Más allá de las víctimas mortales y los contagiados de coronavirus, la epidemia que por estas horas mantiene en vilo a todo el mundo implica no sólo un peligro latente para la humanidad sino una fuente de debates académicos y de análisis económicos y geopolíticos. En tal sentido, y en vista de una serie de acontecimientos encadenados que se vienen produciendo en estos últimos años, hay quienes con bastante sustento inscriben el denominado técnicamente como nCoV-2019, en medio de la guerra comercial entre EEUU y China y lo suben a la categoría de misil desarrollado en algún laboratorio bacteriológico a instancias de los estrategas de Washington. ¿Qué hay de todo esto?
Bastó que el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, casi agradeciera que a raíz del brote de coronavirus registrado desde fines del año pasado “se crearán miles de empleos en EEUU y México” para que los bien pensantes se lanzaron sobre su yugular para cuestionar la ferocidad de la frase. Pero los hubo que rascaron debajo de la superficie para -como en las buenas historias policiales- se viera no solo quién se beneficia con esas muertes sino de qué manera.
El brote, como se recuerda, surgió en la región china de Wuhan, la capital de la provincia centro-oriental de Hubei, con 11 millones de habitantes. Se extendió muy prontamente a los alrededores y en pocas semanas varios países del mundo dieron la voz de alarma por el contagio de viajeros que provenían del país asiático.
El gobierno chino decretó una cuarentena en esa región y paralelamente los empleadores de las empresas radicadas allí instaron a sus trabajadores a hacer tareas a distancia para no generar riesgos en ámbitos cerrados. Es difícil establecer las pérdidas económicas que se producen en este escenario de baja de la actividad económica, a lo que se suma que en el resto del mundo se generó un clima de temores que llegaron a bloquear el ingreso de mercadería proveniente de China o de correspondencia, como hicieron las autoridades de Japón y el correo de Singapur.
Para Capital Economics, una consultora radicada en Londres, el impacto del nCoV-2019 en el primer trimestre del año rondaría los 280.000 millones de dólares de pérdidas, y por primera vez desde 2009 el PBI mundial no crecerá. La agencia Bloomberg, en tanto, calcula que ya perdieron 160.000 mil millones mientras que el FMI, más cauto, señaló que el brote viral «podría afectar significativamente la actividad económica mundial, el comercio y el transporte».
No hay estimaciones sobre la posible baja en el incremento económico en China, pero estas previsiones generan profundo desasosiego es en América Latina, donde esa nación milenaria es el principal o el segundo socio comercial más importante. Chile, Perú y en una medida determinante también Brasil y Argentina dependen de sus exportaciones al gigante asiático para mantener andando la rueda de sus economías.
Un brasileño, Lucas Leiroz de Almeida, investigador en Derecho Internacional en la Universidad Federal de Río de Janeiro, cuestionó en un artículo publicado por el portal del grupo BRICS (club de las potencias del futuro del que forma parte China, Rusia, India, Sudáfrica y también Brasil) la información errónea y malintencionada de los medios hegemónicos internacionales. “Esto está creando una gran ola de odio contra todo lo que tiene que ver con China. Claramente, esta epidemia está siendo utilizada por las potencias occidentales como un medio de guerra híbrida”.
En ese artículo hace hincapié en una serie de situaciones, cada cual más insólita, en que ciudadanos o productos chinos sufren discriminaciones. El caso tal vez más irónico es el de un brasileño de origen japonés fue insultado por una mujer para quien todo el que tiene rasgos orientales evidentemente es chino.la comunidad japonesa en San Pablo es muy importante y de vieja ola inmigratoria.
En Barcelona ya se bajaron muchos asistentes al Congreso Internacional de Teléfonos Celulares (MWC por sus siglas en inglés) al que obviamente irían firmas chinas a exponer sus novedades. En la ciudad española eso genera una crisis incluso entre los empresarios del ramo de la diversión, según contó el dueño de un Night Club a la prensa. La Fórmula Uno, a su turno, aplazó el Gran Premio de China programado para Shanghái en abril.
Mientras tanto, comenzó a circular masivamente información sobre algunos detalles de la cepa del virus que da para la sospecha. Un veterano analista, Larry Romanoff, escribió en Global Research, un portal de estudios de política internacional, que el nCoV-2019 “parece estar muy centrado en los chinos”.
Y argumenta que estudios sobre armas biológicas de otros investigadores en medicina y biología, como Leonard Horowitz y Zygmunt Dembek, revelaron que se desarrollaron agentes que atacan particularidades específicas de cada grupo humano.
“Un grupo de virólogos chinos descubrió que al menos algunos chinos tienen una cantidad extremadamente grande de un tipo particular de célula en sus pulmones, que se relaciona con la regulación de la reproducción y transmisión viral”, abunda.
Lo más inquietante es que en su análisis, Romanoff descubre un estudio realizado en octubre pasado por el Centro Johns Hopkins Center para la Seguridad de la Salud, de Baltimore. Se trata del denominado Evento 201, un ejercicio de simulación financiado por la Fundación Bill y Melina Gates en colaboración del Instituto Pirbright del Reino Unido.
El estudio consistió en imaginar lo que podría ocurrir con la propagación veloz de un coronavirus genérico que en ese ejercicio causaban 65 millones de muertes. «Los esfuerzos para evitar tales consecuencias o responder a ellas a medida que se desarrollen requerirán niveles de colaboración sin precedentes entre gobiernos, organizaciones internacionales y el sector privado», decían en sus justificación para ese análisis.
Luego del estallido del mal, tuvieron que salir a atajarse de las críticas y suspicacias. “Para ser claros, el Centro para la Seguridad de la Salud y sus socios no hicieron una predicción durante nuestro ejercicio de mesa. Para el escenario, modelamos una pandemia ficticia de coronavirus, pero declaramos explícitamente que no era una predicción. En cambio, el ejercicio sirvió para resaltar los desafíos de preparación y respuesta que probablemente surgirían en una pandemia muy severa. Ahora no estamos prediciendo que el brote de nCoV-2019 matará a 65 millones de personas. Aunque nuestro ejercicio de mesa incluyó un nuevo coronavirus simulado, las entradas que utilizamos para modelar el impacto potencial de ese virus ficticio no son similares a nCoV-2019”, dijeron.
La duda incomprobable es si, como es fácil a esta altura puntualizar, el virus fue una creación de laboratorio muy conveniente para la economía estadounidense en su batalla contra China o una mera y preocupante casualidad de la que se aprovechan los enemigos de China.