Los conservadores de Theresa May ganaron las elecciones británicas de este jueves, según sondeos a pie de urna difundidos al cierre de los centros electorales, pero perdieron la mayoría absoluta que exigían para negociar el Brexit.
Según el sondeo que comparten los medios BBC, Sky e ITV, los conservadores lograron 314 diputados de los 650 (tenían 330), seguidos de los laboristas de Jeremy Corbyn, con 266 (229), el Partido Nacional Escocés 34 (56) y el Partido Liberal Demócrata 14 (9).
El recuento de los votos, que se prolongará toda la noche, cobra un interés que pocos podían esperar, a juzgar por los sondeos del miércoles, que daban una victoria holgada a los conservadores.
Si se confirman los resultados, May habría sufrido un revés considerable y se verá obligada a pactar para formar gobierno, o negociar acuerdos puntuales, cuando lo que pretendía, al adelantar las elecciones, era afrontar las negociaciones con la Unión Europea con un Parlamento dócil.
De confirmarse el sondeo, sería «un desastre para Theresa May. Su liderazgo será cuestionado y recibirá presiones para dimitir», dijo a la AFP Ian Begg, experto en política de la London School of Economics.
Adelantando las elecciones de 2020, «ha perdido su apuesta. Es incluso prematuro afirmar que seguirá de primera ministra», estimó Paula Surridge, de la Universidad de Bristol.
En contraste, el líder laborista Jeremy Corbyn, por el que nadie daba mucho, saldría muy reforzado mejorando los resultados de su predecesor Ed Miliband en 2015.
Otros grandes derrotados serían los independentistas escoceses, que pierden 22 diputados de 56 y ven considerablemente debilitada su aspiración a un segundo referéndum de independencia en breve.
May seguiría en la mejor posición para formar gobierno, pero las negociaciones podrían retrasar el inicio de las conversaciones de divorcio con Bruselas, previsto el 19 de junio.
El nuevo Parlamento se reunirá por primera vez el 13 de junio.
Unos 47 millones de británicos estaban llamados a elegir a los 650 diputados de la Cámara de los Comunes.
La campaña arrancó con una ventaja de 20 puntos de May en los sondeos, pero ésta se fue recortando con el transcurrir de las semanas. En las últimas encuestas justo antes de las elecciones, la ventaja de los conservadores oscilaba entre menos de 1 punto porcentual (Survation, 41,3%-40,4%) y 12 (ICM, 46%-34%) o 13 (BMG 46%-33%).
Los recortes presupuestarios en la policía tras seis años de austeridad conservadora, a la luz de tres atentados en tres meses, o la percepción de que los conservadores debilitarán el Estado del bienestar, dañaron la campaña de May.
La líder de 60 años no recibiría el gran apoyo que pretendía en sus primeras elecciones como candidata a primera ministra, después de que los diputados de su partido la nombrasen primera ministra tras la dimisión de David Cameron sin que ni siquiera los afiliados conservadores llegaran a votar.
May planteó las elecciones como un plebiscito entre ella, «sólida y estable», según su lema electoral, capacitada para plantar cara a una Unión Europea con sed de venganza, y un Corbyn que hasta hace poco era cuestionado incluso por sus diputados.
El líder laborista de 68 años resultó ser un adversario duro y correoso, y alejó los focos del Brexit para centrarlos en asuntos como la sanidad y la desigualdad.