal del Banco Patagonia, gracias a la referencia que dio un empleado jerárquico de la institución financiera, quien fue despedido cuando la maniobra salió a la luz.
Las irregularidades en torno a la situación de Martínez Rojas saltaron a la luz cuando abrió la cuenta como “cliente BT 106009032”. La evaluación de su riesgo crediticio arrojó como resultado “datos no recomendables para su toma como cliente en virtud de sus malos antecedentes financieros, que de haber sido detectados -como le correspondía- jamás hubieran permitido el ingreso al Banco como cliente”. Para completar el cuadro, el reporte bancario sostiene que, además, “se detectó documentación apócrifa”.
Martínez Rojas ya fue condenado por actos de violencia vinculados con los dos medios de comunicación que supuestamente le había comprado a Sergio Spolski: Tiempo Argentino y Radio América. Su defraudación y agresión a los trabajadores ocurrió en 2016, pero su historia económico–financiera negativa es anterior, según se desprende de la documentación judicial.
Alertas Martínez Rojas
El gerente de la Sucursal Botánico-Plaza Italia del Banco Patagonia, Sebastián Carello, fue despedido por “pérdida de confianza” justamente por haberle abierto las puertas de la entidad a Martínez Rojas. El fallo de la Cámara Laboral que confirmó el despido con causa fue publicado por el portal especializado en temas judiciales Justiciadeprimera.com.
La declaración de una de las empleadas del banco describió toda la situación. Cuando apareció el nombre de Martínez Rojas, hubo una consulta interna en el banco porque “se le estaba tratando de otorgar un préstamo”.
“Tenía varias consultas en Nosis; como en nuestro sector tenemos contactos con otros bancos también, me pide que revise los antecedentes de un cliente recientemente vinculado al Banco Patagonia en sucursal Botánico, Mariano Martínez Rojas. Me fijo que tenía varias consultas de otros bancos, empiezo a hacer unos llamados telefónicos en otras entidades para ver por qué no les habían dado el préstamo. No me acuerdo de memoria cuáles eran: Galicia, BBVA Francés, Santander, tenía varias consultas. El Santander por ejemplo porque estaba bastante endeudado y era una cuenta de reciente apertura. En función de eso empiezo a googlear el nombre, a buscar antecedentes, y lo vinculaban con estafas en la provincia de Corrientes, con ventas de autos y algunos diarios hacían mención a que tenía causas pendientes en la provincia de Corrientes. Entonces llamé a Corrientes, al juzgado, y me dijeron que había dos denuncias por estafas por cheques sin fondos”.
El amigo gerente y los testaferros
El crédito a Martínez Rojas fue rechazado. ¿Cómo se había vinculado el empresario, aún hoy preso, con la sucursal bancaria? A través del gerente, quien dijo “haberlo conocido a través de su suegro, que trabajaba en un casino de Corrientes y que se lo habían presentado en una reunión familiar. (…) Dijo que Mariano Martínez Rojas era comerciante y que asesoraba empresas en inversiones, como por ejemplo a Pérez Companc; que tenía unas oficinas en el palacio Alvear, creo que era, pero que había visitado las oficinas y se lo veía como una persona importante; y que a raíz de ese contacto con Martínez Rojas, había vinculado otros clientes a la sucursal”.
De acuerdo con la investigación interna, los “referenciados” parecían sus testaferros. “Se había tratado de cuentas que las administraba una sola persona, pero que estaban a nombre de otras, como testaferros, y aproximadamente eran once cuentas”.
Otro dato que llamó la atención fue que un cheque emitido por Martínez Rojas había sido endosado por el apoderado de una de las cuentas que había sido cerrada en 2012.
“Esas cuentas que se habían cerrado en 2012 y tienen esta alícuota reducida, a veces se usan como ‘cuevas’, para cambiar cheques. Por eso los cheques que se depositan no tienen relación con la actividad, se cambian cheques”, declaró la testigo en el juicio laboral.
El banco decidió cerrar la cuenta, pero previamente debía cobrar la deuda que Martínez Rojas ya mantenía con sus tarjetas de crédito, “que estaban como en sesenta y pico mil de pesos, esto en 2015, si se cerraba con el saldo, eso no lo recupero más”. Al cambio de la época, Martínez Rojas debía unos siete mil dólares.
«Era demasiado»
En cuanto a los requisitos con que fueron abiertas las cuentas “se registró documentación apócrifa”, en especial “que las presentaciones de ganancias no tenían que ver con la presentación, los dígitos verificadores no coincidían, y nunca le daban saldo a pagar, siempre el saldo a pagar era cero. Las personas que estaban como titulares de las cuentas eran `prestanombres’, porque el volumen que operaba la cuenta no tenía que ver con el perfil patrimonial de esa persona. Eran personas que no estaban bancarizadas, que operaban cinco millones de pesos y de repente vivían en un conventillo de La Boca”.
El meollo de la supuesta defraudación eran las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI). “La operatoria de todas las cuentas era depositar cheques, una vez que se acreditaban a las 48 horas, se hacía -un pago de importación; se frenaron algunos pagos de importancia; como en ese momento las DJAI estaban rechazadas, se liberaban con una medida cautelar, que siempre era el mismo juzgado, la firmaba la misma jueza la cautelar», declaró una testigo, según consta en el fallo laboral. “Así se liberaba el pago al exterior”. Un mecanismo similar al que ocurre en la actualidad.
La Cámara Nacional del Trabajo revocó el fallo que había ordenado indemnizar al ex gerente bancario. Era demasiado.