El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, confirmó este miércoles que revocará la adhesión al Pacto Migratorio ratificado por su país en diciembre pasado ante la ONU durante la gestión de su antecesor, Michel Temer, y señaló que los extranjeros que ingresen al país deberán cantar el himno nacional y «respetar» la cultura local.
La decisión fue comunicada al Ministerio de Relaciones Exteriores, quien orientó al cuerpo diplomático a transmitirla a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), informó la estatal agencia Brasil.
El mandatario utilizó desde temprano su cuenta de Twitter para justificar la decisión a través de una serie de mensajes en los que subrayó que la iniciativa busca la preservación de los valores nacionales.
«Brasil es soberano para decidir si acepta o no migrantes», dijo el presidente.
«Quien venga aquí debe estar sujeto a nuestras leyes, reglas y costumbres, así como deberá cantar nuestro himno y respetar nuestra cultura. No cualquiera entra en nuestra casa, ni será cualquiera el que entre a Brasil vía pacto adoptado por terceros», escribió.
Al servicio de Estados Unidos
La argumentación alrededor de la soberanía y los valores nacionales va en línea con lo que defiende el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con quien Bolsonaro aspira a construir una sólida alianza.
Dos de los países que rechazaron adherir al pacto en la ONU fueron Estados Unidos e Israel, con los que el Gobierno de Bolsonaro busca estrechar lazos.
Además de Trump y Bolsonaro, son críticos del pacto los líderes políticos de Chile, Sebastián Piñera; Israel, Netanyahu; y Hungría, Viktor Orbán; y el viceprimer italiano, Matteo Salvini, entre otros.
Actualmente Brasil recibe miles de inmigrantes venezolanos desde la frontera de Roraima, en el extremo norte del gigante sudamericano, aunque los números sobre migraciones no son significativo: según la ONU, en 2017 la población extranjera representaba el 0.35% de la total y ocupa el puesto 180 según ese porcentaje, por lo que la incidencia real de esta medida pasa por el guiño a Estados Unidos y a su propio electorado, ya que según una encuesta de Ipsos, los brasileños creen que el 30% de la población es extranjera.
Bolsonaro aún no ha dejado claro cómo conducirá el tema en ese Estado ni si seguirá con las medidas adoptadas en la gestión de Temer, y por ahora la prensa local solo informó que equipo de técnicos del gobierno viajarán hacia allí la próxima semana para evaluar la situación.
Bolsonaro ya había expresado su idea de salir del Pacto Migratorio la misma semana en la que fue firmado, pero la decisión recién se oficializó ahora, con la notificación del Ministerio de Relaciones Exteriores a la ONU.
Al justificar la decisión, el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, aseguró que el país no puede «dejar las puertas totalmente abiertas para que quien quiera entre».
«No somos contrarios a los inmigrantes, pero para entrar en Brasil hace falta un criterio bastante riguroso. En caso contrario, en lo que dependan de mí, no entrarán», aseguró Bolsonaro en una declaración de diciembre, antes de asumir la Presidencia.
El líder ultraderechista cuestionó durante la campaña electoral otros pactos globales, entre ellos el Acuerdo de París contra el calentamiento global, y aunque llegó a prometer la salida de Brasil, ya en el poder parece haber reconsiderado su postura.
Al Pacto Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que establece orientaciones específicas para la recepción de inmigrantes preservando el respeto a los derechos humanos sin asociarlo a las nacionalidades, adhieren 181 de los 193 países que integran la ONU.