Las principales diferencias entre las propuestas de ambos candidatos en Estados Unidos. Poco del mundo y todo contra China.
Contra la inflación acumulada de 20% en los años Biden, Harris desea mejorar la competencia mientras que Trump promete anular costosas regulaciones e imponer en 60% los productos que vienen de China, así como limitar la inmigración, que responsabiliza por la suba precios en alquileres, educación y salud; en asuntos fiscales; cuando Kamala planea aumentar el impuesto a las empresas y proteger a los empleados y funcionarios que se sindicalicen, Donald contesta con más bajas de impuestos para las empresas que se relocalicen en Estados Unidos en las áreas críticas que hacen a la estabilidad económica y la seguridad nacional; en temas inmigratorios, Harris asignará más agentes a la frontera sur al tiempo que propone “caminos de ciudadanía”, algo escueto y abstracto frente a las medidas concretas de Trump, que promete militarizar la frontera sur, realizar “la mayor expulsión de inmigrantes de la historia norteamericana”, impedir el ingreso de “comunistas extranjeros que odian a los cristianos” tanto como de “jidahistas y simpatizantes” así como restablecer la prohibición de visa para algunos países de mayoría musulmana; Kamala sostiene el estudio de las temáticas de racismo, género y sexualidad, asuntos que Donald desdeña por causa de adoctrinamiento, rechaza la teoría critica de la raza y defiende el derecho de rezar en las escuelas, todo en nombre de la “batalla cultural”; Harris defiende la diversidad sexual, Trump defiende la libertad religiosa; Kamala quiere restablecer el derecho a la IVE a nivel federal, Donald lo deja a nivel estadual; Harris defiende el voto por correo, Trump lo quiere prohibir; Kamala sueña con una gran coalición en apoyo de Ucrania contra Rusia, Trump promete restablecer la paz en Europa; ambos sostienen “el derecho de defensa” de Israel, quizás Harris con pena por Gaza, tal vez Trump con fruición, a menos que sea para los dos una mezcla de ambos; Respire: 290 palabras seguidas sin punto, se lo debía a Alejo Carpentier. Perdón.
Como vemos, es un debate interesante pero limitado. Poco del mundo y todo contra China, algo de medio ambiente y nada de América Latina –si no es represión a los inmigrantes- y para el resto está el Comando Sur. No problem. En cuanto a las elecciones, la participación electoral es baja para nuestros estándares, en general cerca del 50%. Sin embargo las elecciones presidenciales de 2020 llegaron al 66,3% y parece que de nuevo habrá cifras similares. Es un sistema de colegio electoral, amañanado, que está por el financiamiento de grupos de interés locales y extranjeros que bancan candidatos, ya sea a través de PACs (Comités de Acción Política), que deben publicar el nombre de los aportantes, o de Organizaciones No Gubernamentales, que pueden guardar el anonimato de los donantes, esa “dark money” según el instituto OpenSecrets. En ese website (recomendado) figura qué candidato recibe cuánta plata y de quién.
Así es como vemos que el republicano Ted Cruz (el texano ya conocido por los lectores de Tiempo), financia la campaña para lograr un tercer periodo en el Senado con 84 millones de dólares recaudados, ya gastó 75 y le queda poco menos de 10. Sobresalen las contribuciones individuales, así como las del AIPAC (Israel), además de fondos de pensiones, empresas constructoras, petroleras e inmobiliarias. Lo mismo sucede del lado demócrata, y Harris es alabada por conseguir 1500 millones de dólares mientras que Trump apenas supera los 1000 millones. Sin embargo, en una sociedad dividida que aun así ignora el concepto de lucha de clases, los ricos votan más que los pobres, empresas y naciones financian a los candidatos que los favorecen con campañas positivas y hunden a los adversarios que los perjudican con campañas negativas. Estados Unidos no es la democracia más fuerte del mundo, sino que tiene un sistema político acorde al poder económico más fuerte del mundo. Es la monetización de la política, propia de la sociedad de mercado. Las elecciones suelen ser reflejos de la situación real de un país. ¿Qué verá Estados Unidos en el espejo de sí mismo? Como sea, la noche del 5 al 6 de noviembre observaremos cómo los estados norteamericanos comenzarán a resaltarse en azul o en rojo, a la manera de una erupción volcánica en una noche cuyo amanecer es incierto.
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