El gobierno minimiza los condicionamientos que puso el líder del PRO para facilitar la sesión. Dicen que las encuestas le dan menos de 10 puntos y capitalizarán la caída del macrismo.
El miércoles el Gobierno pudo blindar un segundo veto presidencial y, además de negociar con los gobernadores, tuvo que ofrendar gestos exigidos por el PRO dentro de un rosario de quejas. Sin embargo, haga lo que haga Macri para mejorar el vínculo inestable con Milei, nada detendrá el plan del oficialismo para evitar un acuerdo electoral nacional con el PRO el año que viene. Hay distritos donde La Libertad Avanza podría ceder por la necesidad, pero hay otros donde buscará doblegarlo o, directamente, prescindir de ese aliado por ahora estratégico.
La sesión del miércoles pasado implicó un revés relevante para la oposición que apostaba a conseguir los dos tercios necesarios, insistir con la ley de financiamiento universitario y rechazar el veto. Sucedió lo contrario. Alcanzaron a reunir 160 respaldos cuando necesitaban 166. El oficialismo, junto al PRO y un puñado de voluntades provinciales, juntó 85 y llegó al tercio.
El abanico de votos implicó negociaciones con gobernadores peronistas y aliados esquivos, pero el macrismo pudo ordenar su estado asambleario y se encolumnó detrás del veto. Macri quedó como el respaldo clave y el impulsor del apoyo mayoritario del bloque, pero el debate interno habla de otra cosa. Los diputados del PRO provenientes de distintas provincias volvieron a recriminarle porteñocentrismo.
Cuestionaron enterarse de las decisiones finales a través de las redes, como pasó con el comunicado que difundió el partido antes de la sesión. A pesar de los reproches, a los legisladores macristas les pasa lo mismo que a Macri: negocian con el Gobierno atenazados, entre el temor de diferenciarse y debilitar a Milei y que eso fragilice aún más la relación con la misma base electoral que comparten y se disputan.
Milei pudo blindar el veto gracias al PRO, con Macri a la cabeza, y el expresidente demostró que tiene chances de condicionar al Gobierno en momentos de extrema fragilidad. En otros planos la relación sigue igual. Los pedidos del PRO siguen en el olvido y, a pesar del diálogo que tuvo la semana pasada con el estratega Santiago Caputo, Macri no logra relanzar el vínculo con el Gobierno. En la Casa Rosada niegan ser necios y admiten que la fuerza que el PRO y la UCR parecen tener dentro del Congreso para condicionar al oficialismo, no la tienen en las encuestas ni en los territorios.
El Gobierno cerró bien el miércoles una negociación espasmódica, pero la recondujo al fin, más allá de los costos políticos que se avecinan por la escalada del conflicto universitario. Los que no cerraron bien fueron los aliados más cercanos y a veces esquivos del Gobierno. El PRO se sigue desdibujando al calor del respaldo a Milei y la UCR queda aún más enredada en el cisma que la atraviesa y que podría derivar en la ruptura del bloque.
La tensión va más allá del Palacio Legislativo y tiene el mismo disparador en la Provincia de Buenos Aires: la confrontación entre quienes se oponen al Gobierno y reducen sus respaldos, liderados por el porteño Martín Lousteau, y los que quieren profundizar el apoyo legislativo y político desde el radicalismo. Es el mismo mar de fondo de la interna por la conducción del Comité bonaerense de la UCR, que esta semana escaló con acusaciones de fraude, sospechas y dos aspirantes que se autoproclamaron ganadores: el diputado provincial Pablo Domenichini y el exintendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández.
A pesar de los dos díscolos y los arrepentidos silenciosos, la mayoría del PRO respaldando el veto universitario confirma una preocupación de Macri: que Milei lo reemplace y lo suplante en la base electoral que alguna vez lo entronizó y que ahora cada vez le da la espalda con más determinación. En encuestas privadas que se pueden leer en despachos oficiales, la marca del PRO tiene una presencia muy acotada en distritos como la Provincia de Buenos Aires. A nivel nacional se repite la misma pequeñez: nueve puntos de adhesión, con el único atenuante de estar mejor que la UCR, que aparece con dos o tres puntos.
