El 15 de enero, en la apertura de las sesiones del Parlamento de la Federación de Rusia, el presidente Vladimir Putin hizo un discurso disruptivo ante los miembros de la Duma (Cámara Baja), el Consejo Federal (Alta), 1300 invitados y 885 periodistas. Realizó un balance de la gestión del último año, y propuso una enmienda a la Constitución de 1993. Designó un cuerpo de 75 especialistas para elaborar los cambios que estarán sujetos a una consulta popular.
Sus sugerencias van dirigidas a dar más poder al Parlamento y otorgarle carácter constitucional al Consejo de Estado. Hasta hoy este órgano es designado por el presidente, con la reforma constitucional propuesta pasaría a ser ungido por el Poder Legislativo. El Parlamento, entonces, pasará a tener la facultad no sólo de acordar las designaciones del primer ministro y demás miembros del gobierno propuesto por el presidente, sino que aprobará (o no) sus sugerencias. Asimismo, a partir de la aprobación de estos cambios, el jefe de Estado deberá consultar con el Consejo Federal la designación de las autoridades militares y de la seguridad. También tendrá la facultad de remover jueces del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional del Poder Judicial de la Federación, potestades que en la actualidad se encuentran en manos del Ejecutivo.
El presidente, por otro lado, puso el acento en la necesidad de transformar el crecimiento demográfico (de un 1,5% a 1,7% anual), en un país con un preocupante estancamiento de su número de habitantes. Recordemos que hoy Rusia cuenta con más de 17 millones de km2 y 145 millones de personas.Se otorgará un subsidio por maternidad por el primer hijo de 46 mil rubros (unos U$S 7500), y por el segundo hijo que pasará de 46 mil a 66 mil rublos (unos U$S 10 mil). Además, las familias que tengan hijos entre 3 y 7 años recibirán una ayuda mensual especial.
El jefe de Estado también propuso al Parlamento la necesidad de que la población acceda gratuitamente al servicio nacional de Internet y reivindicó la creación del archivo más importante del mundo sobre documentos de la II Guerra Mundial. Por último, resaltó que Rusia se convirtió, por primera vez en la historia, en líder mundial en el campo de armamentos, aunque con fines no guerreristas.
A las pocas horas renunció en pleno el gobierno encabezado por el primer ministro Dimitri Medvedev, quien pasaría a ocupar el cargo de vice del Consejo de Seguridad. Fue nombrado en su lugar Mijail Mishustin.
El nuevo primer ministro de 53 años es ingeniero de profesión, doctor en Economía y especialista en Informática, estuvo al frente del Servicio Tributario del país desde el año 2010 logrando importantes éxitos en la recaudación y convirtiéndose en un referente mundial en su labor de digitalización del sistema impositivo. Según sus propias declaraciones al asumir se abocará a la creación de las condiciones necesarias para un mejor clima de inversiones, a la estimulación del desarrollo tecnológico de la economía rusa y el aumento de los salarios de la población. La designación del nuevo primer ministro fue aprobada por el Parlamento con 383 votos a favor, ninguno en contra y 41 abstenciones, entre ellas las de la bancada del Partido Comunista de la Federación Rusa.
¿Por qué en este momento Putin hace estos anuncios, y con qué intención?
1) Putin es un político sagaz, intuitivo, gran estratega y estadista reconocido a nivel mundial, que maneja brillantemente los tiempos políticos y conoce a su pueblo. En la ciudadanía hay insatisfacción y cierta indiferencia producto de un retroceso en las condiciones de vida. Ya se había manifestado en las últimas elecciones municipales: el partido oficialista, Rusia Unida, había perdido apoyo popular a pesar de ser el más votado. El pueblo ruso tiene una alta capacidad de resistencia, pero cuando reacciona suele ser un torbellino. Sin embargo, el presidente “tiene calle” y es conciente que “debe curarse en salud”.
2) En los primeros años del siglo XXI, gracias al alto precio de los commodities, pudo redistribuir la riqueza de la nación en forma más equitativa favoreciendo a los sectores populares, pero eso alcanzó un techo. Los activos, tanto en política interna, como por ejemplo la recuperación del orgullo nacional, y en el ámbito internacional, con la reaparición del país como gran potencia, son logros que hay que revalidarlos permanentemente en un mundo con alta volatilidad. En Rusia son necesarias reformas estructurales en la economía. Hasta hoy no ha podido, salvo en el área militar y en el informático, transformar su industria con la incorporación de tecnología de punta. El país tiene hoy una economía primarizada basada en la exportación de petróleo y gas. A esa dificultad hay que sumarle las sanciones norteamericanas a partir de 2014, donde a causa de ellas las empresas europeas que hacían el tendido de caños por debajo del mar Báltico para llevar el suministro de gas a Alemania y Europa, se retiraron paralizando el gasoducto Nord Stream II. El canciller Sergei Lavrov manifestó que la obra continuará con otras empresas. .
3) En 2024 Putin debe dejar la presidencia, y no está claro como seguirá la sucesión en el interior del poder ejecutivo, desde allí que el líder ruso intenta planificar el futuro. Por un lado propone otorgar mayor poder al parlamento (reclamo que venía haciendo la oposición), y por el otro, jerarquiza la figura del Consejo de Estado. Es muy probable que esté buscando reducir la influencia presidencial, y desde otro espacio poder seguir influyendo en el destino de un país cuyo pueblo siempre ha priorizado las conducciones con mucha autoridad. En el contexto geopolítico actual Rusia no puede prescindir de una figura como Putin.
4) La decisión de los anuncios está enmarcada en una tendencia mundial de apoyarse en la legalidad institucional nacional, y distribuir el poder para proteger la soberanía del país amenazada por la globalización financiera trasnacional. El presidente fue claro al respecto: “se respetarán todos los acuerdos internacionales en la medida en que no estén en contradicción con las leyes nacionales”.
El gobierno ruso se enfrenta hoy a una nueva situación donde el modelo de acumulación y distribución de riquezas actuales se hace poco sustentable, y desde allí que se necesita dar un salto cualitativo en el crecimiento económico, aunque esto traiga consigo una agudización de la pugna distributiva. También es probable que resurja con más vigor una lucha de clases que aparecía dormida. En ese marco, Rusia está ante un gran desafío: por un lado, dar respuestas a una sociedad demandante, y por otro adecuar su capacidad y densidad nacional para poder enfrentar los cambiantes escenarios en el contexto internacional, con el fin de defender la soberanía y sostener la posición de gran potencia que reconquistó.
¿Éstas medidas redundarán en un simple maquillaje para que nada cambie, o Rusia será capaz de avanzar superando su esquema socio económico cuestionado y su matriz productiva atrasada en beneficio de su pueblo? Sólo el tiempo tendrá esa respuesta. En principio, el aporte hecho a la nación por el presidente Vladimir Putin merecerá un voto de confianza. «
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