Más de un millón de maestros protagonizaron paros de hasta diez días en Arizona, Oklahoma y otros estados republicanos. El reclamo no se limitó a los aumentos salariales, sino que exigió el fin de los recortes en los establecimientos estatales.
En Arizona, el Senado estatal aprobó el jueves un aumento de salarios poco después del amanecer ante la desesperación del gobernador Doug Ducey, republicano, quien firmó la medida inmediatamente. La ley incrementa el salario de los docentes en un 9% en el otoño y un 5% tanto en 2019 como en 2020. Ya se había aprobado un incremento del 1%, así que el paquete asegura un aumento general del 20% en cuatro años. El aumento representa un gasto presupuestario de 300 millones para el próximo año.
El paquete fue menos de que lo pedían los maestros, quienes en general querían más fondos escolares, pero con las medidas de fuerza les torcieron el brazo a los reacios legisladores. Los docentes pretendían que los fondos volvieran a ser los mismos que los que recibían antes de la recesión, que hubiera aumentos regulares, que los pagos sean competitivos para el personal de apoyo y que les prometan que no se adoptarán recortes impositivos hasta que la asignación de fondos por cada estudiante llegue a estar a nivel del promedio nacional.
Pese a no haber logrado lo que exigían, los maestros volvieron a las aulas y entre el viernes y esta semana se regularizará el dictado de clases. «Regresaremos a nuestras escuelas, salones de clase y con los estudiantes enterados de que hemos logrado algo verdaderamente histórico», dijo una declaración conjunta emitida por el presidente de la Asociación de Educación de Arizona, Joe Thomas, y la presidenta de la Asociación Nacional de Educación, Lily Eskelsen García.
Como Oklahoma, Arizona es uno de los estados con mayores recortes al presupuesto de la educación: 1000 millones de dólares menos en diez años, según el sindicato Arizona Educators United. Tras una paralización de más de diez días, los maestros en Oklahoma obtuvieron un aumento de 6000 dólares al año, aunque no todas sus exigencias para el presupuesto para la educación; mientras que en Virginia Occidental se aprobó un incremento salarial del 5 por ciento.
Sin embargo, los educadores de Arizona no están conformes con lo logrado, lo que hace prever nuevos conflictos. «Es sumamente frustrante darse cuenta de que hay muchos legisladores que no entienden las necesidades de nuestras escuelas, de nuestros estudiantes. Esta huelga no sólo es para que los maestros tengan mejores salarios, nuestra lucha es por todos», dijo Carla Soto, maestra en Tucson. La educadora dijo que le habría gustado que, como parte del paquete presupuestario aprobado, se hubieran incluido medidas para reducir el número de estudiantes por clase, así como más fondos para computadoras y equipo de ciencia.
Lindsay Breon, maestra de una escuela primaria en Phoenix, indicó que muchos profesores con maestrías y especialidades están «huyendo» en busca de empleo en otros estados que ofrecen mejores salarios y oportunidades, pues el salario medio de un educador en Arizona es de 32 mil dólares.
La Legislatura dejó fuera varias de las demandas de los educadores, como que se restauren los 1500 millones de dólares que se les han recortado a las escuelas desde 2006, al inicio de la recesión económica, o que el aumento salarial del 20% se diera en dos años y no en tres.
Noah Karvelis, uno de los líderes de las protestas, dijo a miles de maestros que se agolparon frente al Capitolio estatal que la lucha continuará. «Ganamos la primera batalla, pero ahora debemos ganar la guerra», aseguró.
La docente rebelde es premiada
En medio de las huelgas de maestros en diversos estados, Donald Trump entregó en la Casa Blanca el Premio Nacional a la Maestra del Año a una docente que, si viviera en Arizona, habría estado de paro. La profesora Mandy Manning recibió el galardón con la satisfacción de haber cumplido un objetivo: elevar el perfil de sus estudiantes refugiados e inmigrantes con Trump.
Para ello, Manning dijo que había entregado directamente al mandatario cartas de sus estudiantes, quienes son todos refugiados e inmigrantes inscritos en una escuela en Spokane, Washington.
«Mi objetivo es compartir las historias de mis estudiantes», agregó Manning. Y más allá de eso, «enviar un mensaje, no sólo a mis estudiantes inmigrantes y refugiados, sino a la comunidad LGTB, que son buscados, que son amados, que son suficientes y que importan». Trump ofreció elogiosas observaciones sobre Manning, pero no mencionó a sus estudiantes o refugiados.
Manning usó el evento como protesta silenciosa, al ponerse varias insignias sobre su vestido, incluyendo una de la Marcha de las Mujeres la primera protesta masiva contra Trump al llegar a la Casa Blanca y una de derechos de la comunidad gay y transgénero, como así también la de su sindicato. «
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