Claudio Tapia ya tiene a mano la posibilidad de ser el presidente de la AFA hasta 2029, con lo que completaría, en caso de ganar elecciones por otros dos mandatos, doce años al frente del gobierno del fútbol argentino. La asamblea que el jueves en Ezeiza modificó el estatuto para una re-reelección fue una muestra de fuego de Tapia, el dirigente que mueve más voluntades en la rosca interna de la AFA. Pero la ausencia de unanimidad, ante la abstención de Jorge Brito (h), el representante de River, también es una advertencia de que el escenario que se viene no tendrá el camino despejado para su construcción de poder.
Tapia, de Barracas Central, llegó a la AFA con los votos del Ascenso, pero también en alianza con Daniel Angelici, que acaba de dejar la presidencia de Boca. El empresario binguero le dio el sostén político, le abrió las puertas de la Casa Rosada, desde donde Mauricio Macri pretendía en ese cargo a alguien de los suyos, un hombre propio. No pudo. Le desconfiaba además al vínculo filial de Tapia con Hugo Moyano. Tapia, con Angelici de vice, fue el mal menor para el macrismo. Con esa alianza frenaron las ambiciones de Marcelo Tinelli, que arrastraba el desgaste desde la noche del 38-38.
River y San Lorenzo quedaron afuera de ese armado. Afuera de la AFA, pero con incidencia en la Superliga, conducida por Mariano Elizondo, en cuyo currículum figura haber sido CEO de Indalo e Ideas del Sur, la ex productora de Tinelli. Esa relación no dejó de tener tensiones durante estos años. Los últimos meses entregaron otra escenario.
El primer suceso ocurrió a nivel nacional. Mauricio Macri ya no es el presidente de la Nación. Y en la última semana perdió el control de un club que su fuerza gobernó durante 24 años. Angelici, acaso por sus múltiples conexiones el dirigente más poderoso del fútbol durante los últimos años, dejará su lugar en Boca. También en la AFA, aunque pretende quedarse: sostiene que el cargo es personal, no por Boca. Ese lugar se abrirá ahora para la administración de Jorge Amor Ameal, que tendrá como representante a Roberto Digón, un dirigente que ya ocupó ese lugar cuando acompañó a Macri en los primeros años de gobierno en Boca, antes de saltar a la política.
Todavía no asumió, por lo que es una incógnita cómo Ameal jugará en la interna de la AFA. Pero el conductor y empresario Mario Pergolini, su vice, adelantó cuando todavía estaban en campaña que le gustaría ver a Tinelli al frente del organismo. Fue menos tajante, en realidad, durante una charla con el programa Boca de Selección: “Creo que tiene capacidad. Hay un grupo de nuevos dirigentes que encabeza Marcelo que debería darle legitimidad para estar en la AFA. Boca va a buscar lo que necesita». Es un tema sensible para los hinchas y socios de ese club: mientras que en los últimos años se instaló –por la presencia de Angelici, por el poder de Macri y por la simpatía de Tapia– una especie de preferencia de la AFA hacia Boca, a las orillas del Riachuelo señalan esa misma preferencia en Conmebol pero hacia River. El juego de las sospechas y las conspiraciones es el preferido de los hinchas. En el rincón bostero, además, ven con antipatía a San Lorenzo, y en particular a Tinelli, que a su vez en estos días le dijo al diario Clarín que el club fue beneficiado por el Estado durante los últimos años. ¿Dónde comenzó a cantarse contra Macri en las canchas, el ya retro hit del verano? En las tribunas de San Lorenzo.
Decidido ahora por primera vez a ser presidente de su club, Tinelli mantiene aún la ambición de llegar a la AFA. Ya dijo que su club tiene que recuperar ese lugar que dejó vacío con la asunción de Tapia. La entente River-San Lorenzo que funcionó en estos años quiere ahora sumar a Boca. Ser la triple alianza. Y que otros clubes sumen sus fuerzas. ¿Qué hará Víctor Blanco, presidente de Racing, cercano a Angelici en estos años pero en un club que tiene buenos vínculos con el peronismo? En River se entusiasman con tejer buenas nuevas relaciones con Boca. También con tener una misma orientación de la política en el fútbol después de años tensos que incluyeron la noche gas pimienta, la final exiliada a Madrid y dardos dirigenciales. Rodolfo D’Onofrio, junto a Matías Lammens, enfrentó la instalación de las sociedades anónimas en el fútbol contra la insistencia de Angelici.
El gobierno de Alberto Fernández, donde el propio Lammens fue nombrado como ministro de Deporte y Turismo, entrega otro contexto. Quienes hacen lecturas finas observan que Tinelli dio el paso hacia la presidencia de San Lorenzo una vez que el Frente de Todos ganó las elecciones generales. Y unos días después de sumarse al programa Argentina contra el Hambre que impulsa el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. Tinelli dijo que tal vez haya sido inconsciente el haber tomado su decisión de ir por San Lorenzo una vez que ganó Alberto. Pero a la vez le reveló al diario La Nación que habló sobre el tema con el presidente, un hincha del puntero Argentinos Juniors, y que este le dijo que la política ya no se metería en el fútbol. El primer dato es revelador en sí mismo: hablaron del tema. El segundo, también: Tinelli puede sentir la eventual no injerencia como un apoyo. También dijo que no piensa en la AFA. No va a mostrar las cartas: recién en 2021 hay elecciones. ¿Y la Superliga? Ese también es un lugar en disputa. Y quizá Tinelli empiece a sentirse cómodo en ese lugar que él mismo ideó.
Todo el combo mantiene a Tapia con la guardia alta. Y cada pieza abre un escenario incierto. Aunque lo nieguen, cada viento de la política arrastra otros vientos sobre el fútbol.