El Mar Argentino tampoco está a salvo de la voracidad del modelo extractivo: en plena cuarentena casi 100 busques ilegales provenientes del Este Asiático ingresaron a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de nuestro país tras la pesca de calamar. En paralelo, los ecosistemas marinos están sufriendo un constante bombardeo acústico culpa de las exploraciones sísmicas que realizan las compañías petroleras para la posterior perforación y extracción.
De acuerdo a una denuncia de Greenpeace, cerca de un centenar de buques pesqueros ingresaron al Mar Argentino durante el actual contexto de restricciones que impone la pandemia de Covid-19. Algunas de esas embarcaciones miden hasta 70 metros de eslora y, según las estimaciones de la organización, son capaces de capturar unas 50 toneladas de calamar por noche.
Greenpeace también alertó sobre la necesidad de proteger nuestras aguas de las ondas sonoras que están generando enormes buques para crear mapas detallados del fondo submarino, que las compañías petroleras usan para determinar las ubicaciones y la posterior perforación y extracción y que afectan a toda la biodiversidad marina, especialmente a ballenas y delfines.
El ruido de un solo estudio sísmico de cañones de aire puede cubrir un área de más de 300.000 km2 –equivalente a la superficie de la provincia de Buenos Aires– y tiene la potencia de ocho veces el despegue de un avión. La intensidad del sonido, concluyen los especialistas de la organización ecológica, es comparable a las bombas de Hiroshima o Nagasaki.