Durante este domingo, la democracia brasileña se manifestará nuevamente, esta vez eligiendo gobiernos locales. Desde las 8 de la mañana hasta las 17 hs Más de 155 millones elegirán a sus prefectos y vice, además de las representaciones en las cámaras municipales de 5569 ciudades. Incluso en 103 de ellas, que tienen más de 200 mil habitantes, podría haber segunda vuelta el próximo 27. Por ejemplo, la estratégica San Pablo, con sus casi 11 millones de habitantes.

Si bien son elecciones de nivel local, donde cada distrito tiene sus peculiaridades políticas, las referencias de las candidaturas de los partidos, federaciones y alianzas se polarizan por la dinámica nacional.

Especialmente en San Pablo, donde  Lula apoya a un candidato que no es de su partido, Guilherme Boulos (Socialismo y Libertad), un joven dirigente universitario de 42 años, que fue candidato a presidente de la República en 2018 y disputó la segunda vuelta por la Alcaldía de San Pablo en 2020. Está acompañado por Marta Suplicy, quien gobernó la ciudad entre el 2001 y 2005, marcando su regreso al Partido dos Trabalhadores.

En tanto que el exmandatario, Jair Bolsonaro tampoco apoya a un partidario propio, sino que adhiere al actual Prefecto Ricardo Nunes, un ultraderechista que asumió el cargo tras el fallecimiento de Bruno Covas. Es miembro del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) y estará acompañado por un excoronel de Policía Militar, Ricardo Mello Araújo, con respaldo del Partido Liberal, de Bolsonaro.

Los sondeos indican que habría segunda vuelta entre Nunes y Boulos, ambos oscilan entre 23 a 27% de intención de voto. Podría dar una sorpresa un díscolo del bolsonarismo, Pablo Marçal, quien aspira ser candidato a presidente en 2026, ya lo intentó en 2022, y ahora atraer a un 20% de los paulistas.

San Pablo es la madre de las batallas pero no la única. El PT buscará recuperar el peso territorial perdido tras el impeachment a Dilma Rousseff en 2016: pasó de tener 636 prefecturas en 2012 a 261 en ese año y solo 183 en 2020. Una recuperación electoral sería proyectar la performance del gobierno de Lula.

Por su parte, Bolsonaro buscará capitalizar los resultados que puedan obtener la derecha y centroderecha para buscar aliados para 2026, de lograr levantar su inhibición. Encuentra un panorama favorable en los 103 municipios con segunda vuelta: 60,5 millones de electores, el 38,8% del electorado. El Partido Liberal encabeza las encuestas en 17 ciudades, seguido por el Partido Social Democrático (16); Unión Brasil (14); el Movimiento Democrático Brasileño (10)  y los Republicanos (9).

En el espectro de izquierda, el PT solo lidera en seis ciudades de esas 103: Goiânia (Goiás), Contagem (Minas Geraís), Juiz de Fora (Minas Geraís), Diadema (San Pablo), Anápolis (Goiás) y Camaçari (Bahia). Y de sus aliados, el Partido Socialista Brasileño (PSB) en Recife (Pernambuco), Ananindeua (Pará) y São José do Rio Preto (San Pablo); y el Partido Democrático Trabalhista (PDT) en Niterói (Río de Janeiro).

Si bien el resultado depende fuertemente de temas parroquiales y los datos electorales no determinan la elección de 2026, porque las preferencias del electorado son diferentes a nivel local y nacional, esta elección será un termómetro del tablero nacional del poder de los partidos políticos para las alianzas y coaliciones futuras. De hecho, el impacto más inmediato se va a expresar en el Congreso en 2025, porque va a generar un reposicionamiento, en especial en la disputa por la Cámara de Diputados, donde se deberá definir el sucesor del presidente actual, Arthur Lira del Partido Progresista de Alagoas. La performance electoral de los partidos políticos proyecta las candidaturas para la legislativa nacional de 2026, las que, según muchos analistas, tiende a ser un reflejo de este resultado.

Si bien la presidencial de 2026 tiene dinámica propia, los resultados pueden condicionar el esquema de armado de Bolsonaro, en especial para buscar su relevo en tanto que está inhibido, y el de Lula, que también deberá pensar en la continuidad de su gestión.