Poco más de 2,4 millones de uruguayos van hoy a las urnas para elegir presidente, 30 senadores y 99 diputados en una elección importante en clave regional ya que el oficialista Frente Amplio confronta con un fuerte candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, en un ambiente enrarecido por el discurso de la derecha, que logró acordar la votación en paralelo de una reforma constitucional para “enfrentar la delincuencia” con la creación de un cuerpo antinarco militarizado y la baja en la edad de imputabilidad.

El corrimiento hacia este discurso punitivista -del que se hizo eco el autor de la propuesta de enmienda, el senador blanco Jorge Larrañaga- viene de la mano de la aparición de un candidato de origen militar, Guido Manini Ríos: armó un partido, Cabildo Abierto y busca erigirse en el Bolsonaro uruguayo.

El FA, una coalición de partidos de centroizquierda que llegó al poder en 2005, espera mantenerse en el gobierno mostrando los notorios avances sociales y económicos que pudo lograr desde entonces. Por primera vez no presenta a sus líderes tradicionales. Su candidato, Daniel Martínez, ex intendente de Montevideo, pretende seguir los pasos del actual m andatario Tabaré Vázquez, que saltó desde la comuna capitalina, el mayor distrito, a la república.

Para ganar en primera vuelta, se necesita el 50% de los votos más uno. Las encuestas coinciden: Martínez (62 años), podría ir a segunda vuelta con Lacalle Pou, un joven abogado  (46), hijo de otro presidente, Alberto Lacalle. El tercero en discordia, del Partido Colorado, es Ernesto Talvi, que a pesar de tener 62 años es nuevo en la política: se dedicó hasta hace poco a la investigación económicas.

La reforma constitucional propone, entre otras cosas, incorporar 2000 militares para tareas de seguridad interna; habilitar allanamientos nocturnos a los hogares, el cumplimiento efectivo de las penas eliminando cualquier posibilidad de morigerarla a cambio de buena conducta o el estudio y también imponer una cadena perpetua revisable a los 30 años. Si es que las encuestas pueden ser creíbles en este punto, un 56% de los consultados votaría favorablemente.

Pero se da la paradoja de que se somete a consulta popular un tema como la mano dura que sin embargo no cuenta con el aval de ninguno de los candidatos, a pesar de que fue una propuesta del partido de Lacalle Pou. Los analistas señalan que, de seguir la historia electoral del país, habrá que tener en cuenta que todos los referéndum que se hicieron junto con una presidencial terminaron derrotados.

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Más allá de este espinoso tema, el FA somete a consideración electoral 14 años de crecimiento sostenido, aunque con una disminución en las expectativas en estos últimos meses por el contexto internacional y sobre todo por el de sus vecinos, Argentina y Brasil. En esta debacle regional, Uruguay “la va remando”, sintetizó Ramón Méndez, coordinador de los equipos de campaña del FA.

Uruguay, además, pudo mantener una política exterior independiente de sus socios del Mercosur en relación a temas como una intervención en Venezuela. El establishment, entienden en el oficialismo, si bien en estos años también disfrutó de una relativa bonanza económica, encontraron en Lacalle Pou al hombre que alineado con Buenos Aires y Brasilia, derrote a la alianza de centroizquierda. Pero del otro lado del Plata también hay un comicio clave que puede tornar a esa certeza en una esperanza vana. Registró el FA el malestar de muchos desencantados que al inicio de la campaña no estaban seguros de continuar con su apuesta por la coalición gobernante, que dio dos períodos a Tabaré y uno a José Pepe Mujica. Pero desde las agrupaciones que en 2005 perdieron el monopolio de la política que tenían desde mediados del siglo XIX, no alcanzaron a seducirlos, según todos los relevamientos. Lacalle Pou se inclinó cada vez más a la derecha a medida que el general Manini Ríos iba mostrando los dientes con su propuesta extrema y le hacía temer pos su público cautivo.

Se considera que el FA mantendría el primer lugar y hasta podría ganar en primera vuelta. De no llegar, tendría garantizada la mayoría en la legislatura y luego debería esperar que en el balotaje no aparezca una mayoría que se contente solo con sacarlos del poder, sin medir las consecuencias. A esto apuntaba la campaña del FA al sugerir que se asomarían a lo que ocurrió en la Argentina de estos años.

Cruciales elecciones en Bogotá


El desempate entre los dos candidatos mejor posicionados para ganar la alcaldía mayor de Bogotá, el principal distrito de Colombia y el segundo cargo ejecutivo en importancia, presentará hoy uno de los principales desafíos a la oposición a la derecha que gobierna en la nación y también en la ciudad. Elegirán gobernadores de 32 departamentos, diputados provinciales, alcaldes y concejales. Los candidatos con mayor caudal de votos son Claudia López (Alianza Verde y Polo Democrático), dirigente con sesgo progresista, que acompañan sectores de izquierda; y Carlos Fernando Galán (Mov. Bogotá para la Gente), a quien señalan como un continuador del actual alcalde, Enrique Peñalosa, ya que lo apoyó en la campaña de 2015 y hoy se desmarca.

Según las encuestas, los punteros presentaban un «empate técnico» en 25 puntos. Muy cerca lo seguía el candidato del Mov. Avancemos, Miguel Uribe (que no tiene relación con Álvaro) con unos 20. Fue secretario de Gobierno de Peñalosa y hoy es concejal. Cuarto viene, con el 13%, Hollman Morris, de Colombia Humana, el movimiento liderado por el exalcalde bogotano Gustavo Petro, actual senador y candidato que disputó la presidencia a Duque el año pasado.