La intervención china logró unir a dos países enfrentados por años, algo clave en el actual contexto regional. El rol de Rusia y Estados Unidos y el extremismo de Israel.
China, segunda economía del mundo, ha jugado un papel central en el acercamiento entre Teherán y Riad. En marzo, el presidente chino, Xi Jinping, ayudó al nuevo encuentro entre Irán y Arabia Saudita en una muestra de la creciente influencia de Beijing en Medio Oriente. Dicho acuerdo, entre dudas y desconfianzas, poco a poco se va sellando, en lo que no solo representa un triunfo anunciado para una región conflictiva donde EEUU ha sido s el principal mediador por decadas, sino también para China, que suma poder en el sistema global.
China, que tiene intereses económicos con los países árabes, sostiene que su papel mediador no implica injerencia en asuntos internos, sino todo lo contrario. El ministro de Relaciones Exteriores chino aseguró que «Beijing apoya a los países de Medio Oriente para que defiendan su independencia estratégica, se deshagan de la ‘interferencia’ externa y mantengan el futuro de la región en sus propias manos».
El acuerdo entre estas potencias aflojó una de las tensiones más preocupantes para la estabilidad regional, como reconoce el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrres. Un paso pendiente es establecer un alto el fuego permanente con los hutíes de Yemen, enfrentados al reino y apoyados por Irán.
Mientras que para la ONU el acercamiento es positivo, para los EEUU la nueva relación de estos dos socios de los BRICS es para observar con cautela: Irán es su enemigo y el 9 de junio Arabia Saudita salio del sistema petrodólar para comerciar petróleo en otras monedas.
La desconfianza de los EEUU se hace saber a través de sus voceros como Vedant Patel o William Burns, director de la CIA, preocupados por el desarrollo nuclear de Irán y la lucha contra el “terrorismo global” que supuestamente estaría financiado por Teheran.
En esta nueva etapa, Arabia Saudita también podría sospechar del programa nuclear de Irán, que ha avanzado significativamente desde que Estados Unidos se retiró de manera unilateral del acuerdo nuclear de 2015 con Iran y las potencias mundiales. Tim Lenderking, enviado especial de la Administración Biden para Yemen, se mostró escéptico al afirmar que «los sauditas continuarán observando con atención» los movimientos del canciller iraní.
Abbas Argachi sostiene que en este contexto bélico se hace imprescindible fortalecer los vínculos políticos, la seguridad y la economía con sus vecinos árabes. Hoy Irán es quizás el país más comprometido en el conflicto. Luego de las provocaciones y agresiones directas de Netanyahu, el gobierno iraní decidió responder gradualmente con la Operación Promesa Verdadera el 13 de abril al ataque aéreo israelí a su consulado en Damasco y, el 1 de octubre, luego del asesinato de Hassan Nasrallah, líder del Hezboláh. Las operaciones militares iraníes se encuadran en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas que valida el derecho a la legítima defensa.
La violencia desproporcionada de Israel y su afán de conquistar territorios árabes -como dijera su ministro de finanzas Bezael Smotrich una de las espadas políticas más filosas del régimen de Netanyahu- para conformar un estado judío que incluya Jordania, Arabia Saudita, Irak, Egipto, Siria y Líbano, conduciría a una catástrofe de proporciones. Pero sin el apoyo de los EEUU y los socios de la OTAN, Israel está limitado militar y financieramente.
Rusia y China protegerán a Irán por varios motivos. Por ser productores de gas y un punto estratégico de las rutas comerciales de los BRICS. También, según medios árabes, para evitar un enfrentamiento de Israel y los EEUU contra Irán, Rusia podría entregarle al país persa ojivas nucleares y operadores técnicos que sirvan para disuadir cualquier posibilidad de invasión. Sin embargo, la real-politik pone a China en mejores condiciones como pacificador porque no tiene grandes conflictos, como Rusia.
Todas las piezas de este complejo ajedrez están en movimiento y tensión. Arabia Saudita, que era en uno de los principales aliados de EEUU en Medio Oriente, está alejándose de Washington, mientras que Irán pasó a ser el único enemigo declarado de Washington desde la instauración de la República Islámica.
Hoy toda la responsabilidad de la situación está puesta en los EEUU y su gendarme insensato y alocado, Netanyahu, quienes están llevando adelante uno de los genocidios más atroces de la historia
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