Tal vez sea oportuna la frase: no aclare que oscurece. El gobierno argentino, en el marco de su participación en el G-20 decidió formar parte de la Alianza Global contra el Hambre, que fuera auspiciada por Luiz Inácio Lula da Silva. Pero los voceros del gobierno, de inmediato, salieron a realizar aclaraciones respecto de la sugestiva adhesión del presidente Javier Milei a una iniciativa de carácter social y solidario que presentó su colega brasileño, al que tanto desestimó, y con el que tuvo un muy frío encuentro en la apertura del cónclave de Río.

Sobreactuando la necesidad de aclarar los términos de la adhesión, el gobierno argentino advirtió que se trata de “un sistema de acuerdos flexible” y que fue aceptado y reproducido “en torno al mercado”.

Esa intención de desmarcarse se advierte claramente en el documento que se publicó poco después de la sesión. “La República Argentina, expresando la voluntad democrática de su pueblo, se compromete a luchar contra el hambre y la pobreza mediante reformas de mercado que, además de su probada eficacia para alcanzar el doble objetivo de esta Alianza, respeten la igualdad de derechos de todos los individuos”. Luego asegura que se “suma a esta Alianza Global recordando, de conformidad con su Documento Inicial, que ofrece un “enfoque de canasta de políticas (…) que no implica la aprobación colectiva de instrumentos o programas de políticas específicos”. También sostiene con énfasis que entre las opciones de políticas disponibles se contemplan enfoques impulsados y orientados por el mercado”.

La Alianza Global contra la Pobreza auspiciada por Lula se basa en términos que coinciden, contemplan y superan los argumentos que se utilizan en la ONU para la agenda 2030 que tanto denostó el gobierno argentino.

Ante esa contradicción, el entorno de Milei extremó los esfuerzo para disimular lo indisimulable.

La convocatoria

Al anunciar la creación de la Alianza Global, Lula subrayó que el hambre y la pobreza no son resultado de la escasez o de fenómenos naturales.   

«El hambre es producto de decisiones políticas que perpetúan la explosión de una gran parte de la humanidad. El G20 representa el 85 por ciento de los 110 billones de dólares del PIB (Producto Interno Bruto) mundial. También representa el 75 por ciento de los 32 billones de dólares del comercio de bienes y servicios, y dos tercios de los 8.000 millones de habitantes del planeta Tierra», apuntó.   

Durante la Cumbre de Nueva Delhi en 2023, Lula había anunciado la creación de un grupo de trabajo para el establecimiento de la Alianza Global, con el compromiso de revertir el retroceso en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 1 (erradicación de la pobreza) y 2 (hambre cero y agricultura sostenible).   

El documento fundacional de la Alianza subraya el impacto de la pandemia, el cambio climático, las crisis económicas y los conflictos, así como el aumento de la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria, que afecta en especial a mujeres, niños y países más vulnerables.   

La Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza busca coordinar esfuerzos internacionales, movilizar financiamiento público y privado, así como promover políticas basadas en evidencia para combatir el hambre y la pobreza

Su enfoque se centra en acciones lideradas por los países más afectados, sin duplicarse y al aprovechar los mecanismos existentes, además de fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres como pilares para alcanzar los objetivos.   

Entre los 82 países que firmaron están Alemania, Angola, Sudáfrica, Arabia Saudita, Argentina, Bangladesh, Canadá, Chile, Colombia, Dinamarca, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Eslovaquia y Estados Unidos, además de la Unión Europea y la Unión Africana.