En Brasil, la vuelta del PT al poder dependerá de la suerte de Lula en la Justicia. En la convulsionada Venezuela, Nicolás Maduro se juega la reelección, mientras que Andrés López Obrador podría por fin ganar en México.
La agenda 2018 trae elecciones presidenciales en Brasil, Venezuela, México, Colombia, Paraguay y Costa Rica, además del recambio de mandatario en Cuba; disputas que confirmarán si se consolida la hegemonía conservadora revitalizada en los últimos años o si se abre el camino a un eventual reimpulso de las fuerzas progresistas.
Las madres de todas las batallas
Los principales centros de gravedad serán sin duda Brasil y Venezuela. En el Gigante del Sur, Lula copa la escena como principal favorito según propios y extraños. Hasta el diario Folha de São Paulo vocero de la oligarquía paulista le da una intención de voto mayor al 35%. Unos 20 puntos debajo se ubica el militar retirado Jair Bolsonaro, otro símbolo del crecimiento de la ultraderecha mundial. El «Trump brasileño», aquel que en el impeachment a Dilma jurara por el coronel que la torturó en la dictadura, tiene en su acervo frases como «los negros no sirven ni para procrear», «sería incapaz de amar a un hijo homosexual» o «no te violo porque no lo merecés». Más atrás aparecen Marina Silva (REDE) y Geraldo Alckmin (PSDB). El partido de Michel Temer (PMDB) ni siquiera figura en la categoría «otros».
Mucho podría cambiar en la geopolítica latinoamericana si el PT vuelve a gobernar Brasil, la principal economía de la región. Para eso, Lula tendrá que sortear la ofensiva judicial: el Día D será el 24 de enero, cuando se ratifique o no la condena a nueve años por el caso Lava Jato. Todo indica que el futuro del exmandatario estará en prisión o en el Palacio de Planalto.
En Venezuela, después de reencauzarse la disputa política al terreno democrático, empieza a palpitarse lo que será otra elección clave para América Latina. Sin fecha confirmada (sería octubre pero se podría adelantar), el chavismo va por la reelección de Maduro, mientras la derecha atraviesa una etapa de agudo desconcierto, fracturada en cinco pedazos y huérfana de liderazgos potables.
El año 2017 estuvo marcado por la feroz ofensiva internacional diplomática y mediática contra el gobierno y el intento insurreccional opositor neutralizado con la Asamblea Constituyente. La recuperación del chavismo se ratificó en las elecciones regionales (consiguió 19 de las 23 gobernaciones) y municipales (ganó el 92% de las alcaldías). Pero si la revolución bolivariana recompuso fuerzas en el terreno político, su supervivencia se jugará en el plano económico: si el gobierno logra revertir su ineficacia frente a un sabotaje que hace más de cuatro años asfixia la cotidianeidad de la población.
México: ¿la tercera es la vencida?
El principal condimento de los comicios mexicanos del 1 de julio son las altas chances presidenciales de Andrés Manuel López Obrador. Luego de perder con serias denuncias de fraude en 2006 y 2012, va por la vencida. Por el peso económico del país y por ser la puerta de entrada al Norte, también el ajedrez político regional viviría una alteración importante si la centroizquierda gana tras décadas de neoliberalismo narco-criminal.
Su principal rival es José Antonio Meade, quien buscará la continuidad del PRI después de un nefasto sexenio de Enrique Peña Nieto. Tecnócrata de pura cepa, Meade fue funcionario público por más de 20 años y nunca compitió por cargos de elección popular. El tercero en discordia será Ricardo Anaya, aspirante por la extraña coalición entre el derechista PAN y el otrora centroizquierdista PRD.
El otro elemento significativo es la irrupción de los pueblos originarios en el terreno electoral. Impulsada por el Congreso Nacional Indígena y con apoyo del zapatismo, se abre paso la candidatura de la médica tradicional María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, una apuesta que oxigenó la vapuleada democracia mexicana.
Colombia: la paz también se juega en las urnas
Las presidenciales del 27 de mayo tendrán como telón de fondo la implementación de los acuerdos de paz, por lo que el principal vector del debate previo gira en torno a las posturas frente al posconflicto, en medio de un escenario de gran apatía.
Si bien aún falta cocinarse las alianzas definitivas, cinco candidatos encabezan los sondeos. La derecha dura estará representada por el uribista Iván Duque y por el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. También figuran con buena intención de voto el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro (centroizquierda) y el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo. Más atrás aparece Humberto de la Calle, jefe negociador de la paz en La Habana. Como novedad, estará el debut de las FARC convertida en partido político.
Colombia decidirá no sólo la conducción del país sino también la impronta que tome el fin del conflicto armado más largo en la historia continental. Y qué ocurra frente a otras urgencias como el recrudecimiento del paramilitarismo que dejó en 2017 más de 130 líderes sociales asesinados.
Otros escenarios electorales
«Cuando la Asamblea Nacional se constituya, habrá concluido mi segundo y último mandato al frente del gobierno y Cuba tendrá un nuevo presidente». Así anunciaba Raúl Castro que el próximo 19 de abril culminará el proceso electoral con la designación de un mandatario que, por primera vez en seis décadas, no llevará el apellido Castro. Se prevé que el elegido sea el actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel.
En Paraguay, la disputa del 22 de abril será entre el oficialista Partido Colorado, que presenta a Mario Abdo Benítez (hijo del exsecretario del dictador Alfredo Stroessner) y Efraín Alegre, de la alianza entre el Partido Liberal y el Frente Guasu, del exmandatario Fernando Lugo destituido con el golpe parlamentario de 2012.
El año electoral en la región arranca el 4 de febrero en Costa Rica. Tres de los 13 candidatos despuntan en medio de una gran apatía e indiferencia: Juan Diego Castro, un abogado famoso por sus reclamos de mano dura, y los dos representantes del viejo bipartidismo, Antonio Álvarez (Partido Liberación Nacional) y Rodolfo Piza (Partido Unidad Social Cristiana). Casi sin chances aparecen el gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC) y la izquierda del Frente Amplio.
Mientras el futuro de América Latina se disputa en diversos terrenos (la lucha en las calles seguirá siendo un factor clave), en el plano electoral se viene un año intenso que marcará la deriva política regional. «
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