La presencia de los socios inestables del Gobierno en las encuestas confirma que las correlaciones de fuerza dentro del Congreso no representa lo que sucede en la opinión pública. Resta saber cuál será el impacto de la agudización del conflicto universitario, pero hasta que eso se cristalice, el gobierno cierra una semana con el segundo veto blindado en Diputados, una tasa de inflación del 3,5%, que no sucedía desde noviembre de 2021 y una buena que vino de Washington, con la decisión del directorio del Fondo de reducir la sobretasa que paga Argentina, con un impacto que beneficiará al país durante el mandato de Milei.
Estos saldos ponen en otro lugar a la Casa Rosada ante las negociaciones que se vienen. La negociación para blindar el veto universitario anticipó los diálogos con los gobernadores, que están muy atentos a cada movimiento que se realice dentro de la Comisión de Presupuesto de la Cámara Baja. La conduce José Luis Espert y tiene en sus riendas los tiempos del tratamiento del Presupuesto 2025. Esta semana expusieron los secretarios Carlos Guberman y Pablo Quirno, pero la semana que viene hablarán los gobernadores de Juntos por el Cambio.
El mendocino Alfredo Cornejo, el santafesino Maximiliano Pullaro, junto al entrerriano Rogelio Frigerio y el chubutense Ignacio Torres plantarán sus diferencias, algunas de ellas que datan de principios de año. Reclamarán el pago de los fondos que la ANSES no manda desde diciembre a las cajas jubilatorias provinciales no transferidas a la nación para pagar la compensación del Pacto Fiscal de 2017 y rechazarán que la Nación traspase obras a las provincias con deudas. Además van a discutir las asignaciones específicas de algunos impuestos y también le reclamarán al Gobierno que coparticipe la caja de Aportes al Tesoro Nacional (ATN).
Los planteos reflejan el nivel de las diferencias que los gobernadores del PRO y de la UCR tienen con el Gobierno. Son parte de la misma tenaza que los acorrala en el Congreso, porque en sus provincias después afrontan un costo político peor con sus votantes, que también votaron a Milei. Los respaldos conseguidos por el oficialismo para blindar el veto universitario también dejaron otro dato inquietante, tanto para el PRO, la UCR como para Unión por la Patria.
En la Casa Rosada sostienen que es más fácil negociar con los gobernadores peronistas que con los de JxC. También se ríen del apoyo «por última vez» que Macri impulsó para bancar el veto. La estrategia de Macri asoma errática y sigue estancada sobre los resultados que le reclama a Milei. Al presidente, por el contrario, cada concesión a regañadientes del macrismo lo fortalece y profundiza el proceso de absorción que hace del PRO.
Macri buscó fortalecer su posición en un nuevo momento de debilidad del oficialismo, pero sabe que por delante tiene fragilidades muy importantes. Los malos números de las encuestas y los movimientos de Karina Milei anticipan que la pelea que viene será cruenta.
La hermana del presidente relanzó hace dos semanas en el porteño Parque Lezama, el viernes pasado estuvo en La Plata y sigue repitiendo que no necesitan de otros. El mensaje parece estar concentrado en distritos que son muy sentidos para Macri, como la Ciudad de Buenos Aires, donde el alcalde Jorge Macri también forma parte de los números sombríos que tiene el PRO en las encuestas. Su gestión sigue sin arrancar y lleva diez meses como jefe de Gobierno.
Quizás sea la fatiga de los materiales, o el desgaste de la repetición del apellido Macri, pero los hermanos Milei preparan una ofensiva para disputarle la capital al PRO. Por ahora la tensión no superará los límites en torno al armado de las listas legislativas y del escenario que deje la Provincia de Buenos Aires.
El gobernador Axel Kicillof mide mejor de lo esperado por el Gobierno y si el panperonismo ordena sus internas, la confrontación electoral que se viene obligaría al oficialismo a explorar alguna unidad con el PRO, salvo que antes de ese momento ya se hayan quedado con buena parte de su base.
Por ahora, el partido que preside Macri no tiene poder de daño electoral como para condicionar al Gobierno y amenazarlo con una competencia que fuerce un escenario de tres tercios. Todo lo contrario. Si la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner aumenta su antagonismo con el Gobierno, la polarización aumentará el reemplazo de Milei por el PRO. Adentro del Palacio, la debilidad de los porotos oficialistas, ofrece otra realidad. Envalentonados, en la Rosada dicen que es sólo un espejismo.
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