Foto: Guido Piotrkowski
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En Radio Reloj suena un lindo mix de bossa nova y salsa. Entre tema y tema, una locutora de voz espesa dice lo suyo. Cuenta minuciosamente los días, las horas y los millones de dólares que le cuesta a Cuba el bloqueo impuesto por Estados Unidos. La ruta está semi desierta y solo se ven unos pocos almendrones -los glamorosos autos antiguos que pueblan las calles cubanas-.

«Aquí pueden venir cuantas veces quieran y hacer todas las fotos que quieran», comenta el taxista, un mestizo corpulento, que conduce desde el aeropuerto hacia el que será hogar en La Habana por los próximos días, cuando nos detenemos en un semáforo frente a la Plaza de la Revolución. La plaza está muy iluminada, pero no hay un alma. El busto de José Martí, prócer de próceres, se alza blanco, impoluto, gigantesco, en el medio.

Al llegar al barrio de Centro Habana, el taxista se detiene frente a la casa, sobre una calle en penumbras. En vez de tocar timbre, llama por teléfono. Enfrente, dentro de un local de la Cooperativa de Panaderos, un hombre duerme profundamente con su cabeza calva apoyada sobre el escritorio.  Arriba, sobre la pared, cuelga un poster con una imagen de Fidel Castro y el texto “Revolución”. A su lado, un retrato de su hermano Raúl Castro. La luz está encendida y la puerta abierta. En la otra cuadra, todo a media luz, una nena anda en bicicleta y un nene aún correteadetrás.

La Habana acaba de cumplir quinientos años el pasado 15 de noviembre, y es la punta de lanza, la ciudad donde flamean los vientos del cambio en Cuba. La llegada de internet -a paso lento-, el deshielo de las relaciones con Estados Unidos y el recital de los Rolling Stones, son hitos que van marcando la transición en esta isla que parece haber quedado anclada en la mitad inicial del siglo pasado. Aunque ya ostente algunos finos trazos de capitalismo incipiente, sobre todo entre los más jóvenes, ávidos de las nuevas tecnologías y de dólares.

La Habana se paladea a paso lento, a los lugares se llega preguntando. Y luego de la pregunta, y la indicación como respuesta, vendrá una charla que puede extenderse por un buen rato, un largo diálogo que atravesará las figuras de Fidel, el Che, Maradona, Néstor y Cristina, Macri, Trump, Obama, el bloqueo, la revolución. En Cuba, toda charla es política.