La conferencia de prensa del lunes posterior a las PASO, por la que dos días después tuvo que pedir disculpas, rememoró al Mauricio Macri de otros tiempos, cuando era presidente de Boca y tampoco soportaba rechazos. Apenas terminó el show que ofreció a los medios junto a su candidato a vice, Miguel Ángel Pichetto, en el que pidió autocrítica a los ganadores de las primarias y echó culpas a quienes no lo votaron por el desbande del dólar y la caída de las acciones argentinas, algunos veloces usuarios de Twitter postearon la ocasión en la que Macri irrumpió durante una conferencia de prensa de Carlos Bianchi. Fue en septiembre de 2001. Bianchi había decidido no renovar su contrato con Boca. Corrían versiones de que estaba enojado con algunos dirigentes. Tampoco tenía mucha química con Macri, que esa vez entró en la sala de conferencias para exigirle a Bianchi que le explicara a los hinchas por qué se iba de Boca. Bianchi no soportó esa actitud de patrón. Se levantó y se fue. Macri se quedó solo, una imagen muy simbólica casi 20 años después.
Unos meses antes de ese episodio con Bianchi, en abril de 2001, Macri se había enfrentado al tótem de su gobierno en Boca, Juan Román Riquelme, que en medio de la renegociación de su contrato, en vez de gritar un gol miró hacia al palco presidencial y se llevó las manos a las orejas. Macri intentó resignificar durante su campaña por la reelección aquel gesto de protesta. La tarde en que gritó que no se inunda más, no se inunda más, también se divirtió ante el público: «Hago el Topo Gigio, como Riquelme». Boca circula de manera permanente en la narrativa macrista. Es el origen de todo. Incluso del antimacrismo, representado, aunque ellos mismos no se lo hayan propuesto, en Bianchi y Riquelme.Por eso, pero sobre todo por lo que significó como futbolista, el quincho de Román en Don Torcuato se convirtió en algún momento en la meca de los dirigentes opositores a Daniel Angelici. El macrismo gobierna Boca desde 1995. La única interrupción que podría pensarse en ese tiempo es la etapa de Jorge Amor Ameal, que se hizo cargo del club por la muerte de Pedro Pompilio. Si bien integraba ese gobierno, intentó darle otra impronta. Perdió las elecciones siguientes a manos de Angelici, el tesorero que se negaba a firmar el contrato de Riquelme. Pero el actual presidente recompuso la relación con el ídolo. Román piensa ahora en su partido despedida, una deuda pendiente del universo bostero. La posibilidad de una candidatura parece muy lejana. Incluso dudan de que vaya a jugar, a apoyar a algún candidato. «Hoy con los que más se ve es con Angelici y (Horacio) Paolini», dice una fuente del club. Qué hará Riquelme todavía es un misterio.
La oposición en Boca se entusiasma ahora con trasladar a Boca lo que sucede en el país. Los que movieron fueron las agrupaciones de Víctor Santa María, Boca somos todos, y de Pablo Abbatangelo, La Bombonera. En una carta firmada por ambos, y también por Santiago Carreras, senador bonaerense, le pidieron este jueves a Angelici, la asamblea y a otros sectores de la oposición que habiliten la posibilidad de una primaria para definir el candidato de diciembre que compita contra el oficialismo. Unas PASO en Boca, al menos sólo para la oposición. Difícil que Angelici abra esa puerta. Mucho menos en días en los que esa sigla se convirtió en la pesadilla de su amigo presidencial.
La oposición intenta articular una unidad. Los más entusiasmados con la diferencia que Alberto Fernández le sacó a Macri en la nacional, hablan de que Boca tenga su propio Frente de Todos. Hasta ahora, Christian Gribaudo, actual secretario del club y funcionario de María Eugenia Vidal como presidente del Instituto de Previsión Social bonaerense, es el candidato del oficialismo. Hay tres nombres fuertes del otro lado: Jorge Amor Ameal, José Beraldi y Royco Ferrari, que hace dos meses renunció a la presidencia de las peñas y ya coquetea con el espacio opositor. Beraldi y Ferrari están cerca y tienen reuniones. Ameal, que está acompañado del conductor Mario Pergolini, se resiste a esa unidad. No quiere saber nada con Beraldi y desconfía de Ferrari, a quien conoce de cuando eran gobierno: fue el expresidente quien lo llevó a las peñas. Ameal es quien más aglutina a quienes quieren desbancar al PRO de Boca.
El camino a diciembre para esa opción no será sencillo. Ni siquiera una unidad garantiza una posible victoria. En la agrupación Boca es Pueblo hacen consultas con socios y se repite mucho el hartazgo de que los nombres sean siempre los mismos. Por eso entusiasmaba tanto la idea de que Riquelme diera el paso hacia la presidencia. Ahora la ven difícil, aunque a Román le adjudican una frase que habría dicho hace un tiempo. «Si le quieren ganar al macrismo de Boca, primero le tienen que ganar a Macri en el país». Esa condición está dada. Faltan otras, como la unidad.