El guitarrista, cantor y compositor Omar Moreno Palacios, figura central de la canción folklórica surera bonaerense, murió anoche a los 82 años y dejó una marca imborrable en la cultura argentina a partir de clásicos como “Sencillito y de alpargatas” y “Huella sin huella”, entre muchos otros.
Nacido en 1939 en Chascomús y conocido como “El Gaucho”, Palacios se convirtió en uno de los referentes más importantes de la música del sur de la provincia de Buenos Aires junto a otros grandes como Alberto Merlo, José Larralde y Argentino Luna.
El guitarrista Juan Martín Scalerandi, músico con el que construyó en el último tiempo una sólida dupla que reunió a dos generaciones, recordó a Moreno Palacios como “el artista más importante que ha existido para todos los habitantes de esta llanura bonaerense, por su profundidad artística, su gran conocimiento de nuestra tierra y de nuestras tradiciones”.
“Además por ser el artista que ha llevado más lejos las expresiones artísticas bonaerenses rompiendo con todos los moldes, pero sin soltarse de la tradición más profunda –sostuvo-. Heredero de un linaje, como el de Mario Pardo, abierto estéticamente, conocedor de nuestra tierra y un gran amigo”.
Palacios, quien residía desde hace años en la localidad bonaerense de Temperley, falleció cerca de la medianoche, tras permanecer varios meses internado por una encefalitis, según anunció su hija Rocío. Creador de clásicos como «Sencillito y de alpargatas», aclamada en festivales europeos y considerada una especie de himno del folklore característico del sur bonaerense, Moreno Palacios tuvo además una ardua labor como difusor de ese estilo a través de diversos programas radiales, como el caso del legendario ciclo «La Posta», que pasó por varias emisoras hasta que en 2017 recaló en Radio Nacional.
En ese contexto, comenzaron a sonar sus obras más reconocidas, entre las que destacan «La paloma indiana», «Huella sin huella», «Provincia de Buenos Aires», «Te dije la verdad», «Trovador surero» y «Buen rumbo», entre tantas.
Pero la labor artística de Moreno Palacios no se limitó a la música, debido a que también tuvo intervenciones actorales en teatro, en donde actuó en una adaptación de la obra «Joven, viuda y estanciera»; y en televisión, siendo las más recordadas sus apariciones en programas que tenían a Luis Landriscina como protagonista.
El artista también encontró en la radio el gran sitio para difundir la música tradicional en diversos ciclos y, en la década del `90, comenzó a participar con asiduidad de distintos festivales europeos, en donde llamó la atención su particular estilo.
Fue inagotable su labor para llevar la música autóctona a escenarios de todo el mundo. Acerca de su legado, el guitarrista Juan Martín Scalerandi expresó: “Lejos de terminarse una etapa, con su partida comienza otra que nos obliga al redescubrimiento de la extensa obra que nos ha dejado, y a recoger el legado, con la vara tan alta que ha impuesto”.
“Lo voy a extrañar con ese humor tajante, con esa palabra justa, y con la generosidad y humildad que solo los grandes artistas de la historia argentina pueden tener”, dijo.
Tras la noticia de su muerte, el guitarrista y cantor José Ceña también habló con esta agencia y despidió al músico con unas sentidas palabras: “Fue uno de los más destacados exponentes de la cultura surera y de la música popular Argentina; compuso cifras, estilos, milongas, gatos, huellas, mazurcas, polcas, rancheras, valses que son parte del patrimonio musical de todos los argentinos”.
Y acotó: “Fue un guitarrista virtuoso con una calidad interpretativa donde la sensibilidad tallaba con profunda emoción, sin excesos ni expresiones fingidas. Siempre llevó con orgullo y sinceridad la forma del vestir de sus paisanos porque él era uno más de ellos”.
“Este criador de caballos también fue un arriero de la canción que para el asombro de muchos y en aparente contradicción con su imagen fue un verdadero transgresor desde sus creaciones imprimiendo a su obra musical una riqueza armónica y rítmica adonde fueron a abrevar otros notables como Raúl Carnota, Carlos Moscardini o Juan Martín Scalerandi, tal vez éste último, el más fiel de sus discípulos en la guitarra”.
«La primera vez que lo vi fue en el programa televisivo ‘Estancia la Batarazas’, allá por los 70´, y desde entonces, jamás abandoné mi admirada apreciación por su arte criollo –continuó Ceña–. Duelen mucho estas partidas, son piezas únicas, irremplazables. Hoy, esa sensación de eternidad que nos ofrece el horizonte en la pampa nos arrebató uno de los artistas más queridos y que seguirá por siempre alumbrando el camino”.
Las canciones de Moreno Palacios fueron cantadas por muchas mujeres, como es el caso de la pampeana Lucrecia Rodrigo, quien viene indagando en la música surera. La cantora y música expresó: “La Pampa hoy está un poquito más solitaria, Omar Moreno Palacios fue una guía, gracias a su inmensa obra, es una semilla todo el tiempo germinando, para nosotros, quienes venimos trabajando la tierra y abriendo surco, aprendiendo, de Omar, una persona fundamental, vertical y necesaria para el canto surero, para las cantoras y cantores del canto de la llanura que amamos la palabra, que amamos las cosas de la tierra”.
“Es profundo el dolor que siento, pero no hay muerte, hay mudanza y quiero creer que gracias a la memoria del pueblo Omar Moreno Palacios va a vivir cada día un poco más”, apuntó la artista pampeana.
Rocío, la hija de Omar Moreno Palacios explicó que el deceso se produjo cerca de la medianoche e invitó a participar del velorio, que se llevará a cabo entre las 13 y las 15 de hoy, en Cerrito 1.990, en la localidad bonaerense de Temperley, en donde residía desde hacía varios años.
En tal sentido, remarcó que «él no quería nada. Ni despidos, ni llantos, ni que lo estén mirando, solo quería estar escuchando milongas» y añadió que «todo aquel que quiera y pueda pasar a lo que quiera, despedirse, llorar, hablar, pasar o tocarse un tema, será bienvenido».