Zulma Molloja tenía nueve años cuando aprendió de su abuelo, en Bolivia, a trabajar la tierra. Siguió los pasos de sus padres hasta Jujuy y finalmente se instaló en Ángel Etcheverry, partido de La Plata, donde estaba su hermana. Tuvieron patrones varios años hasta que lograron organizarse en la Unión de Trabajadores de la Tierra, alquilaron una parcela y hoy cumplen un rol fundamental en la pandemia: no solo abastecen a la sociedad de alimentos, también le pelean a los grandes formadores de precios.
“La situación está difícil, entre el alquiler, la luz y los insumos que nos aumentan todos los días, pero a pesar de todo eso somos una opción para la sociedad. Hemos logrado generar una logística y un circuito de comercios con trabajadores propios que apuesta a la producción de alimentos bajo un modelo productivo sano y agroecológico”, precisa Zulma.
Dice que tiene muchos más pedidos que antes, aunque parte de la producción se vea limitada porque las semillas son importadas y su ingreso al país mermó. “Desinfectamos todos los cajones, tenemos siempre a mano alcohol con agua, lavandina. Mandamos la verdura limpia y en buen estado. Todos contamos con nuestros guantes, barbijos y antiparras. Nos cuidamos entre todos”, insiste la joven de 28 años, madre de dos niñas.