El 14 de marzo pasado, Marielle Franco volvía a su casa junto a su chofer, Anderson Gomes. Monica Tereza Benício, su compañera, la esperaba en el hogar que ambas habían conformado cuando recibió la noticia de que la concejala y luchadora por los Derechos Humanos había sido ejecutada a balazos en su auto. A partir de ese momento, Monica sostiene una lucha por esclarecer el caso y obtener justicia por Marielle. Esa justicia, reconoce «es la justicia para toda la sociedad, por la que luchaba Marielle. Por los derechos de las mujeres, las faveladas (villeras), negras y toda la comunidad LGBTI».
Es un camino para continuar haciendo Política con Afecto, que «es diferente a la de toda América Latina. Dirigida al pueblo con empatía, solidaridad, construyendo proyectos políticos que favorezcan a la población y no para el hombre blanco, hétero, cisgénero o con mucho dinero que está en el poder. Porque ellos son indiferentes a nuestros dolores, a nuestras necesidades. Son políticas de minorías para minorías que conservan y concentran el poder y su representatividad política», afirma Benício.
–¿Cuál es su análisis del actual contexto político brasileño?
–Temer es un presidente ilegítimo, golpista, que ocupó ese espacio de poder y no lo reconozco como presidente. El PT tiene muchos problemas internos, pero Lula es un preso político. Brasil no tiene la base judicial para poder mantenerlo preso. El impeachment a Dilma fue totalmente ilegítimo. Hoy no existe un contexto en el que la política sea hecha con afecto. Incluso hay un candidato (Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal) con el que no comparto ningún pensamiento, que fue apuñalado en Minas Gerais. Repudio esa acción porque la violencia genera más violencia. Esa es la política que nos mata. Hay necesidad de que eso cambie. Infelizmente existe una onda de conservadurismo muy grande creciendo en América Latina y me preocupa cómo frenarla. Pero hay que soñar y poner el cuerpo para construir otra política. Porque si no, nos seguirán matando.
–¿Cómo construirla con la división de partidos que existe en Brasil?
–La gente precisa cambiar lo que está dado como normalidad: matar a gente pobre, negra, de la población LGBTI, gente que no participa del sistema económico. No quiero ese proyecto de sociedad ni para mí, ni para las generaciones futuras. Hay que resistir el modelo vigente y construir uno nuevo. Eso se lo hace desde espacios asamblearios. Discutiendo, articulando pensamientos y movimientos sociales para disputar los espacios de poder. El movimiento que hubo acá por la legalización del aborto fue hermoso, con grandes manifestaciones, pero esa gente que ocupó las calles fue la misma que votó a diputados y senadores que no los representan. El proceso electoral es fundamental, como es fundamental que la gente tenga personas como nosotras que coloquen el cuerpo en función de la política, para construir un nuevo modelo de sociedad.
–¿Cuál es la situación de estos colectivos de lucha política en Brasil?
–Vivimos en un sistema que está a punto de colapsar. Es preocupante, porque el capitalismo nos hace sentir indiferencia por el dolor del otro. La empatía y solidaridad son fundamentales en ese proceso. No se puede criticar simplemente, sin escuchar y entender lo que otros tendrán para decir. Así se construye de manera horizontal, respetuosa, entendiendo todas las opiniones y dando un paso al frente de modo colectivo.
–Desde principios de año Río de Janeiro está militarizada y aquí en Argentina se autorizó a los militares a participar de la seguridad interior. ¿Cómo ve esta situación?
–Lo que se vive en Río de Janeiro es muy grave. Los números demuestran que aumentó el índice de violencia. Está comprobado que la intervención militar no es ninguna solución. El efecto fue totalmente el contrario y el golpista de Temer quiso utilizar el nombre de Marielle y el asesinato para justificar y legitimar la intervención. A partir de eso hicimos un movimiento «Intervençao militar, Nao em nosso nome» (Intervención militar, no en nuestro nombre), para denunciar que no ayuda y no es la solución. Argentina, infelizmente, tiene una lucha muy parecida a la nuestra. Aquí se está acabando con ministerios fundamentales y conquistas sociales a favor del pueblo. Pero acá se hace algo que en Brasil no pasa, que son cortes diarios. En Brasil, sólo se conmueven con la profunda barbarie, debido a un proceso de dominación en que la gente fue educada para el conformismo y sobre todo entender que no se puede modificar el escenario actual. Es un modelo de castración del pueblo en el que la gente se inmoviliza. Hay que lograr conjugar dos cosas: las manifestaciones que son expresión popular, y representantes votados por la gente.
–¿Qué se puede esperar de las próximas elecciones en Brasil?
–Soy optimista y quisiera que otro escenario sea posible, pero lo que se ve en cuanto a números es muy dramático. Es grave, ya no se ponen máscaras y son candidatos machistas, fascistas, LGBT-fóbicos, racistas, que apoyan e incitan a la violencia incluso en niñas y niños. Preocupa que la esperanza para la gente sea creer en seres humanos con discurso de odio que asuman el cargo de mayor poder.
–¿Formaría parte de un partido político como Marielle?
–No tengo esta pretensión. Mi objetivo es continuar buscando justicia por Marielle y construir una posición mayor en la defensa de los Derechos Humanos, para que no le suceda a nadie más. En las elecciones en 2020, puede pasar que las cosas cambien y crea que pueda contribuir por dentro del sistema, poniendo el cuerpo a disposición.
–¿Cómo se gana esta lucha?
–(Suspira) ¡Qué pregunta! (Suspira de nuevo) Con la única palabra: Resistencia. No veo forma de ganar si no es resistiendo diariamente y continuando en la lucha, hasta que haya justicia por Marielle. «