En un escenario de auge del negacionismo en la región y del avance de las extremas derechas en el mundo, el pinochetismo en Chile parece resurgir con manifestaciones, marchas y posible participación en amenazas, entre ellas al propio presidente Gabriel Boric. A pocos días del 50° aniversario del golpe contra Salvador Allende, en que Boric promovió la firma de una carta de compromiso con «la democracia y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos», y se abrieron nuevas instancias de trabajo por la memoria y la reparación, el presidente denunció una nueva amenaza, ahora contra sus padres.
Boric mostró fotos de panfletos escritos a mano, con el dibujo de un ahorcado y la leyenda «comunista Boric, fuera del país» arrojados en la puerta de la casa de sus padres. «La madrugada de ayer un grupo de ultra derecha fue a tirar panfletos afuera de la casa de mis padres en Punta Arenas. Más allá de las amenazas personales de estos grupos que son cada vez más comunes, que lo hagan con mi familia cruza cualquier límite. No todo vale» tuiteó. «En cualquier caso les aseguro que no me amedrentan en lo más mínimo, y pueden tener la certeza de que estaré, junto con nuestro gobierno, firme trabajando por su Chile y su pueblo». Poco antes del aniversario, el pinochetismo ya se había mostrado en las calles en un acto realizado a metros del Palacio de la Moneda, sede del Gobierno de Chile, para reivindicar la dictadura de Augusto Pinochet.
Lejos de afianzar un camino hacia la búsqueda de verdad y justicia, la sociedad chilena más politizada transita un nivel de polarización cada vez más notorio, en que las viejas estructuras vuelven a tener lugar y amplificación. Según la analista chilena y fundadora de Latinobarómetro, Marta Lagos, el pinochetismo parece haber «salido del clóset». Para la investigadora, el triunfo electoral de la derecha en septiembre de 2022 en que se rechazó el proyecto de Constitución con el 62% «le dio el poder, la arrogancia y la base para hacer como si estuvieran gobernando», según señaló en una entrevista reciente a la agencia Télam. «La polarización no se produce porque el Gobierno defienda los derechos humanos. Si se revisan los programas televisión de cuando se cumplieron los 30 y 40 años, se dijo más o menos lo mismo. El problema es que por primera vez la derecha dice ‘bueno, ya me cansé, ahora tengo piso para decir lo que se me dé la gana’, cuando nunca lo habían dicho así», expuso.
Dirigentes como el consejero constitucional más votado, Luis Silva, miembro del Partido Republicano (PR) del excandidato presidencial José Antonio Kast, dijo meses atrás que Pinochet «fue un estadista», mientras que Javier Macaya, presidente del partido Unión Demócrata Independiente (UDI), fundado por Jaime Guzmán -ideólogo de la constitución de Pinochet- relativizó el golpe al señalar que tiene «diferentes interpretaciones».
Kast fue uno de los que rechazó firmar la carta de Boric. Por otro lado, medidas como la posible degradación, incluso postmortem, de excomandantes en jefe que hubieran participado del régimen militar, propuesta por la Fundación Memoria Histórica, reavivan los odios contra el gobierno actual y los representantes de organismos que reivindican los derechos humanos.
Las amenazas contra la famlia del presidente podrían tener que ver con estos procesos, aunque a lo largo de su presidencia se registraron otras agresiones por distintos motivos.
Según se publicó en Nodal, fuentes vinculadas a la seguridad presidencial afirman que «en los últimos dos años se han registrado cerca de 15 amenazas contra el mandatario, casi todas de motivación política y una baja verosimilitud , pero que no se puede precisar un perfil claro de los autores de intentos de amedrentamientos contra Boric». En febrero pasado, un grupo intentó quemar conocido «Árbol de Boric», símbolo de la campaña presidencial, y dejó consignas escritas contra el presidente. En 2021 un hombre con antecedentes penales le escribió por una plataforma del Gobierno donde aseguró con modo intimidante: «si sacan la ley (de Responsabilidad Parental y Pago Efectivo de Deudas de Pensiones de Alimentos) quemaría todo el país, comenzando por la casa de Boric y sus familiares».