El debate sobre el poder de influencia de los medios de comunicación en las creencias y preferencias políticas de la sociedad recorre el mundo entero. A pocas semanas de que comience la campaña electoral para la próxima elección y tomando en cuenta la «campaña sucia» que ya está en danza, en algunos casos usando incluso escuchas telefónicas, la discusión se reaviva.
Los medios pueden apelar al sensacionalismo, al impacto, pueden armar informes donde lo que prima es el intento de verosimilitud y no la verdad. El tema es que para que todo eso tenga efecto hace falta una materia prima: que la sociedad confíe en lo que dicen.
El Grupo de Investigación @Agendas, conformado por estudiantes, graduados y docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, realiza desde 2013 un estudio de campo sobre la relación entre la prensa, las audiencias, y las preferencias políticas. La encuesta está centrada en un distrito en el que el consumo de medios es muy intenso, la ciudad de Buenos Aires. Su último sondeo, al que accedió Tiempo, contó con casi 900 casos presenciales y fue realizado durante el mes de mayo.
El dato más importante: la credibilidad. La pregunta concreta fue sobre el nivel de confianza, si es alto o bajo. Un 70% de los consultados contestó que tiene un bajo nivel de confianza en los medios de comunicación. La conclusión más inmediata sería que, por ende, su capacidad de influir también se devaluó.
«En el conjunto de los porteños los medios no ejercen tanta influencia como se cree», le dijo a este diario Daniel Cabrera, politólogo, docente de la UBA, de Flacso, y coordinador del grupo de investigación. «Lo que estamos viendo es que la prensa tiene mucho poder, pero no tanto como el que le adjudican los dirigentes políticos y otros sectores dirigenciales», remarcó, y agregó: «Nuestra propia investigación muestra que muchas veces lo que los diarios, la radio y la tele consideran un problema principal, no coincide con lo que la sociedad percibe como su principal preocupación. Es algo que se ha visto mucho los últimos meses, en los que los grandes medios han machacado con denuncias de corrupción sobre el gobierno anterior y para la sociedad su principal preocupación es la economía doméstica».
Otro ejemplo muy palpable que el politólogo puso sobre el tapete son las preferencias electorales. «Los medios más importantes son contrarios al kirchnerismo y favorables a Macri. La intención de voto en el electorado no va en el sentido de esas líneas editoriales. Sí lo fue en 2015 y 2017, pero ahora no».
El académico contó también por qué casi siete de cada diez porteños no confía en la prensa. «La respuesta que nos dieron los encuestados es que los medios quieren manipular a la opinión pública. El nivel de desconfianza es muy alto y sigue creciendo».
Caída de Macri
El alto nivel de desaprobación que tiene la gestión del presidente Mauricio Macri no es novedad. El gobierno nacional tuvo un momento de clivaje particularmente singular. Su cénit y el inicio de su caída se encuentran casi en el mismo punto. Todo ocurrió en el último trimestre de 2017. En octubre, con un resultado nacional que rondó el 42%, Macri terminaba de conquistar el poder que no había logrado en 2015 porque había perdido la primera vuelta. Sesenta días después, en diciembre, con la aprobación de la reforma jubilatoria, comenzaba su sendero descendente en el respaldo social, con altas y bajas, pero con una tendencia constante cuesta abajo.
Lo que no suele difundirse tanto es lo que pasa en la patria chica de Macri, la ciudad de Buenos Aires, el distrito con un PBI per cápita comparable con los europeos que le sirvió de vidriera para la presidencia.
El dato central de la encuesta realizada por @Agendas es el rechazo a la gestión de Macri entre los porteños. El 63% tiene opiniones negativas y sólo el 19 positivas. Las cifra son coincidentes con las de otras encuestas de alcance nacional, es decir, los capitalinos no perciben de modo diferente la acción de gobierno de su exalcalde.
«Parcialmente nos sorprendió ese resultado», dijo Cabrera. «Es el lugar donde nació su partido político. Según nuestras encuestas, hace un año que los porteños vienen mayormente prefiriendo no volver a votarlo. La elección de 2017 había sido muy buena y luego cambió el clima. Lo que sucede a nivel nacional se refleja en la Ciudad».
Al ser consultado por los motivos de la caída, Cabrera destacó la «permanente inestabilidad del dólar, las devaluaciones y sus efectos inflacionarios».
Respecto de la fidelidad del votante capitalino, el académico sostuvo que «el elector porteño cambia fácilmente de humor. Es cierto que el PRO gobierna desde hace casi 12 años, pero si levantamos un poco la mirada y analizamos las últimas tres décadas, en la Ciudad ha ganado el radicalismo, luego Menem, el Frepaso, y hasta la Ucedé. Es un voto más pragmático y cambiante que el de otras provincias».
Respecto del impacto que el rechazo al ejecutivo nacional tiene sobre su aliado Horacio Rodríguez Larreta, Cabrera remarcó: «La gente discrimina entre ambas gestiones. Y la diferencia central es que no responsabilizan a Rodríguez Larreta por la situación económica». «