El Gobierno porteño ratificó el regreso a las aulas para el 17 de febrero y presentó el plan “Primero la escuela” que propone la vuelta escalonada. Investigadoras e investigadores de aerosoles (aquellas gotas emitidas al hablar, toser o estornudar que permanecen en el aire y pueden producir contagios) alertan sobre la necesidad de tener en cuenta este tipo de transmisión para volver a la presencialidad. Tiempo Argentino habló con especialistas para saber cuáles deberían ser las medidas que la administración de Horacio Rodríguez Larreta o cualquiero otro gobernante debería tener en cuenta para garantizar la seguridad sanitaria en las aulas.
“Es muy importante porque en ambientes cerrados se pueden producir eventos de supercontagio, es decir, que una sola persona infectada puede contagiar a muchas. La ventilación es clave para reducir el riesgo de que ocurran este tipo de eventos”, explicó Andrea Pineda, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la UBA-CONICET.
Por otro lado, desde la la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el CONICET realizaron un aporte desde las Ciencias Atmosféricas para prevenir la propagación del coronavirus. El doctor en Química Julián Gelman Constantin explicó: «Las personas cuando respiramos además de emitir aerosoles, emitimos dióxido de carbono. En un ambiente mal ventilado, aumenta la concentración de dióxido de carbono, por lo tanto, aumenta la cantidad de virus circulando si es que hubiera una persona contagiada”. “Cada escuela debería tener al menos un sensor de dióxido de carbono de buena calidad e ir midiendo los ambientes. Si con esa ventilación, el nivel de dióxido de carbono se mantiene por debajo de 800 partes por millones (ppm) en aire, es que estamos más o menos bien. En cambio, si tengo valores de 2000 ppm, quiere decir que tengo que esforzarme más en ventilar o poner menos gente en esa aula. En el aire exterior hay 400 cuanto más cerca de eso, mejor. Si medís un viaje en auto con la ventana cerrada y el aire acondicionado, llegás a 2000. Cuanto más chiquito es el ambiente, más peligroso”, explicó.
El físico y docente de la Universidad Nacional de Hurlingham, Jorge Aliaga, sostuvo que “la medida extrema más segura de no abrir las escuelas no es viable políticamente, entonces lo que se hace es acumular medidas. Ninguna es 100% segura, pero la acumulación aumenta las seguridades”. Además, advirtió sobre la complejidades del transporte público. “Un problema adicional de los grandes centros urbanos es que muchos van a escuelas en otro barrio. Deberían poder definirse buenos indicadores epidemiológicos serios de cada lugar. En la Ciudad se podría hacer una cosa así por barrios en la medida en que la gente no se trasladara de un lugar a otro. Por ejemplo, si uno dice «Lugano tiene menos casos que en Palermo», bueno, entonces tomemos una decisión distinta en Palermo. Eso ocurre bien mientras que la gente de Lugano no se mueva a Palermo. Ahí tenés una complejidad en los centros urbanos para segmentar. Eso se aplica también en el Área Metropolitana. Hay gente que vive ahí y van a cursar a CABA y viceversa. Si vos tenés un transporte que tiene ventanas cerradas y aire acondicionado sin filtros y sin renovación de aire, es un peligro. Los subtes ¿tienen renovación de aire con filtro? El número que alcanza para no correr riesgo depende de las condiciones de ese vehículo. ¿Van a certificar cada vehículo? Eso sería un análisis fino y serio. ¿Es posible con la cantidad de vehículos que hay? No sé”, planteó el exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
A medir el aire
Una de las opciones para reducir este riesgo en las aulas es medir cuán respirado está el aire. “Hay detectores de dióxido de carbono comerciales que cuestan entre 20 y 30 mil pesos. A lo mejor para una casa es costoso, pero para una institución, no tanto. Estamos haciendo 50.000 testeos de PCR por día y estos sensores cuestan más o menos 5 PCR en promedio. Se están invirtiendo en testeos 10.000 sensores de estos por día en algo que es un consumible, mientras que un equipo de estos dura años”, explicó Aliaga, quién además propuso un esquema de armado libre en su página web para universidades y escuelas técnicas. “La Universidad de Hurlingham está lanzando una convocatoria de pasantía para construir 200 para las escuelas del municipio. Está a la escala de una universidad para resolver un problema local. Además, ya hay cuatro empresas que están empezando a fabricar. El virus no se ve, esto te permite ver las gotitas de aire donde va el virus. A mí, comprando las partes sin ganancia y sin mano de obra, me salió 6500 pesos”, explicó Aliaga.
Por otra parte, Gelman Constantin comentó que hay actividades más riesgosas que es mejor hacer al aire libre, como clases de música o de actividad física ya que la respiración agitada y con boca abierta genera más aerosoles. Pineda agregó: “Si no es posible hacer las cosas al aire libre, con barbijo y distancia, lo recomendable en interiores es mantener la mayor distancia posible, usar barbijo de al menos tres capas con buen ajuste a toda la cara y ventilar permanentemente”. «