El Comité Noruego envió una fuerte señal en un momento en que las guerras en Europa y Medio Oriente parecen a punto de una escalada nuclear.
Nihon Hidankyo, una confederación de organizaciones de supervivientes de los bombardeos estadounidenses de 1945, los llamados «hibakusha», recibe este premio por sus esfuerzos «para lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar a través del testimonio de sus testigos que las armas nucleares nunca deben volver a usarse«, declaró el presidente del comité, Jorgen Watne Frydnes.
La confederación fue creada en agosto de 1956 por 800 superviventes de los bombardeos, en recuerdo de los aproximadamente 120.000 muertos y otros cientos de miles de afectados por ambos ataques, y con la intención de trasladar un mensaje a generaciones futuras» contra el uso de las armas nucleares, representado por el símbolo de la organización, un orizuru, una grulla de papel rodeada de una elipse que representan paz y armonía.
Con este galardón, el Comité Noruego de Nobel quiere recordar también «la presión cada vez mayor» que atraviesa hoy en día el ‘tabú nuclear’, la norma internacional que declara el uso de armas nucleares como «moralmente inaceptable».
«Las potencias nucleares están modernizando y mejorando sus arsenales», recordó Frydnes. «Nuevos países parecen estar preparándose para adquirir armas nucleares y están lanzando amenazas de utilizarlas en guerras de hoy en día. En este momento de la historia de la humanidad, vale la pena recordar qué son las armas nucleares: las armas más destructivas que el mundo haya visto jamás», manifesto.
Frente a esta presión, los integrantes de la confederación «están inspirando y educando a personas de todo el mundo» para preservar este «tabú nuclear», una condición innegociable «para el futuro pacífico para la humanidad».
Hace exactamente 50 años, cabe recordar, el ex primer ministro nipón Eisaku Sato recibió el Nobel de la Paz por su defensa inquebrantable de los Tres Principios Antinucleares que han marcado la doctrina del país contra las armas atómicas desde los bombardeos.
En su primera reacción a la recepción del galardón, la asociación equiparó la catástrofe actual en la Franja de Gaza, asolada por la respuesta de Israel a la masacre perpetrada el 7 de octubre por las milicias palestinas, con las consecuencias de los bombardeos nucleares norteamericanos.
«En Gaza están abrazando a niños empapados en sangre. Tras la guerra, muchos niños quedaron huérfanos por las bombas atómicas, el mismo sufrimiento que el de los niños de Gaza», declaró el copresidente de la organización, Toshiyuki Mimaki, durante una rueda de prensa en el municipiode Hiroshima donde recibió la noticia del galardón como «un sueño hecho realidad».
Mimaki pidió «un gran esfuerzo» a la comunidad internacional para que «afine su habilidades» a la hora de conseguir la eliminación de las armas nucleares, un instrumento de guerra «que debe ser abolido por completo», recoge el diario ‘Asahi Shimbun’.
El primer ministro de Japón, Shigeru Ishida, que recibió la noticia del premio en Laos, durante la inauguración de la cumbre de líderes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), puso en valor «lo extremadamente significativo» que resulta el galardón de este año para una organización que lleva «tanto tiempo luchando para abolir las armas nucleares».
En su explicación sobre el galardón, el Comité noruego indica que de este modo “desea honrar a todos los sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki quienes, a pesar del sufrimiento físico y los recuerdos dolorosos, han elegido usar su costosa experiencia para cultivar la esperanza y el compromiso por la paz. Nos ayudan a describir lo indescriptible, a pensar lo impensable y a comprender de alguna manera el dolor y el sufrimiento incomprensibles que causan las armas nucleares”.
Este Premio, que no siempre fue a las manos que más respetaron la paz en el mundo -lo obtuvo Barack Obama en 2009 y Henry Kissinger en 1973- si suele dar señales de cómo interpretan la realidad circundante. Como cuando en 1980 se lo entregó al argentino Adolfo Pérez Esquivel o en 1936 a otro argentino, Carlos Saavedra Lamas, que siendo canciller había logrado que se pusiera fin a la guerra entre Paraguay y Bolivia por el petróleo del Chaco. Ahora quiere evidentemente alertar por el riesgo de una escalada en las guerra tanto en Ucrania como en Medio Oriente que lleve a un holocausto nuclear. Aunque en ningún momento condena las matanzas de aquel lejano 1945 ni a sus ejecutores estadounidenses.
alg con Europa Press
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