Antes de las doce de la noche del jueves 3 de septiembre se conoció el decreto por el cual se estipula en todos los ámbitos públicos el 1% del cupo trans. Las redes sociales explotaron ante la información y los teléfonos de militantes y activistas trans no paró de sonar con mensajes, saludos, felicitaciones y sobre todo la sorpresa por un reconocimiento histórico que hoy se hace realidad a partir de este DNU impulsado por el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
“Esta es una alegría tremenda, es una intervención necesaria y urgente”, dice a Tiempo Argentino a través del teléfono la escritora y militante trans, Marlene Wayar con una alegría que se siente en su voz. “El decreto es importante, es súper trascendente, pero tiene sus límites porque puede ser dejado de lado por la próxima gestión del gobierno, por eso hay que ir al congreso para que se profundice, pero aún así es una felicidad enorme” afirma.
A principios de la pandemia, las activistas denunciaron la situación crítica que estaban viviendo: desalojo, falta de mercaderías, problemas para acceder a la salud. Una red se armó con carácter de urgencia para paliar la situación que todavía está tambaleante. Por eso, la noticia del cupo laboral trans generó más conmoción aún en los colectivos LGBT.
“Hubo que crear redes de contención entre compañeras porque las ayudas nunca alcanzaron al universo profundo en esta situación de mayor inclusión. Hay personas con alquileres informales en hoteles que pudieron decir ‘no nos pueden desalojar porque tenemos un decreto presidencial’ pero otras que no y hay quienes alquilaban en otros lugares que no pudieron” cuenta Wayar. Las ayudas en alimentos y mercaderías tampoco fueron suficientes en muchos casos. “Aquellas que obtuvieron algún beneficio alimentario por ejemplo, las que viven en algunos barrios donde no hay gas por red, necesitaban comprar la garrafa, es decir lo mismo no podían tener su comida. La ayuda no han alcanzado a ese casi 89% de nuestra comunidad en situación de prostitución, y entre las mismas compañeras hemos tenido que salir a gestionar ayuda mutua pidiendo colaboraciones, porque realmente ha puesto en claro la brecha tan enorme de esa vulneración”, destaca la militante. “Todas estamos afectadas por esta pandemia a nivel global, pero no todas las comunidades de la misma manera, hay un sector que está discutiendo si puede salir a tomar un café en la vía publica y hay otras que estamos hablando de un riesgo de vida en concreto”, sentencia.
-Después de unos años difíciles hubo un cambio a un gobierno popular, ¿tenías esperanzas en este cambio político?
-Siempre intento mantener la esperanza. Y la esperanza es lo que nos movió a hacer redes, trabajar en la concientización y en la visibilización a lo largo de la historia con compañeras enormes como Diana Sacayan. Yo también tenía expectativas porque sé que en este gobierno nos podemos sentar a discutir y que se puede hablar y llegar a acuerdos. Esto es un proceso burocrático donde hay responsabilidades del Estado que tardan en llegar, que hay que fundamentar, pero una puede hablar. Con la gestión pasada yo no tuve diálogo y quería tenerlo. Pasamos esos años intentando preservar lo que teníamos, defender el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. Estábamos a través de medidas judiciales viendo que se reciban subsidios habitacionales. También acudiendo a la justicia porque en nuestro caso, el gobierno de la Ciudad tiene más años de gestión que de Nación, pero esto se agravó con esa gestión nacional conservadora, retrógrada, capitalista, deshumanizante. El país que nos dejaron en esta situación de endeudamiento hasta la coronilla. Quienes pagamos más esa situación de endeudamiento porque estamos en un país empobrecido somos estos sectores más vulnerados claramente. Nosotras no sólo no tenemos respaldo en esta situación, sino que también sufrimos la violencia, tenemos nuestras compañeras que han muerto en cárceles en manera injusta sin su debido proceso, compañeras que no vamos a volver a tener con vida así como no tendremos con vida a Facundo. Las mismas instituciones del Estado han violentado mucho, por eso digo que este gesto de la presidencia marca un sentido a toda la sociedad hacia donde caminar y sobre todo implica un coraje político muy importante.