Dos exgerentes de la automotriz se sentarán desde este martes en el banquillo por el secuestro y torturas a 24 obreros.
«Para el proceso de Memoria, Verdad y Justicia es muy importante que se haga el juicio por la Ford porque será una de las primeras veces que se va a poder lograr enjuiciar a civiles. Porque aunque esté re gastada la palabra cívico-militar, es cierto: el golpe de Estado lo hicieron los civiles, que blanquearon millones y millones de pesos», dice Propato.
Las audiencias por la causa Ford comenzarán este martes con los jueces Mario Gambacorta, Osvaldo Facciano y Diego Barroetaveña en San Martín, los fiscales Jorge Auat y María Ángeles Ramos, y los abogados querellantes Tomás Ojea Quintana y Elizabeth Gómez Alcorta.
El contexto del debate no es auspicioso: será el primero en sentar en el banquillo a los dos gerentes luego de que la Sala III de la Cámara de Casación con la firma del macrista Carlos Mahiques anulara en octubre la única condena a un empresario: el salteño Marco Antonio Levín, dueño de La Veloz del Norte, sentenciado a 12 años por el secuestro y torturas a un delegado.
Detrás de esa decisión de la Cámara, el TOF5 de Capital absolvió en la causa ESMA III al exsecretario de Hacienda de la dictadura Juan Alemann. Pocos antes, el 24 de noviembre, con un fallo que las querellas consideraron escandaloso, el Tribunal de San Martín absolvió al militar de inteligencia Félix López Fader y condenó a 4 años y dejó libre al exgeneral Eduardo Alonso, acusados por homicidios, secuestros y robo de bebés.
¿Cree que el contexto actual va a influir en el Tribunal?
Yo voy siempre a los juicios. El juez Barrotaveña es muy inclinado a la derecha. Ya tuvimos una reunión y nos pidió que aflojemos con la presión de la gente afuera del juicio. Justamente eso es lo importante, que haya presión. En el último juicio a López Fader lo dejaron libre de culpa y cargo, y al general de Brigada que le rajó un tiro a uno en Villa Adelina también lo dejó en libertad. La verdad es que yo no tengo mucha fe.
Pero dos gerentes van estar sentados en el banquillo de los acusados…
Los vamos a sentar y vamos a decir todo ahí. Yo quisiera ver cómo van a hacer para decir que no sabían sobre las torturas que tuvimos en la fábrica. Porque las empresas se desentienden y dicen que no sabían. Pero a nosotros cinco nos chuparon dentro de la fábrica y lo supo todo el mundo. ¿Cómo van a explicar eso?
La causa Ford tiene una larga historia de dilaciones. La investigación, que comenzó hace más de una década, se ralentizó cuando llegó a los Tribunales de San Martín. En 2013 la jueza Alicia Vence elevó el expediente a juicio y procesó a tres directivos por entregar al Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo datos personales, fotos y domicilios de los trabajadores, y haber permitido que se montara un centro clandestino en la fábrica.
El año pasado murió el gerente de Relaciones Institucionales Guillermo Galárraga. Tenía 93. El inicio del juicio estaba previsto para marzo de 2017, pero fue postergado para noviembre. Al final, comenzará al filo de la feria. De las víctimas sólo 12 llegaron al juicio.
«Me parece que la idea fue esa: estirarlo y estirarlo para que desaparezcan estos tipos y ahí desaparece todo, porque no se por qué, no se puede juzgar a la empresa. Pero si el tipo era gerente de Ford fue la empresa la que nos hizo mierda a nosotros», dice Propato.
¿Tiene expectativas?
No estoy muy seguro. La defensa ya pidió que los acusados no concurran a todas las audiencias porque están muy avanzados en la edad. Son viejitos, sí, pero unos viejos que nos hicieron mierda. Pero ellos siguieron la historia: Sibila llegó a ser jefe de Seguridad en la Embajada de EE UU. Y Riveros fue el cerebro. Pero lo importante es que quede que nosotros pudimos juzgar a la empresa y hacerle un remiendo en su investidura.
El 13 de abril de 1976 ocho militares lo secuestraron en su puesto. A patadas y culatazos lo tiraron por la escalera, lo maniataron con un alambre y lo arrojaron en la caja de una F100 en la que había otros cuatro trabajadores. Los llevaron al quincho de la planta. «Entramos a las 11 y media de la mañana y salimos a las 11 de la noche. Estuvimos continuamente bajo tortura. Nos dieron con picana, golpes, con todo. Había picana y elásticos de cama. Eso era una sala de tortura», reconstruye.
Luego estuvo secuestrado en la comisaría de Tigre, preso en Devoto y en Sierra Chica. Salió en septiembre de 1977 y estuvo con libertad vigilada hasta 1983. Al mediodía del mismo día que lo detuvieron llegó a su casa un telegrama que lo intimaba a presentarse a trabajar al día siguiente o sería despedido por abandono del puesto. «Hoy mi hija tiene 43 años. Aprendió a caminar en Sierra Chica. Le cagaron la vida a tres generaciones: a los padres, a nosotros y a nuestros hijos. Y no terminó en el ’77 porque después no conseguíamos trabajar de nada. Ojalá se haga justicia», concluye. «
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