En el reducido entorno que rodea a Mauricio Macri aseguran que su reaparición pública busca ordenar «un poco» la situación interna del PRO y de Juntos por el Cambio. El disparador fue la entrevista que el medio chileno La Otra Mirada publicó este jueves, aunque el diálogo con Álvaro Vargas Llosa se había grabado una semana antes, en los días previos al asesinato del exscretario de CFK Fabían Gutiérrez. Por esa razón no alcanzó a respaldar el comunicado que impulsaron la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, en el que sostuvieron la existencia de un móvil político del crimen. El pronunciamiento cosechó rechazos en la alianza opositora y en el PRO. El fundador del partido amarillo, sin embargo, buscará antagonizar «todo lo posible» con el kirchnerismo.
Esta semana el encargado de contener parte del malestar interno, sin desautorizar a Bullrich, fue el flamante integrante de la Auditoría General de la Nación, Miguel Pichetto, que reconoció la falta de debate al respecto y no estuvo de acuerdo con reclamar la competencia federal para el caso.
Por fuera de los matices, el expresidente y su excandidato a vice comparten una relación cada vez más estrecha y coinciden con los planteos de Bullrich. Redoblarán la apuesta para mantenerse cerca del núcleo más duro de sus votantes, con reapariciones en medios y conferencias virtuales para «marcar la cancha» en las internas que atraviesan al PRO.
El expresidente reactivó su agenda hace más de un mes pero su entorno sigue tan cerrado como antes. Uno de sus integrantes reconoció que el allanamiento judicial al domicilio de su exsecretario privado, Darío Nieto los conmovió «a todos» y es parte «de las cosas» que aceleraron su reaparición. «El mensaje que busca transmitir, además de la tranquilidad, es que nunca perdió la centralidad que tiene en el PRO y que nuestra coalición no se fracturó», dijo a Tiempo un colaborador de Macri.
En otras latitudes del mismo partido miran sus movimientos con cautela y les atribuyen objetivos menos altruistas. Cerca de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal intrepretan que Macri buscará una candidatura el año que viene. «No le queda otra que salir a hablar porque le están pegando. El partido ya no es el mismo y no existe la verticalidad que tenía desde la Casa Rosada», aseguró un exfuncionario bonaerense. Así como su jefa convocó al partido a «buscar los votos para las elecciones del año próximo», en el vidalismo dan por descontado que Macri buscará encabezar la lista de diputados nacionales por la Ciudad.
En la sede del gobierno porteño, las fuentes que reportan a Larreta consideran que Macri deberá ser legislador para «tener fueros ante el empeoramiento del frente judicial». Tanto en Provincia como en la Capital consideran que las causas por espionaje «no son las más complejas» que deberá enfrentar. Ninguno de los macristas espiados acusará al expresidente al respecto, pero sus colaboradores sostienen que las preocupaciones del exmandatario existen por casos vinculados directamente a su gestión presidencial.
«El caso de Darío nos preocupó a todos, pero ni él, ni Susana Martinengo (la exdirectora de Documentación Presidencial) son riesgos para Macri. Esa no es la causa que más le preocupa», sostuvo un miembro del staff que conduce Rodríguez Larreta, en referencia a las medidas que ordenó el juez Federico Villena para allanar a Nieto y detener en su domicilio a Martinengo.
Desde las nuevas oficinas que Macri comparte con Pichetto en Olivos, aseguran que las candidaturas son hipótesis muy prematuras, pero también creen que Vidal podría jugar una postulación en 2021. «A los liderazgos los definen las personas y no las cúpulas. Mauricio reunió 12 millones de votos y tiene una responsabilidad con quienes lo apoyaron, pero trabaja para construir un espacio amplio que permita sumar aliados», sostuvieron.
Los números de las encuestas son esquivos. En las mediciones que consumen dentro del PRO Macri aparece con un altísimo nivel de conocimiento pero con una imagen negativa superior al 60% en Capital y en territorio bonaerense. Ese nivel de rechazo no tiene techo por ahora debido a un fenómeno que desata polémicas en los socios del partido. «Hay un sector de votantes moderados que no le perdona a Mauricio su mala gestión de la economía y que CFK haya vuelto al poder. Eso le impide crecer en imagen positiva», confió uno de los dirigentes que tiene acceso a esos estudios.
Si el escenario económico empeora, luego de la cuarentena, en los entornos de Vidal y Larreta creen que las debilidades de Macri se incrementarán porque el oficialismo volverá a endilgarle la «pesada herencia».
Esas incertidumbres son parte de un macrismo en rediseño, que luego redefinirá su participación en Juntos por el Cambio ante un radicalismo que quiere disputar todas las candidaturas. La única certeza es que «la unidad no se discute», pero en el ala dialoguista del PRO consideran que el «efecto mochila de plomo», que hizo naufragar la reelección de Vidal en las elecciones del año pasado, es un riesgo que no se ha disipado. «Si vuelve a ser candidato, aunque sea por la Ciudad, nacionalizará la elección y se transformará en un problema en cada provincia porque ni los gobernadores propios ni los intendentes van a querer vincularse al peso de Mauricio», pronosticó un exinquilino de la Rosada que se referencia Emilio Monzó, extitular de Diputados.
Monzó y Rogelio Frigerio podrían constituir un nuevo espacio dentro de Juntos por el Cambio que deberá convivir con el armado que también prepara Pichetto. Los dos agrupamientos competirán por acercarse a sectores del peronismo, aunque el mozoísmo apostará a construir un perfil dialoguista y moderado mientras que el exsenador busca nuclear al sector que antagonice con el kirchnerismo. El rionegrino lo hará en nombre de Macri, mientras que el «monzoísmo» busca retomar su agenda política en tierra bonaerense luego de un acuerdo con Vidal. «