En una presentación súbita, las urnas brasileñas sentenciaron lo preanunciado por las encuestas: Jair Bolsonaro es el nuevo presidente de Brasil. Con ésto, se consuma el golpe abierto con la destitución de Dilma Rousseff en 2016, dejando en el gobierno al poder fáctico de las Fuerzas Armadas y el multimedio Record de la Iglesia Universal.
Se cierra un ciclo abierto en 1980, con las huelgas de los metalúrgicos y el surgimiento del PT-Partido dr los Trabajadores con el liderazgo de Inacio Lula Da Silva. Desde la democratización, el PT siempre estuvo en ascenso, participó con chanches de todas las contiendas presidenciales, incluso ganó cuatro y hoy pierde con su principal referente en la cárcel.
Sobreviene una especie Democradura en Brasil, donde peligran todos los derechos civiles y conquistas sociales alcanzadas. De hecho, Michel Temer ya avanzó con una reforma laboral que retrotrae al siglo XIX las obligaciones del empleador, y congeló el gasto social por 20 años, provocando una tendencia de exclusión al acceso a la educación, la salud o la vivienda. Ahora, la principal agenda es la privatización del sistema de previsión social, dejando a las ciudadanía sin derecho a la jubilación.
Se suma la entrega de las reservas de petróleo a capitales privados que, expectante de ganancias siderales ante un aumento del precio del barril, principal foco de la disputa contra la política inclusiva de los gobiernos del PT, es capaz de.recurrir inescrupulosamente a cuanta maniobra sea necesaria. Medidas que serán sustentadas desde un autoritarismo racista, xenófobo, misógino, y homofóbico; para desguarecer a la mayorias de sus derechos sociales.
Y si bien el PT logró el apoyo del 45%, unos 45 millones de.votos, siendo la bancada más grande en el parlamento, y logró 5 gobernaciones, a lo que se suman casi 400 intendencias obtenidas en 2016, pareciera no alcanzar. Porque, hace cuatro años, cuando los dirigentes del PT, en plena reelección de Dilma decían que habría un golpee parecía una exageración, ahora sostener que se abre una etapa de autoritarismo en Brasil no parece descabellado.
Porque el escenario se hace cada vez más sombrío, con la amenaza de encarcelar a líderes de oposición, especialmente del PT, como sucede con Lula, que de mantenerse preso prodría significar su muerte en la cárcel y al que podrían sumarse Lindbergh Farias -el influyente senador carioca que ayer quedó sin fueros al no ser reelecto- o el mismo Fernando Haddad, convirtiendo a Brasil en una verdadera Dictadura.