A poco más de un año de los ataques y asedio israelí en los territorios de Gaza, Cisjordania y, ahora, sur del Líbano, el ejército ocupante está tomando conciencia que ingresó en una guerra de desgaste. Resulta curioso que la quinta potencia bélica del planeta no haya logrado en ese lapso terminar con un grupo de “sediciosos armados” sitiados desde décadas y acorralados en Gaza.

Analistas de diversos medios de comunicación de Israel como Maariv, Haaretz o Yediot Aharonot coinciden con el ex jefe de la Inteligencia Militar Israelí Tamim Hayman que las fuerzas de ocupación se “enfrentan a una guerra sin fin que les llevará a un estrepitoso fracaso estratégico que destruirá su superioridad relativa”.

El canto de victoria de las tropas sionistas producido por los asesinatos de los principales líderes de Hezboláh y del Hamás se va silenciando al ritmo de las acciones de la resistencia palestina en el territorio y los ataques que desactivaron varias bases militares en Israel. Esta ocupación que lleva sistemáticamente ya 76 años ha sumergido al pueblo palestino en la pobreza extrema y en la crisis humanitaria más violenta y desgarradora de estos últimos tiempos. Pero también, la falta de criterio político de Benjamin Netanyahu y su ministro de finanzas Bezalel Shmotich están destruyendo la economía de Israel produciendo un enorme déficit que va aumentando en la medida que las acciones militares se expanden en la región.

El profesor Avi Ben-Bassat, de la Universidad Hebrea y ex director del Instituto de Finanzas, aseguró que “el presupuesto 2024 tiene un déficit del 6,6 %”. La cifra es muy grande para un país que presume ser el más estable del Oriente Medio. “El déficit es mayor si se incluyen las compensaciones a hogares y a las empresas por la guerra en Gaza” explicó. Si bien es cierto que los salarios se mantienen, el déficit presupuestario, la inflación y la importante reducción de las inversiones extranjeras llevarán a la economía israelí, más temprano que tarde, a una catástrofe irreparable y sin precedentes, augura.

Vale recordar que la situación económico financiera es muy parecida a de 1973 durante la Guerra de Yom Kipur: por entonces el gobierno de Golda Meir había elaborado cuatro planes para salir de esa crisis.  Sin embargo, hoy la sed desmesurada de sangre está llevando al régimen de Netanyahu a no pensar en el día después para rescatar su economía. No se conoce ni un solo borrador para, aunque sea, atemperar la situación crítica que se proyecta.

La ocupación en números

Los gastos de guerra israelí hasta la fecha tienen un costo de 88.400 millones de shékeles (23.500 millones de dólares), lo que implicó que a agosto pasado la caída de la moneda local en relación al dólar sea del 3,4%, considerada la peor caída a nivel mundial.  Y el déficit presupuestario debido a las diferentes intervenciones armadas en la región es de 2.350 millones U$S, según informó el diario The Time of Israel, aumentando de 8,3 % en 2023 a 8,5% del producto bruto interno en septiembre de este año.

Antes del 7 de octubre de 2023, el 15% del comercio internacional circulaba por la ruta del Mar Rojo y Canal de Suez. Unos 4,89 millones de toneladas métricas de distintos productos llegaban a los puertos de Israel, ahora solo 1,36, reduciéndose a un tercio las importaciones.  Los puertos de Haifa y Ashdod están fuertemente afectados y las autoridades portuarias anunciaron que la actividad comercial cayó en un 90%.  El puerto de Eliat, con un potencial de 10.000 millones de dólares se encuentra colapsado y el turismo como una fuente que aporta 4.900 millones de dólares está fuertemente dañada.

Según datos de fuentes económicas israelíes, en 2023 este país no tenía déficit. El economista y ex funcionario del Banco Central dice que a la fecha el déficit es del 8,1% y representa 41.800 millones de dólares. En enero de este año, apenas a dos meses del conflicto, las pérdidas se estimaron en 3 mil millones U$S.  La tozuda invasión de Israel al Líbano y la tensión con Irán sin dudas ejercerán una presión considerable sobre las finanzas del enclave israelí. 

Más de 46 mil empresas cerraron desde la invasión a Gaza como consecuencias del aislamiento global, anunció el diario israelí Maariv.  El dato lo reveló la empresa de información comercial COFACE BDI que proporcionó fundamentos para la gestión de riesgos de crédito durante 35 años y se dedicó al análisis y clasificación de todas las empresas e instituciones en la economía israelí. Se estima que antes que concluya el año serán 60.000 las empresas industriales que abandonen allí sus inversiones. El director ejecutivo de COFACE BDI, Yoel Amir, dijo a Maariv que el sector agrícola se vio perjudicado, pues en su mayoría está en las zonas de combate en el sur y norte, y sufre de falta de mano de obra ya que gran parte de ella es palestina y hoy el gobierno tiene vedado el ingreso de 140 mil trabajadores a territorio israelí.  “El daño es muy grande en todos los aspectos para la economía israelí” sentenció Amir.

Está claro que, en este contexto de guerra ampliada, donde Irán responde con misiles balísticos las agresiones, Hezboláh resiste en el sur del Líbano y los Hutíes de Yémen bloquean el paso de Bab el Mandeb (acceso al Mar Rojo) y atacan barcos comerciales, la prolongación de la guerra llevará al gobierno sionista a una derrota política-económica.

Sin una ayuda, como en 1973, de sus socios EEUU y Europa, la recuperación será casi imposible. Lo cierto es que la falta de plan para salir de este empantanamiento; el apoyo internacional al pueblo palestino de organizaciones universitarias, políticas y de derechos humanos como de la gran mayoría de los países del sur global, llevará a Israel a una derrota integral.

Las preguntas que resuenan son ¿hasta cuándo sus socios seguirán sosteniendo el régimen de Netanyahu? ¿Cuál es el beneficio económico y comercial, además de la venta de armas, que respalda la aventura supremacista y genocida? Las respuestas probablemente las sepamos cuando después del 5 de noviembre próximo los Estados Unidos tenga un nuevo presidente que tome la decisión junto a los líderes regionales de terminar con este episodio tristísimo de la humanidad y buscar sobre los cadáveres de más de 43 mil palestinos un nuevo orden mundial.