El primer test del año en materia inflacionaria que deberá atravesar el gobierno será el jueves, cuando el Indec divulgue el índice de precios correspondiente a enero. Y las previsiones no son buenas: la mayoría de los pronósticos sostiene que el número será bastante parecido al 4% registrado en diciembre.
Para la consultora OJF, de Orlando Ferreres, la suba fue de 3,6%, con varios rubros (Equipamiento y funcionamiento del hogar, 7,8%; Bienes varios, 4,3%) muy por encima del promedio. Un número muy parecido detectó Ecolatina: 3,7%. En cambio, Focus Market fue más pesimista y calculó que el índice estará por encima del 4%, superando la barrera del último mes de 2020.
Así como en tiempos pasados la segunda mirada se ponía en la inflación núcleo (la de los bienes no regulados ni estacionales), ahora todos los analistas están preocupados por la evolución de Alimentos y bebidas, el capítulo que mueve la aguja no sólo por su importante ponderación en el índice general (entre 23% y 35% de la canasta total relevada, según la región del país de que se trate) sino porque su influencia es decisiva en los estratos sociales más bajos, en los que esos productos son el principal gasto de cada hogar.
En ese sentido, mientras para Ferreres la suba de A&B fue de 3,7% (apenas una décima más que el promedio), Ecolatina lo calculó mucho más arriba: 5,7%. “Se destacaron las subas de alimentos frescos, principalmente de carnes, panes y frutas. Por su parte, cabe destacar que se observó mayor dinamismo en determinados bienes de consumo masivo -bebidas alcohólicas, por ejemplo- como consecuencia de la quita de algunos bienes no esenciales del programa (Precios Cuidados)”, dice esa consultora.
En Focus Market detallaron que, de acuerdo a sus estudios, los artículos de consumo masivo que más subieron fueron: enlatados de pescado (+9 %), pañales (+7,8 %), snacks (+7 %), aceite (+6,5 %), cigarrillos (+6,3 %), vinos (+5,6 %), jugos líquidos (+5,6 %), yogures (+4,8 %) y aguas (+4,6 %).
Por esa razón el gobierno viene privilegiando los acuerdos sectoriales de precios, como el que rubricó hace pocos días con la industria de la carne, que permite ofrecer cortes populares con rebajas de hasta 30%. Intentará repetirlo con las cadenas de producción y venta de verduras y frutas frescas, según anunciaron desde el Ministerio de Desarrollo Productivo.
De visita en Tucumán, como parte de la comitiva presidencial que visitó esa provincia, el ministro de Economía, Martín Guzmán, ratifico su confianza en que habrá un paulatino descenso de la inflación con respecto al 36,1% con que cerró el año anterior. “Es factible reducir en 5 puntos la inflación durante el 2021 y lograr que las expectativas estén alineadas. Es un problema principalmente macroeconómico. La inflación es un mal para la economía y se la ataca por ahí para coordinar expectativas», dijo Guzmán. No se aferró al 29% pautado en el Presupuesto, pero apuntó en esa dirección.
Sin embargo, la habitual encuesta que realiza el Banco Central entre consultoras, bancos y centros de estudios (utilizada como insumo para definir tendencias y ajustar la política monetaria) arrojó resultados muy diferentes a los que imagina el gobierno. El consenso de los 41 participantes arroja un alza de precios de 3,9% para enero; también que al menos hasta julio todos los índices mensuales serán superiores a los tres puntos; y que el acumulado de 2021 será de 50%, veinte puntos más de lo que espera el gobierno. Incluso una depuración de pronosticadores, manteniendo sólo los diez que más cerca estuvieron en sus predicciones anteriores, no logra reducir el cálculo a menos de 44,9% anual.
La preocupación entre esos analistas radica no sólo en el ya citado capítulo de Alimentos y Bebidas, sino en lo que puede pasar durante la segunda mitad del año. “La suba de precios podría volver a la zona del 3%-4% mensual en los últimos meses de 2021, como consecuencia de correcciones que ya no podrían ser postergables: tipo de cambio y tarifas de servicios públicos”, detalla un informe de Ecolatina.
En el Instituto del Trabajo y la Economía (ITE) hacen hincapié en que “la aceleración de la inflación se está dando sin un shock cambiario en el mercado oficial, lo que sí ocurrió en las aceleraciones de precios observadas en los últimos años”. Y también alertan sobre el riesgo de que las autoridades se vean tentadas a reducir el ritmo de devaluación como ancla nominal. “Esto implica resignar, al menos en el corto plazo, dos objetivos importantes del gobierno en aras de lograr la gradual normalización cambiaria: evitar el atraso cambiario y empezar a acumular reservas”, advierten.