Las potencias ponen a punto su parafernalia guerrera como si el mundo estuviera, ya, a las puertas del cadalso. Algo más quieren decir, sin embargo, como si a los criminales juegos de hoy en Medio Oriente y Ucrania sólo les faltara un pequeño toque. Un retoque. En estas semanas, lo mejor de las flotas de superficie de Rusia y China se internaron en el mar, en las afueras de Taiwán, para iniciar unos ejercicios, los Interacción 2024, que erizaron la ya irritada piel de los generales del Pentágono. A la vez, Estados Unidos envió a lo mejor de su Guardia Costera a ojear si algo malo pasa en Alaska, su extremo noroeste, y por las dudas puso en alerta a sus escuadrones. En estos días China lanzó un “preciso y perfecto” misil intercontinental, la defensa estadounidense asignó nuevo presupuesto para la producción de drones y otros utensilios letales no tripulados y Rusia anunció que puso en vigencia unos preocupantes cambios a su doctrina nuclear.
Se mueve toda la maquinaria y a los dueños de la guerra y de la muerte no hay nada que les altere el perfecto ritmo de su pulso. A mediados de año, el almirante Samuel Paparo, jefe del Comando Indo-Pacífico estadounidense, había revelado la existencia de un plan llamado Hellscape para evitar una invasión china a Taiwán. “El plan es eficiente y real. Incluye el despliegue de medios aéreos y navales no tripulados, vehículos submarinos y de superficie para rodear la isla desde el estrecho de Taiwán como primera línea defensiva y bloquearlos (a los chinos) durante un mes. Eso quiero”. El léxico “yoísta” y la puesta en detalles de cómo libraría Estados Unidos esa guerra, hicieron pensar en un delirante. Pues no, el almirante Paparo dio la precisa. Este mes, Kathleen Hicks, la segunda del Pentágono, le puso nombre a la idea –Iniciativa Replicator– y dijo que AeroVironment –uno de los grandes contratistas del Estado– “ya está probando los primeros drones”.
Paralelamente, y sin tanta alharaca, China trabaja en el desarrollo de nuevos aviones con la idea fija de asegurarse la supremacía aérea global en el corto plazo. Recién ahora, justo en estos días de setiembre, se conocieron sus avances en la construcción del caza furtivo J-35, diseñado para operar desde portaaviones (en la jerga militar un avión furtivo, o invisible, es aquel capaz de ejecutar acciones sin ser detectado por los radares enemigos). Tendría otro punto a favor con respecto a su “hermano” norteamericano, el F-35: su costo menor y el uso de tecnología ya probada por el enemigo. Según Interesting Engineering, el J-35 marca un hito en la modernización de la aviación china. De acuerdo con analistas consultados por esa publicación especializada, se trata de un caza de quinta generación con ala plegable, lo que lo hace súper idóneo para operar desde portaaviones.
También data de mediados de año, de junio, como las revelaciones del Pentágono sobre el nacimiento del Hellscape, el anuncio formulado por Vladimir Putin acerca de la idea de revisar la doctrina nuclear rusa. Desde entonces, Putin y sus voceros militares han repetido que “los aliados occidentales –Estados Unidos y la OTAN– formulan amenazas constantes que hacen que la disuasión nuclear de Rusia deba ajustarse debido a elementos de tensión que se desarrollan a lo largo de nuestras extensas fronteras”. Las modificaciones de las normas propias en materia nuclear, que sólo pueden ser aprobadas por Putin, coinciden con el pedido planteado por Ucrania a sus mandantes –Estados Unidos y la OTAN– para que le autoricen el uso de armamento de precisión de largo alcance para atacar objetivos en el interior de Rusia, incluso en Moscú, y que Joe Biden y la UE tienen a estudio.
Todo parece preparado para honrar los instantes previos al apocalipsis, que es como decir las exequias del mundo. En sus alabanzas a la Iniciativa Replicator, Kathleen Hicks dijo que “estamos ante un nuevo proyecto de sistemas autónomos, drones y otros vehículos kamicaze manejados con inteligencia artificial, que liberan a nuestro personal de las tensiones que debe soportar en los instantes previos a una acción que lleva a la pérdida de la vida de muchas personas”. Por su parte, el Ministerio de Defensa de Pekin informó que China lanzó con éxito un misil balístico intercontinental que cargaba una ojiva simulada y cayó en el Pacífico, en el área marítima pronosticada. “Fue maravilloso, preciso, perfecto”, resumió la defensa china. Sin eufemismos, claro como el agua, Putin explicó a su gabinete de defensa que “la nueva situación permitirá responder con armas nucleares a Estados no nucleares que reciban apoyo de potencias nucleares”. En pocos días, todo quedó dicho.