La suba en los precios de las commodities reconfiguró los números macroeconómicos de la Argentina. En especial por los granos, que junto con sus derivados explican el 40% de las ventas al exterior. La soja aumentó más del 50% desde junio de 2020 y el viernes cerró a US$ 561 por tonelada, su máximo en siete años. En tanto, el maíz trepó a US$ 254 por tonelada.
Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires admite que hubo una «dinámica sorprendente» de precios por diversos factores que incluyen tanto la pandemia como cuestiones propias del comercio internacional. Según los cálculos de la entidad, desde el inicio de la campaña agrícola, en septiembre, el producto bruto del sector agroindustrial creció en U$S 9122 millones, de los cuales casi dos tercios (U$S 5855 millones) son aportados por la soja y sus derivados.
El impacto también se hace sentir en la balanza comercial. Según el Indec, las exportaciones crecieron en marzo 30,5% interanual, aunque las cantidades efectivamente vendidas sólo subieron 14,6 por ciento. El protagonismo de la harina, pellets y aceite de soja fue excluyente: esos productos aportaron un plus de U$S 832 millones con relación al año pasado.
Al igual que los productores agropecuarios, el gobierno saldrá beneficiado de este fenómeno. Los ingresos por derechos de exportación crecerán unos $ 230.000 millones en los ingresos por derechos de exportación. También se espera que el Banco Central no pase tantos sofocones en materia de divisas. Ya en el primer trimestre, gracias a estos precios (y a los embarques que por un conflicto gremial no pudieron realizarse en diciembre pasado), el complejo de cerealeras y oleaginosas liquidó en el mercado oficial U$S 6724 millones. Las cámaras empresarias del sector, CEC y CIARA, destacaron que en marzo se alcanzó el «récord absoluto de las estadísticas de los últimos 18 años y de toda la historia de la exportación agroindustrial argentina».
Respecto del impacto en la economía real, hay versiones encontradas. Mientras que, por un lado, los think tank vinculados a la actividad agropecuaria hablan de una incorporación de riqueza que impacatrá en la microeconomía, hay otras visiones que relativizan eso. Para el economista jefe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, Nicolás Pertierra, el efecto positivo en materia de ingresos no trascenderá al resto de la economía real. «Habrá más molienda, por ejemplo, pero no es una actividad que genere muchos empleos. Tampoco preveo gran impacto en la producción de maquinaria agrícola. Quizás se vea una mejora en la construcción: en la zona de Rosario hay muchos desarrollos inmobiliarios financiados por este mayor beneficio del sector agropecuario», señaló ante una consulta de Tiempo.
Pertierra también desestimó que si el dólar sigue subiendo por debajo de la inflación, como en las últimas semanas, los exportadores decidan retener granos y esperar una posterior devaluación para liquidar divisas. «Creo que es al revés. El año pasado, cuando la devaluación a veces le ganaba un par de puntos por mes a la inflación, sentarse sobre la cosecha era como tener un plazo fijo por esa diferencia. Ahora, en cambio, si el tipo de cambio se apreciara, yo creo que les conviene vender, liquidar los dólares e invertir los pesos en algún activo ajustable por el CER», opinó.
Pelea política
La suba de los precios internacionales trae aparejado una serie de inconvenientes domésticos, no sólo económicos sino políticos. Si los productores quisieran trasladar esos mayores precios internacionales al mercado doméstico, se agregaría presión a una inflación de por sí recalentada y sobre todo a los alimentos que la motorizan (la canasta básica superó en casi seis puntos al promedio general en el último año).
Por eso, el gobierno volvió a blandir la amenaza de subir los derechos de exportación para romper los vasos comunicantes entre ambos mercados, según lo admitió la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, que avisó que el gobierno «trabaja en medidas que permitan desacoplar los precios», en declaraciones radiales a El Destape. La Mesa de Enlace respondió con reclamos, amagos de ruptura y conatos de asambleas al lado de las rutas, que por ahora no pasaron de eso. «