Las últimas posiciones de organismos internacionales y estamentos locales llevan a confirmar la preocupación que más desvela por estos días al gobierno de Nicolás Maduro y a todo espacio chavista: la construcción sostenida de un escenario que promueva una intervención internacional, lo que podría derivar en una guerra civil de consecuencias nefastas. La propuesta patrocinada por EE UU de un corredor «humanitario» en el país, con la excusa de la crisis de alimentos, abriría la puerta a lo que dentro del Palacio de Miraflores se percibe como una posible y calculada «invasión».
Las imágenes de las calles inmersas en el caos coparon las páginas de los medios internacionales, con marchas en distintas ciudades que se realizaron el lunes y jueves y culminaron con saqueos y más muertes. Hasta ayer se hablaba de entre cinco y seis víctimas, caídas no por acción de la Guardia Nacional, sino por grupos paramilitares que operan infiltrados en las manifestaciones y que el gobierno asegura que son «pagados» por la oposición, mientras que el antichavismo afirma que responden a «órdenes» de Maduro.
«Esta campaña tiene como propósito colocar en el ámbito internacional la idea de que en Venezuela existen focos de inestabilidad, de que nos estamos matando. Pero es una presión de afuera hacia adentro, ya que adentro no lo pueden lograr», comenta a Tiempo una fuente muy cercana al gobierno bolivariano.
El viernes,el opositor Henrique Capriles confirmó esta estrategia al anunciar que presentará «acusaciones» a organismos internacionales. El gobernador del estado de Miranda, recientemente condenado a una inhabilitación de 15 años por irregularidades como jefe distrital acusación que rechaza y apelará apuntó al ministro del Interior, Néstor Reverol, de «comandar grupos paramilitares» en los disturbios del jueves en la localidad mirandina de Los Teques, donde hubo saqueos y destrozos ante la «inacción» de la Guardia Nacional.
Quien le respondió fue el alcalde, Francisco Garcés, al señalar que la violencia estuvo a cargo de «9 comandos de la oposición» y responsabilizó al gobernador. «Acá en Miranda debe haber una policía estadual que debe estar resguardando a nuestra gente y nuestra ciudad, pero es lamentable su inacción y complicidad con quienes ejecutan estas acciones violentas», aseveró.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, insistió estos días con que en el país se vive un «quiebre democrático» y «un atentado a la constitucionalidad». Almagro, habitual anfitrión de líderes opositores, acusó al gobierno en la misma sintonía: «El régimen tiene las manos manchadas de sangre». Lo dijo en un encuentro con el grupo Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) en Miami, Estados Unidos.
En ese país, el presidente Donald Trump analiza los pasos siguientes en su cruzada contra Venezuela, entre ellos aprovechar la pata antichavista generada en el Mercosur con el cambio de rumbo de la mayoría de los gobiernos regionales. De hecho, esta semana se divulgó que el estadounidense recibirá el 27 de este mes a Mauricio Macri en la Casa Blanca, y que el «caso Venezuela» será uno de los temas a tratar.
La estrategia de Maduro sigue siendo ganar tiempo, retomar el diálogo, y llegar sin mayores complicaciones a las elecciones regionales de gobernadores y alcaldes, postergadas para este año por invalidaciones de la autoridad electoral en algunos distritos. Se trata de uno de los principales reclamos opositores, que una vez avanzado el proceso, viraron su reclamo y ahora piden elecciones generales, que adelanten el fin del mandato de Maduro previsto para 2018. Es que esos comicios podrían demostrar que el chavismo aún mantiene caudal electoral. El propio Maduro se mostró optimista sobre ese punto: «Yo estoy ansioso porque se convoquen las elecciones para darles una pela (paliza) a esa gente», dijo.
La opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), en tanto, convocó a una nueva marcha para este miércoles, a la cual llamó «la madre de todas las movilizaciones». La anunciada masividad contrasta con un fin de semana de Pascuas que se anunciaba como agitado, pero que transcurrió con los centros urbanos despoblados y más de ocho millones de venezolanos ocupando destinos turísticos. «
En apoyo y contra la intervención
Personalidades de la política, la cultura y los DD HH, entre ellos el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, firmaron una carta pública de repudio al «intervencionismo de la OEA», en complicidad con países como Estados Unidos y Argentina.
«Los sectores de la derecha local y regional insisten en entrometerse usando burdas operaciones mediáticas, utilizando organizaciones financiadas desde EE UU para operar, calumniar, engañar y deformar la realidad respecto a Venezuela», dice el texto. «El mundo sabe que se intenta derrocar al gobierno de Venezuela para adueñarse de sus riquezas naturales, esclavizar la mano de obra y castigar su atrevimiento por querer ser un país fraterno, soberano y revolucionario», asegura. «Una y otra vez, el imperio y sus cómplices han intentado descarrilar el proyecto político y económico que la voluntad democrática del pueblo venezolano ha defendido en jornadas electorales ejemplares», insiste.
A su vez, pone énfasis en alertar «al mundo sobre la extrema gravedad que reviste el avance de los EE UU desde una posición abiertamente injerencista hacia la amenaza de una intervención directa de naturaleza militar.
La carta, a la que se puede adherir escribiendo a <[email protected]>, señala que «las instituciones democráticas del mundo exigen que se respeten los Diálogos de Paz que se desarrollan en Venezuela alentados por la Unasur y el Papa Francisco, con la participación del delegado del Vaticano y expresidentes, como instancia ejemplar para dirimir diferencias y garantizar la expresion de todas las voces.