La declaración como imputado colaborador que prestó el viernes el extitular de la Cámara Argentina de la Construcción Carlos Wagner le dio al juez Claudio Bonadio la herramienta que le faltaba para (como dicen en la jerga judicial) cumplir su anhelo de «llevarse puesta» a Cristina Fernández. Si la expresidenta no tuviera fueros, ya la habría detenido. Si estuviera vivo, Néstor Kirchner también estaría preso. La expresidenta irá mañana a prestar declaración indagatoria en el cuarto piso de Comodoro Py en el peor escenario imaginable entre los posibles. Hay uno peor: llegar detenida, pero eso –por ahora– no puede suceder.
El juez le pidió a la Oficina Anticorrupción que le informe las fechas de los certificados de cumplimiento de etapas de las obras públicas. Contra esa documentación se liberaban los pagos parciales. El juez busca coincidencias temporales entre uno y otro hecho. Wagner contó que así funcionaban las cosas, pero ahora falta corroborarlo con la prueba.
Sólo hay dos maneras de evitar un cataclismo final, y ambas son traumáticas. Una es jurídica: las defensas de los imputados que siguen presos o van camino a estarlo buscan conseguir el apartamiento de Bonadio y del fiscal Carlos Stornelli por «fórum shopping», un mecanismo ilegal por el cual un juez se queda con una causa que no le corresponde. La forma en que se originó la causa de los cuadernos es cuanto menos cuestionable y si por esa vía las defensas no consiguen correrlo del escenario, saben que el juez arrasará con todo. En este punto, las miradas se posarán a partir de ahora en la Cámara Federal.
La otra alternativa es mucho más peligrosa para todos, absolutamente todos. Uno de los imputados, el influyente auditor general Javier Fernández, está furioso y parece dispuesto (por lo menos lo ha insinuado) a patear el hormiguero. Fernández les cuenta las costillas, una por una, a casi todos los jueces de Comodoro Py 2002, a los fiscales, y al 99% de los imputados por Bonadio como piezas de distinta jerarquía de la presunta asociación ilícita que investiga. Si hablara, probablemente el edificio donde hoy funcionan los juzgados federales se derrumbaría, metafóricamente hablando, claro.
El fin de semana volvió a ser frenético para la redefinición de las estrategias de las defensas. Porque Wagner no fue el único que habló. Hay otros «arrepentidos» que están arrepintiéndose de haberse arrepentido. Mintieron (al menos, ocultaron parte de lo que sabían) para salir en libertad, y Wagner los dejó al descubierto. El directivo de IECSA (empresa históricamente vinculada con la familia Macri) Héctor Sánchez Caballero, se victimizó ante Stornelli: «Tuvimos desde el inicio del gobierno de Néstor Kirchner un contexto desfavorable hacia nuestro grupo empresarial en general y hacia la empresa en particular». En ese contexto, recordó que «en una ocasión, cruzando la calle Alem junto a Ángelo (Calcaterra) lo llama José López por teléfono y lo presiona para que el primo, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, acepte el traspaso de los subtes y que, si no, iba a estar muy contento de destrozarlo a él y a su empresa. Era permanente la falta de pago de las obras y las dificultades para avanzar con ellas».
«En un momento, Baratta comenzó a exigirle a Ángelo Calcaterra que pusiera dinero para las campañas. Con el tiempo la exigencia se fue haciendo más fuerte y en un momento se cedió a la presión entregando dinero. Las entregas se realizaban mediante bolsas pequeñas de papel».
El extitular de Isolux, Juan Carlos De Goicoechea, uno de los primeros arrepentidos, también habló de dinero para las campañas políticas pero en su caso sostuvo que las órdenes de pagar venían directamente desde la casa central de la empresa, en Madrid.
Ambos están libres. Pero la versión que dio Wagner parece indicar que no dijeron toda la verdad. Y para la ley del arrepentido, eso es letal.
Manuel Uribelarrea, productor agropecuario que se extendió a la construcción, no se arrepintió sino que declaró que su aporte de dinero existió pero fue voluntario. «En la reunión (con Baratta) me dijo que quería que los acompañe en la campaña. No fue a cambio de nada. No se me adjudicó ninguna obra pública y tampoco tenía en vigencia en ese momento». Sin embargo dijo haberse sentido «presionado». ¿Por qué? «Porque fue un pedido directo, porque él era una persona especial por el carácter, la posición y el poder que tenía dentro del ministerio», respondió.
Entre los que brindaron una versión diferente a la de los «aportes para la campaña» aparece el número dos de Techint Héctor Zabaleta. Detenido el lunes por la tarde, recuperó la libertad 24 horas después, tras una declaración en la que afirmó: «Néstor Kirchner nos pedía dinero».
La declaración de Zabaleta también fue flamígera. «Roberto Baratta me llamó por teléfono, no recuerdo si a mi celular o a mi oficina de Techint, esto habrá sido diez días o una semana antes de la primera entrega que se me imputara en la indagatoria. Esa primera conversación fue muy amable, me dijo que era viceministro de De Vido y que había hablado con Luis Betnaza, director institucional de la empresa, y que este le había dado mi número para que me llamara». Betnaza declaró el viernes también como arrepentido y corroboró tal situación.
Ante el fiscal Stornelli, Zabaleta recordó: «En esa conversación Baratta me dijo que le tenía que dar unos dólares, a lo que le dije que no, que solamente le podía dar pesos ya que no contaba con liquidez de dólares, pero luego de verificar con Luis que eso efectivamente fuera así. Luis me dijo que tenía un compromiso con el gobierno porque si no le iban a cortar la luz y el gas de las plantas de Siderar y Siderca. Betnaza me habló en esa ocasión de una cifra que en pesos equivalía aproximadamente a un millón de dólares. Yo le respondí que dólares no le iba a dar porque no tenía y me dijo arreglate con Baratta y fijate qué podés hacer. Aclaro que no teníamos en esa época ninguna obra pública. Incluso nos habíamos retirado de la concesión de la Ruta 7 porque Néstor Kirchner nos pedía dinero».
Zabaleta fue el primer relato contundente en línea con lo que dicen los cuadernos, al menos en lo que a él se refiere. «El mecanismo de entrega de dinero descripto en las citas que se me hicieran conocer en mi indagatoria en general era así», reconoció.
«Siempre antes de cada entrega Baratta me llamaba por teléfono, y todas las veces me exigía dólares, me decía que los pesos no servían, me profería distintas amenazas como cortarnos el gas o importar tubos de China. También me amenazaba con que no nos iban a dar nunca más obra pública». La existencia de esas comunicaciones también fue chequeada por Bonadio.
«Estimo que entre todas las entregas fueron de 15 a 20 millones de pesos en total. Recuerdo que en una de las últimas veces incluso Baratta me dijo ‘acordate que nunca me diste dólares'». «
Se entregó Olazagasti y ya son 15 los detenidos en la causa
El exsecretario de Julio De Vido, José María Olazagasti, se presentó este sábado ante la Justicia y quedó detenido. El juez Claudio Bonadio había ordenado su detención el viernes, en el marco de la causa de los cuadernos. Según el portal Infobae, Olazagasti pasó la noche con sus cuatro hijos y a primera hora se presentó en los tribunales de Comodoro Py. Como no había personal en el juzgado, se dirigió junto a su abogado defensor a la sede de la Policía Montada, en el barrio porteño de Palermo. Ya hay 15 detenidos en el expediente y unos nueve arrepentidos que acordaron colaborar con la Justicia, pero cuya situación puede complicarse.