La Cámara de Diputados retomó hoy el debate en comisión de los proyectos que buscan despenalizar el aborto, en la tercera jornada de discusión, en la que expusieron a favor y en contra de la propuesta de legalizar la interrupción del embarazo hasta la semana 14, médicos, abogados, filósofos, periodistas, representantes de ONGS y artistas.
Al abrir la reunión, el presidente de la comisión de Legislación General, Daniel Lipovetzky (PRO), coordinador de los encuentros, recordó que las reuniones son de carácter informativo y que no requieren quórum para celebrarse, al hacer referencia a la polémica por la ausencia de legisladores producidas sobre todo en el último plenario.
A diferencia de lo que sucedió en la primera semana de debate, en el primer tramo hablaron los expositores que están en contra, mientras que a la tarde lo hicieron los que están a favor.
La abogada Analía Mas fue la primera en exponer sus argumentos. El Estado laico es el único que permite la convivencia pacífica entre quienes tienen distintas opiniones, expresó.
Por su parte, el médico y funcionario del Ministerio de Salud porteño Fabián Portnoy aseguró que es imprescindible despenalizar el aborto porque las «complicaciones de abortos provocados son la primera causa individual de muerte maternas en Argentina», y señaló que si las mujeres tienen acceso al misoprostol (medicamento más sugerido para un aborto farmacológico) se podría evitar que mueran por abortos clandestinos.
Entre los oradores estuvo también el médico colombiano obstetra y especialista en planificación familiar expresó. Argentina se merece dar este paso. Es comprender que estamos ante el más precisado de los bienes. Ustedes tienen una gran oportunidad de hacer un cambio trascendental, está en sus manos esta oportunidad.
Uno de los testimonios más impactantes fue el de Muriel Santa Ana quien a través de su experiencia personal les habló duramente a los diputados y se refirió a los expositores que hablaron en contra de la aprobación de la ley.
Una semana antes del 4 de abril de 1992 fui al consultorio privado de un médico conocido por ser el jefe de obstetricia de un reconocido hospital público. Él me dio las recomendaciones y yo le di la plata, relató. Yo quedé embarazada a los 23 años y usaba un diafragma, y todas mis amigas también. Si aún hoy es conflictivo que un hombre use el preservativo, aduciendo pérdida de placer, imaginen que hace 20 años, el abuso era mucho peor. Nosotras nos poníamos el diafragma, y ellos se tranquilizaban, nosotras también, dijo.
Yo no tuve que recurrir ni a una zonda ni a una aguja de tejer. Yo no deseaba ser madre forzadamente. No deseaba inscribir mi cuerpo en el orden simbólico de la maternidad por imposición, recordó
Pasaron muchos años, conocí gente nueva, ideas nuevas y he cambiado. Pero lo que se mantiene intacto en mí, es que no admito que nadie se arrogue el derecho de legislar sobre mi deseo. Mías son mis decisiones, míos son mis deseos. Pero mi cuerpo, está visto, es un objeto político, sometido a tensiones ajenas a mí. El capitalismo, me pregunto, ¿qué mujer construye? Las mujeres no somos un frasco para que otros observen cómo germina en nosotros la continuidad de un sistema de crimen y exclusión.
Sobre el final de su exposición increpó a los expositores en contra del aborto. Acá, por lo que he visto, no se trata de debatir sobre los límites de la vida y de la muerte, porque entonces tengo una pregunta para hacerles, sobre todo a aquellos que no han tomado posición:¿qué significa para ustedes una mujer muerta? Acá se trata de aborto clandestino o aborto legal. El aborto existe, existió y existirá, legislen ustedes lo que legislen. Y sepan que si este proyecto fuera rechazado, llevarán de por vida sobre sus espaldas las muertas que produzca la industria del aborto clandestino, finalizó.
A la actriz le siguió el filósofo Darío Sztajnszrajber. Hay ciertas posiciones científicas o cientificistas que ocultan una metafísica, la misma experiencia empírica supone confiar la palabra en la transparencia de los sentidos. Esta falta de acuerdo se manifiesta con el debate del origen de la vida, ¿cuándo comienza la vida? ¿Cuándo se trata de una persona? ¿Cuánto abarca la vida? ¿Hay vidas más importantes que otras?, dijo el filósofo. Saquemos a la verdad de la cuestión pública pongámosla entre paréntesis. En nombre de la verdad se han cometido los más exterminios más grandes de la historia, no pueden convivir nunca la democracia y los absolutos, la democracia y la verdad, si hay una verdad y uno cree poseerla al otro se lo ningunea, se le quita entidad y se lo convierte en un enemigo, en un ignorante o en un asesino, proclamó.
El aborto es una cuestión política, hablemos entonces de política nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de las desigualdades sociales que condenan a muchísimas mujeres en situación de desventaja social a la práctica de abortos en situaciones infrahumanas. Cada mujer que se desangra por falta de acceso exige que el Estado intervenga, política no metafísica. Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de participar de la emancipación del proceso de emancipación cuerpo de la mujer, históricamente sojuzgado y naturalizada su expropiación. La naturalización del cuerpo de la mujer como receptáculo reproductor la ha condenado a la desapropiación de su propia autonomía. Una mujer que no decide sobre su propio cuerpo es una ciudadana de segunda. Política no metafísica. Si se promulgara la ley de interrupción del embarazo nadie te va a obligar a vos a que abortes no sigas vos obligando a muchas mujeres a no decidir por sí mismas. Política no metafísica. El aborto es una cuestión política, hagámonos cargo.
Luego la referente de MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) hizo referencia a una de las expositoras de la semana pasada quien había dicho que las mujeres que abortan pensaban con la bombacha.
Vivanco, sacó una bombacha para su exposición. Cerca de 500 mil mujeres abortamos por año en Argentina, todas pensamos con la bombacha. Muchas levantamos nuestra bombacha después de un aborto y volvemos a trabajar, muchas al Congreso de la Nación. Y no nos hacemos cargo del país horrible al que quieren que traigamos a nuestros hijos, no somos nosotras las que construimos la cultura de la desigualdad, no somos nosotras las que generamos la violencia que nos mata cada 29 hs, no somos nosotras. Ese país lo sostienen los poderosos, quienes hoy se oponen a la legalización del aborto y a reconocer el derecho a que las mujeres podamos decidir libremente sobre nuestros cuerpos y nuestro plan de vida.
Describió además algunas cifras. Alrededor de 76 mil mujeres llegamos a las guardias de los hospitales públicos con complicaciones derivadas del aborto clandestino. Muchas llegan con las bombachas manchadas de sangre por las hemorragias que provocan las malas prácticas clandestinas. Diez mil millones de pesos mueve cada año el negocio clandestino del aborto a costa de la salud y la vida de las mujeres que pensamos con la bombacha. Esto deja en evidencia que no estamos hablando de fe, ni de religión, mucho menos de defensa de la vida. Denunciamos el negocio millonario de la Salud privada. El que defienden quienes se oponen a la legalización del aborto, expresó.
Además brindaron su postura a favor de la despenalización del aborto las periodistas Débora Plager y Julia Mengolini, la ex diputada nacional y parlamentaria del Mercosur María Luisa Storani, la escritora María Eugenia Estenssoro y Sabrina Cartabia abogada feminista.