La apertura hacia los refugiados ya no le da réditos políticos, ante el avance de la derecha, que haría una muy buena elección en 2017.
En solitario, desde un atril, Merkel habló ante los suyos. Detrás colgaba un cartel con una sola frase, dividida por un punto: Nuestros valores. Nuestro futuro. Merkel es el centro de la política alemana. Detrás suyo encolumnó al otro gran partido alemán, a la vieja socialdemocracia (SPD), por dos períodos y no hay líder dentro del statu quo que pueda ensombrecerla. Entre 2005 y 2009, y desde 2013 hasta hoy, cogobiernan el país en una alianza que se conoce como la Gran Coalición. Así, la centroizquierda y la centroderecha marchan unidas, casi idénticas.
Por esto la amenaza para Merkel no radica tanto en que la socialdemocracia técnicamente pueda arrebatarle la conducción del país. Un escenario posible, pero, por ahora, improbable. Ubicada en la segunda posición según las encuestas, el SPD fantasea con una eventual alianza con los Verdes y con La Izquierda (Die Linke) que pudiera darle los votos necesarios en el Parlamento para que uno suyo alcance la cancillería.
La amenaza está afuera y acá la llaman populismo. Una categoría compleja, difusa, vaga. Por eso, para especificar, dicen que en este caso es de derecha. Populismo de derecha en Gran Bretaña, en Holanda, en Italia, en Austria, en Hungría, en todos lados. Y Merkel va por un cuarto mandato para, justamente, luchar contra el populismo.
La CDU sabe que para expandirse necesita aceitar su conservadurismo, ahí es donde viven la AFD y varios otros grupos mucho más radicales. Por eso en el Congreso partidario de esta semana en Essen, los delegados debatieron en torno a más de una docena de iniciativas que tienen por fin endurecer las leyes migratorias y de asilo. Merkel prometió que no habrá suba de impuestos. Pero también habló de prohibir la burka en los espacios públicos y aseguró que no todos los refugiados que llegaron en los últimos años producto de su propia decisión de apertura podrán quedarse.
No hay todavía fecha exacta, pero lo habitual es que las elecciones se realicen entre agosto y octubre. Se elegirán 630 parlamentarios que a su vez iniciarán los diálogos para elegir a un nuevo gobierno. Ese será el momento de las alianzas y la rosca. Para eso falta. Hoy, ahora, es la etapa de definirse para diferenciarse, de buscar un programa propio, atractivo, seductor. Que no todo sea igual, porque si no, saben, los devoran los de afuera. «
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