El Partido por la Libertad (PVV) de Wilders logró 37 de los 150 escaños del Parlamento en los comicios generales. Sin embargo, los líderes de los otros tres principales partidos declararon que no formarían parte de una coalición con la extrema derecha.
El ultraderechista Partido por la Libertad (PVV) de Wilders logró 37 de los 150 escaños del Parlamento en los comicios generales del miércoles, más del doble de los que obtuvo en las elecciones de 2021, informó la autoridad electoral.
Sin embargo, esta victoria no le asegura el puesto de primer ministro a este polémico político, a veces tildado como el «Donald Trump neerlandés» por su cabellera rubia oxigenada y sus posturas contra a la inmigración.
Durante la campaña, los líderes de los otros tres principales partidos declararon que no formarían parte de una coalición liderada por el PVV luego de los comicios, que se anticiparon por la renuncia del primer ministro Mark Rutte tras 13 años en el poder.
«Hago un llamado a los partidos (…). Ahora tendremos que buscar acuerdos entre nosotros», afirmó Wilders anoche tras conocerse los resultados.
El PVV «ya no puede ser ignorado», insistió.
La alianza de izquierda y ecologista, encabezada por el socialdemócrata Frans Timmermans, líder del Partido del Trabajo (PvdA), obtuvo el segundo lugar con 25 escaños, ocho más con relación a 2021.
Por su lado, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), la agrupación de centroderecha de Rutte, se quedó con sólo 24 legisladores, diez menos que en el Parlamento saliente.
El Nuevo Contrato Social (NSC), fundado recientemente y dirigido por Pieter Omtzigt, conocido por sus posiciones antinmigrantes, obtuvo 20 escaños.
Omtzigt afirmó estar «disponible», pero advirtió que la negociación «no será fácil», informó la agencia de noticias AFP.
Tras las elecciones de 2021, Rutte tardó 271 días para lograr un acuerdo y formar un gobierno.
Los resultados de estas elecciones se anuncian complejas.
La victoria de Wilders, de 60 años, es un giro brusco hacia la extrema derecha que genera recelos en la Unión Europea (UE), ya que el PVV prometió realizar un referéndum sobre la permanencia de los Países Bajos en el bloque.
Los medios neerlandeses reaccionaron con estupefacción a la victoria de Wilders que la cadena de radiodifusión pública calificó como «monstruosa».
«Nadie se lo esperaba, ni el mismo vencedor», afirmó el diario Trouw.
Para el periódico NRC, esta es una «revuelta populista de derecha» que sacudirá la política neerlandesa «hasta sus cimientos».
El primer ministro nacionalista húngaro, Viktor Orban, abiertamente enfrentado a Bruselas, celebró la victoria de Wilders y afirmó que los «vientos de cambio» llegan a los Países Bajos. Lo mismo hizo la dirigente de extrema derecha francesa Marine Le Pen.
Timmermans rechazó cualquier coalición con Wilders. «Llegó el momento de defender la democracia», declaró.
Rutte pasó 13 años al mando del gobierno neerlandés y tuvo un papel preponderante en la escena internacional.
Rutte causó un gran conmoción en julio al anunciar la caída del gobierno, tras diferencias «irreconciliables» sobre la inmigración. Unos días después, anunció que abandona la política.
Posiciones islamofóbicas
Wilders forma parte del paisaje político de los Países Bajos desde hace años y adquirió notoriedad por su afición a la polémica.
Forjó su carrera con una cruzada contra lo que califica como una «invasión islámica» en Occidente.
No le desanimaron sus encontronazos con la justicia neerlandesa, que lo declaró culpable de insultar a los marroquíes -a quienes llamó «escoria» y se atrevió incluso a proponer un concurso de caricaturas sobre el profeta Mahoma.
De cara a estas elecciones, Wilders matizó sus discursos y afirmó que hay «problemas más graves» como el alza del costo de la vida y se mostró dispuesto a apartar sus opiniones sobre el islam para gobernar.
De todos modos, su partido sigue sosteniendo un tono xenófobo en su manifiesto y propone medidas como restablecer los controles fronterizos, detener y deportar a inmigrantes irregulares.
También aboga por la salida de demandantes de asilo sirios y por reintroducir permisos de trabajo para los trabajadores del bloque europeo.
En cuanto al islam, el manifiesto del partido dice que «Países Bajos no es un país islámico. Ni escuelas islámicas, ni Coranes, ni mezquitas» y defiende el lema «Primero los Países Bajos».
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