Henry J Kaiser fue un emprendedor típico de Estados Unidos, que lejos del arquetipo del hombre que creció sin ayuda de nadie, prosperó a la sombra del estado. Nacido en 1882, fue sobre todo un gran vendedor,primero de material fotográfico y luego proveedor industrial hasta que en 1912 se fue a Vancouver, Canadá y armó una empresa constructora que ganó la licitación para construir una carretera hasta Spokane.
Un año mas tarde haría las primeras rutas con pavimento de hormigón en Cuba y posteriormente aprovecharía la fiebre del pavimento en EEUU para hacer muchos de los caminos de California. Terminó participando de la UTE que construyó la repesa Hoover, en el Río Colorado y luego en otros grandes complejos hidroeléctricos, para las que levantó una fábrica de cemento con la piedra caliza de un yacimiento cercano al Río Permanente, en San francisco.
Amigo de Franklin Delano Roosevelt, durante la Segunda Guerra fundó los Astilleros Kaiser, que con técnicas muy sofisticadas- “hazlo más rápido y más barato», era uno de sus lemas- sacaba al mar un buque cada 30 días, aunque fue batiendo récords hasta botar una nave cada 4 días. También fabricó armamento y aviones. En poco tiempo incorporó al grupo a la Kaiser Cement Corporation y Kaiser Steel Corporation.
Dicen otra de sus frases favoritas era «encontrar una necesidad y llenarla». Al fin de la guerra, se quedó con las instalaciones de dos plantas elaboradoras de aluminio que el gobierno puso en venta. La Kaiser Aluminum es una de las más grandes productoras del mundo de ese estratégico metal y en 1971 participó, sin éxito, en la licitación para erigir la planta de Puerto Madryn de Aluar, que finalmente quedó para el grupo Madanes-Gelbard.
No sería el primer acercamiento de Kaiser a la Argentina. La posguerra implicó que muchas de las fábricas de Kaiser quedaran sin trabajo, por lo que el viejo emprendedor intentó meterse en la industria automotriz, asociado con el ingeniero Joseph Frazer. Pero los tres grandes de Detroit -Ford, General Motors y American Motors- le hicieron la vida imposible.
Buscando una necesidad, descubrieron que de este lado del continente había un gobierno deseoso de fabricar autos con componentes y mno de obra locales para desarrollar una industria automotriz.
En 1953 Kaiser-Frazer habían comprado la licencia para fabricar el Jeep de la Willys Overland, a los doce meses acordaron instalar una planta en Santa Isabel, Córdoba, en sociedad con la estatal IAME. Tras la firma de un convenio con las autoridades, en enero de 1955 se daría la piedra fundamental para Industrias Kaiser Argentina (IKA).
El golpe contra Juan Domingo Perón no logró frenar el proyecto y al poco tiempo comienzan a salir los primeros Kaiser Carabela de la planta cordobesa. De allí salieron también las Estancieras y el Jeep hasta que en 1961 la mayoría del paquete accionario de IKA pasa a American Motors, el menor de los tres enemigos de Detroit. Se inicia la etapa de los Rambler y el Torino hasta que la firma pasa a manos de la francesa Renault. Pero esa es otra historia.
En Estados Unidos, Kaiser florecía también en el negocio de la salud. Había fundado junto con el médico Sidney Garfield el Instituto Kaiser Permanente, con sede central en Oakland, California, y hoy día establecimientos en ocho estados. Como suele suceder en las empresas estadounidenses, derivan parte de sus impuestos en una fundación, en este caso la Kaiser Family Foundation.
Edgar Fousburg Kaiser, hijo de Henry John, asumió la jefatura de sus empresas ya a fines de los 40. De hecho, fue él quien dirigía la central de IKA. El viejo pionero murió en 1967, de modo que no llegó a vivir el momento en que Edgar F. daba sus argumentos para una salud privada a John Erlichman, el operador de Richard Nixon.
Las grabaciones de las conversaciones de Nixon en el Salón Oval terminaron por enterrarlo cuando salieron a la luz en 1974, a raíz del escándalo Watergate. Y esta hubiese podido enterrar al sucesor de la dinastía Kaiser. Pero teniendo en cuenta que el impulso individual es un bien moral para los estadounidenses, eso no llegó a ocurrir.
Esta es la transcripción que guarda la Universidad de Virginia sobre una charla del 17 de febrero de 1071 alas 5,30 pm.
Erlichman: «Sobre … el negocio de la salud …»
Nixon: «Sí».
E: «… ahora hemos reducido los problemas del vicepresidente en este tema a la cuestión de si debemos incluir a estas organizaciones de mantenimiento de la salud como la Permanente de Edgar Kaiser. El vicepresidente simplemente no puede verlo. Intentamos 15 maneras desde el viernes para explicárselo y luego ayudarlo a entenderlo. Finalmente dijo: «Bueno, no creo que funcionen, pero si el presidente cree que es una buena idea, lo apoyaré al cien por cien». (Nota.: Gerald Ford no se caracterizaba por su lucidez, bromeaban que no podía caminar y masticar chicle al mismo tiempo).
N: «Bueno, ¿qué es … cuál es el criterio?»
E: «Bueno, el criterio de todos los demás es muy contundente».
N: «Muy bien».
E: «Y, eh, uh, él es el único con reservas que tenemos en toda la oficina».
N: «Dile que yo … yo … le diría que tengo dudas al respecto, pero creo que es, eh, ahora déjame preguntarte, ahora me das tu opinión. Sabes que no estoy muy interesado en ninguno de estos malditos programas médicos «.
E: «Esto, déjame, déjame decirte cómo estoy …»
N: [No está claro.]
E: «Esto … esto es una …»
N: «No [claro] …»
E: «… una iniciativa privada».
N: «Bueno, eso me atrae».
E: “Edgar Kaiser está manejando Permanente con fines de lucro. Y la razón por la que puede … la razón por la que puede hacerlo … Hice que entrara Edgar Kaiser … hablara conmigo sobre esto y profundicé en ello. Todos los incentivos son para menos atención médica, porque … «
N: [No está claro.]
E: «… cuanto menos cuidado brinda, más dinero ganan».
N: «Bien». [Poco claro.]
E: [No está claro] «… y los incentivos funcionan de la manera correcta».
N: «No está mal».
Al otro día Nixon envió el proyecto de Organización de Mantenimiento de la Salud (HMO por sus siglas en inglés), que derogaba una norma de 1944, y se terminó por aprobar a fines de 1973.
Kaiser Permanente intentó desacreditar a Erlichman cuando se conoció este audio y en un comunicado explicó que: “los programas de atención médica organizada, incluidos los médicos asociados, deben tener un incentivo significativo para elegir el marco HMO. El método de pago basado en tasas, en lugar de costos. . . podría proporcionar tal incentivo”.
En 2002 Los Angeles Times publicó que Kaiser Permanente «otorgó bonificaciones financieras a los empleados del centro de llamadas que pasaban la menor cantidad de tiempo en el teléfono con cada paciente y limitaba el número de citas médicas». Otro balde de agua fría para la imagen de la empresa.
Los informes que publica la institución, sin embargo, suelen ser fuente para investigadores y profesionales de la salud. Y ahora se anotó en la carrera para hallar una vacuna contra el coronavirus, otro gran negocio. El lunes comenzó en el Instituto de Investigación de Salud Kaiser Permanente Washington, de Seattle, un ensayo clínico en 45 jóvenes voluntarios con diferentes dosis de vacunas desarrolladas por el Instituto Nacional de la Salud (NIH por sus siglas en inglés) y la empresa Moderna Inc.Se esperan los resultados en breve.