La llegada de bombarderos rusos a Venezuela para realizar ejercicios militares con las fuerzas bolivarianas puso en estado de alerta a EE UU, siempre al acecho, y a la vecina Colombia.
Los acuerdos militares entre los gobiernos de Vladimir Putin y Nicolás Maduro tienen ya un tiempo de gestación y responden a intereses geopolíticos muy claros que se suman a los convenios de cooperación económica. Durante los días en que se realizaron los ejercicios, Maduro se mostró duro con gobiernos regionales a quienes acusó de conspirar junto con Estados Unidos para buscar una salida intervencionista en Venezuela. El miércoles dijo que el consejero presidencial de Donald Trump, John Bolton, fue “nombrado como jefe” de un plan para derrocarlo. La semana de Maduro concluyó en Cuba, junto a sus aliados de la Alianza Bolivariana para América (ALBA) donde aseguró que “los gobiernos y pueblos libres de Latinoamérica y el Caribe, derrotaremos al imperialismo”.
El lunes, dos bombarderos Tu-160, un avión de transporte An-124 y un avión de pasajeros Il-62 aterrizaron en el aeropuerto de Maiquetía para ejercicios de defensa, tras cubrir una distancia de más de 10 mil kilómetros.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, rechazó esas maniobras al acusar a Moscú y Caracas de ser «dos gobiernos corruptos derrochando fondos públicos y reprimiendo la libertad mientras su pueblo sufre». Rusia criticó esa declaración como «poco diplomática» e «inaceptable». «Una falta tan evidente a las reglas de la etiqueta diplomática no puede ser considerada como un incidente banal. Lo que el jefe de la diplomacia estadounidense dijo es inaceptable, y eso sin mencionar que no es para nada profesional», señaló el ministerio de Relaciones Exteriores ruso en un comunicado.
La reacción de Pompeo «no es solo irrespetuosa, es cínica: EE UU posee al menos 800 bases militares (conocidas) en 70 países», escribió en Twitter el canciller venezolano, Jorge Arreaza. «Hoy, 75 de los 107 programas de EE UU para cooperación en seguridad operan en América Latina», agregó.
En el encuentro entre pares del 6 de diciembre, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, expresó su esperanza de que los barcos de la Armada y los aviones militares rusos puedan entrar a los puertos y seguir aterrizando en los aeródromos de Venezuela, respectivamente, para recibir servicios de mantenimiento. Durante su encuentro con su homólogo de Venezuela, Vladimir Padrino López, Shoigú destacó que la cooperación entre Moscú y Caracas «va bastante bien», debido al «intercambio regular de especialistas y delegaciones» y «el buen trabajo en el campo de la educación», entre otros aspectos. Los militares rusos «obtienen una importante experiencia» con esos vuelos de larga distancia y tienen la oportunidad de «mantener su equipo de combate en buenas condiciones», dijo. Un día antes, Putin y Maduro firmaban en las afueras de Moscú contratos para garantizar inversiones petroleras de 5.000 millones de dólares.
Padrino López, aseguró además que los operativos combinados tienen como objetivo incrementar las medidas de seguridad entre ambos países. No fue casual que Maduro afirmara el jueves que daría «la madre de las batallas» si es atacado militarmente.
La reacción de su principal vecino, Colombia, fue de “alerta” ante lo que su presidente Iván Duque llamó ejercicios militares «inamistosos» y calificó las prácticas de «herramientas de provocación» por parte de Maduro. Su gobierno, en cambio, ha habilitado sus aguas territoriales para maniobras de buques del Comando Sur en un supuesto plan de “asistencia humanitaria” a venezolanos.
El Nacional dejó de salir en papel y culpa a Maduro
«Hola Nicolás, nos vemos en la web». Con esa frase el diario histórico venezolano, El Nacional, de 75 años, anunció que dejará de circular en papel adjudicando esa decisión a las políticas de control del papel en manos del estado que preside Nicolás Maduro. El informativo, que tuvo 72 páginas en cinco cuerpos y varias revistas, había recortado sus ediciones a 16 páginas y limitado su circulación a cinco días a la semana. Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), se trata de «una regresión más» de la libertad de expresión en Venezuela. El Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) a su vez afirma que en 2018 dejaron de circular 26 diarios en Venezuela, 20 de los cuales cerraron definitivamente, la mitad de los 55 que, según esta organización, desaparecieron desde 2013, cuando el gobierno creó una empresa estatal que controla la circulación de papel.
El pase a formato digital fue tomado por la oposición venezolana como la consecuencia de un “ataque” a los “medios independientes” de parte del gobierno, un tema que ha sido objeto de disputa desde que el propio Hugo Chávez llegó al poder. “Más temprano que tarde nuestra Venezuela recuperará la democracia y la libertad de expresión”, aseguró el gobernador de Miranda, Henrique Capriles.
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