Luego de una trabajosa negociación diplomática, que también desnudó duras discusiones en la Casa Rosada, Alberto Fernández partirá esta semana hacia Estados Unidos, para participar de la IX Cumbre de las Américas. El evento organizado por la Casa Blanca en Los Ángeles, California, buscará relanzar la política estadounidense de influencia para todo el continente. Contará con la asistencia de Fernández en doble rol: como presidente argentino y titular temporario de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Cuando hable, dicen en su entorno, denunciará que en el evento faltan los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, en un rechazo formal a la decisión de su par, Joe Biden, de no invitar a esos tres países.
Los diplomáticos que acompañarán al presidente confiaron a este diario que Fernández hará una dura apuesta discursiva sobre las ausencias, pero a la vez buscará hacer equilibrio. Dicen que “no quiere romper todos los vidrios” porque tiene dos escalas internacionales por delante en los próximos 60 días, que podrían transformarse en las más importantes del último tramo de su mandato y están directamente vinculadas con la puesta en escena que armó el Departamento de Estado para esta semana. El próximo 27 de junio arribará a Alemania, para participar de la próxima cumbre del G7, que se realizará en los Alpes bávaros. En esa cita será el único invitado latinoamericano. Fue invitado por el canciller alemán Olaf Scholz y, según analizan en el Palacio San Martín, su presencia se justifica por dos razones: llevará a esa cumbre los planteos de la Celac, pero también arribará con una ambiciosa agenda de proyectos para exportar gas y alimentos a Europa para atender a la urgente demanda del viejo continente en medio de la guerra en Ucrania.
A fines de julio, cuando haya pasado un mes de la foto junto a los presidentes de los países más poderosos del planeta, Fernández viajará nuevamente a Estados Unidos. Lo hará con destino a Washington para concretar la visita de Estado que pactó esta semana con Biden. Fue luego de la conversación telefónica que compartieron este miércoles, poco después de que el embajador argentino Jorge Argüello le confirmara a la Casa Blanca la visita de Fernández. El gesto cerró diez días de negociaciones entre Fernández, el canciller Santiago Cafiero y Argüello con el senador Christopher Dodd, designado por Biden como su consejero especial para la organización de la Cumbre. A la par de esos contactos, el jefe del Palacio San Martín viajó el 26 de mayo a México para reunirse con su par azteca, Marcelo Ebrard. Hizo la travesía de 24 horas para darle forma a una ofensiva pensada con el presidente Andrés Manuel López Obrador, que no asistirá a la Cumbre en rechazo a las exclusiones y con el aval del venezolano Nicolás Maduro. Acordaron que Fernández viaje a Los Ángeles en representación de la Celac para repudiar la decisión de Biden de dejarlos afuera.
Fue el cierre de días agitados en la Casa Rosada, porque mientras Cafiero estaba con Ebrard en el DF, llegaba a Buenos Aires el exsenador Dodd. Tuvo dos reuniones: una con Fernández y luego un almuerzo con el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz. Tal como contó este diario, Dodd buscó que Fernández participe y atempere sus críticas, pero luego tuvo un encuentro con Béliz que desató intrigas. Antes de ambos encuentros circuló la versión de una eventual “contracumbre” en Los Ángeles organizada por los países de la Celac que iban a asistir. La posibilidad se redujo a un desayuno o una cena informal, pero fue suficiente para que circulara otro rumor peor: que Béliz había querido mediar con Dodd y que sería un interventor de la Casa Rosada en la Cumbre. La desautorización que le adjudican a Béliz contra Cafiero tuvo patas cortas. Tanto en Balcarce 50 como en la Cancillería confirmaron a este diario que al presidente le cayó como una piedra el papel de Béliz y la combinación que hizo con Dodd y con el embajador estadounidense Marc Stanley. Luego de las reuniones, un Fernández muy molesto le bramó al secretario: “Vos laburás para Argentina, no para Estados Unidos, ni para vos mismo”.
El malestar contra Béliz se extendió al excónsul general en Hamburgo, Fernando Brun, que ahora trabaja en el área de Asuntos Estratégicos y es señalado como el impulsor de la versión de una virtual intervención del numerario del Opus Dei sobre las funciones de Cafiero. Todo sucedió mientras el canciller estaba en el DF, pero la pulseada podría derivar en la salida de Béliz cuando haya terminado el road show en Los Ángeles.
El funcionario viene de ser señalado como el principal freno al financiamiento de China para la construcción de la central nuclear Atucha III y el gestor de la visita a Argentina de la subsecretaria adjunta de Política de No Proliferación Nuclear, Ann Glezer, que se reunió con el directorio de Nucleoelectrica Argentina acompañada por Dominic Casino, un agente del FBI. Ambos estuvieron el 6 de abril, según anticipó el sitio La Política Online, para presionar a los funcionarios argentinos de que desistan de la compra de un reactor Hualong. Si lo hacen, quieren ser socios de Argentina en el desarrollo del reactor argentino CAREM, desarrollado por la CONEA.
La vinculación nuclear con Estados Unidos y la relación con China es uno de los temas más calientes de la reunión bilateral que compartirán Fernández y Biden a fines de julio. “Ya le hemos explicado a la Casa Blanca que nuestra política es multipolar y que el mayor intercambio con China lo tienen ellos, con una política económica muy pobre de EE UU para nuestra región”, detalló una alta fuente diplomática.
En el menú de la reunión de fines de julio también gravitará el rol que tendrá Washington en la inevitable renegociación de las metas pactadas con el FMI, a partir del impacto que provocó la guerra en Ucrania. La hoja de ruta la dejarán las auditorías de la misión del Fondo, pero las previsiones ya apuntan a una renegociación.
Los trazos de la bilateral que Fernández esperó por dos años no se definirán hasta que concluya la Cumbre de las Américas. Una parte comenzará a definirse a partir de este lunes, pero las tensiones no solo pasarán por los países que no fueron invitados. Habrá cinco ejes de debate, pero el más caliente será el dedicado a “Democracia y gobernabilidad”. En ese capítulo se espera un áspero debate en torno a la Carta Democrática de la OEA. El State Dept pondrá sobre la mesa la necesidad de ampliar la observación electoral, pero también buscará reestablecer la definición de “ruptura del orden democrático”. Sobre ese punto giran las mayores tensiones para lo que viene. “La prosa es quién dice cuándo hay democracia y cuándo hay golpe. Somos muchos los países que desconfiamos de la OEA para ese rol. También por el papel que tuvo Estados Unidos con el golpe en Bolivia y la convalidación que hizo (el uruguayo) Luis Almagro con operativo de observación que lideró”, anticipó una alta fuente diplomática que ya está esperando a la comitiva de Fernández. «