Alberto Fernández tendrá la oportunidad de despedirse personalmente de Xi Jinping el mes que viene, antes de las elecciones generales del 22 de octubre. El presidente no se cruzó con su par chino en Nueva Delhi, India, en la cumbre del G20, tampoco en La Habana, durante el encuentro del G77+China, y tampoco en Nueva York, donde se desarrolla la 77° Asamblea General de la ONU. Xi no viajó a ninguno de los tres destinos y se quedó en Beijing, donde será el anfitrión del «Tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional», previsto para el 17 y 18 de octubre.
El canciller Santiago Cafiero confirmó este lunes que China será el último viaje de Fernández como jefe de Estado. Fue el gesto de bienvenida que le ofreció a Wang Wei, el flamante embajador chino en Argentina. Cafiero lo recibió en su despacho del piso trece del Ministerio de Relaciones Exteriores y con ese gesto cerró las especulaciones en torno a la conveniencia de un viaje tan cercano al cierre de la campaña presidencial de la primera vuelta del 22.
«Es una de las principales fuentes de financiamiento externo de nuestro país. Gane quien gane en las elecciones va a necesitar de China», explicaron a Tiempo cerca del jefe del Palacio San Martín. En el Gobierno consideran que el viaje es una «posibilidad concreta de poner en valor el avance de la relación bilateral», que va desde las inversiones chinas en actividades estratégicas, pasando por la ampliación del swap con el Banco Popular del gigante asiático y el respaldo para el ingreso de Argentina al bloque integrago por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
El vínculo bilateral sumó un componente clave este año con el financiamiento chino para que el país le pueda pagar al FMI en yuanes. Una demostración de esa importancia se verá en este viaje. La comitiva incluirá al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que ya estuvo en la cumbre del G20 y mantuvo un encuentro junto al ministro de Economía, Sergio Massa.
El jefe del Palacio de Hacienda no participará del viaje. Estará en el último tramo de la campaña que encabeza como candidato presidencial de Unión por la Patria (UxP). «No vamos a China», explicó una alta fuente de Economía. La veda comenzará el 20 y la agenda en China se extenderá el 17 y 18, mientras transcurran los cierres de campaña en Argentina antes del inicio de la veda de la primera vuelta presidencial.
La superposición del viaje con el sprint final de la campaña fue materia de debate en la Casa Rosada. En las 48 horas que pasará por China, el presidente estará en Beijing y también en Shanghai. Algunos funcionarios consideraban que no era recomendable un viaje en ese momento, pero el pulso de la campaña puso esa discusión interna en otro contexto.
Tras el anuncio del ingreso de Argentina al BRICS, la candidata presidencial de JxC, Patricia Bullrich dijo que si gana las elecciones revertiría ese ingreso y sacaría al país de ese bloque economico. Luego fue el turno de su competidor, el diputado de ultraderecha y candidato Javier Milei, que vaticinó la ruptura de relaciones con China porque «no negocia con comunistas». Luego dijo que no impediría el comercio de los privados que quieran hacerlo, pero que no seria una política de un eventual gobierno a su cargo.
En el Palacio San Martín tienen una caracterización de esos discursos. «Hay muchas similitudes en la campaña de Milei, Bullrich y Bolsonaro. Tanto Milei como Bullrich están buscando hacer lo que hicieron Macri y Bolsonaro: alinearse a la partitura de Trump en Estados Unidos e interpretarla en América Latina. Hoy Milei y Bullrich están pujando por esa agenda y viendo quién es el más genuino», le dijo el canciller a Tiempo en una entrevista publicada el 2 de septiembre.
Entre las idas y vueltas sobre el viaje a China hubo un funcionario que estaba seguro. Cuentan que el embajador argentino en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, nunca tuvo dudas al respecto. El diplomático transita el último tramo de sus funciones y podría regresar a Buenos Aires cuando la comitiva presidencial concluya la última gira. La cercanía de esos plazos no frenó su agenda. Hace dos semanas anunció la exportación de «10 tapones de blindaje para centrales nucleares chinas» provistas por la empresa argentina CONUAR, creada «en 1982 a partir de la unión entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), dueña del 32,7% y el Grupo Pérez Companc, dueño del 67,3%».
Según explicaron desde le embajada en Beijing «los tapones de blindaje llegaron al puerto de Shanghai y serán utilizados en las Centrales Nucleares Qinshan 3-1 y 3-2, ubicadas en la provincia china de Zhejiang, y son similares a los suministrados por la misma empresa para la Central Nuclear Embalse de Córdoba».
La venta a China sucede cuando Argentina todavía no define la compra de un reactor «Hualong» para la Central Nuclear Atucha III. Existe financiamiento chino para avanzar con esta operación, pero ha sido una de las obsesiones de Estados Unidos, al punto que funcionarios de la agencia reguladora atómica norteamericana ejercieron presiones a sus pares argentinos para defenestrar la tecnología nuclear china.
Con un intercambio total de 25.430 millones de dólares, China fue el segundo socio comercial de Argentina en 2022. La balanza comercial es deficitaria y el gigante asiático es el principal origen de las importaciones argentinas.