El próximo 1° de enero veremos desfilar por la explanada del Palacio del Planalto al próximo presidente de Brasil, que por decisión de más de 57 millones de electores será Jair Messías Bolsonaro. Al atardecer de ayer con el total de las urnas escrutadas, se conoció que el 55,14% de los votos válidos positivos fueron para el ex militar, mientras que su contrincante Fernando Haddad (PT) recibió el 44,86%. El candidato del ex presidente Luis Inácio “Lula” da Silva, logró en un mes y medio cosechar más de 47 millones de adhesiones en el balotaje pero no fueron suficientes. La polarización que se vivió en la campaña y que llegó a grados de violencia de relevancia, no parece hablar de la totalidad de la población brasileña. Un tercio de los electores prefirieron votar en blanco o anular su voto (11 millones entre ambas categorías), mientras que las abstenciones superaron una vez más los 30 millones de electores. En uno de los mensajes pronunciados la noche de la victoria, Bolsonaro dijo que su gobierno va a “quebrar paradigmas”. Sin embargo, toda su campaña vislumbra un programa liberal de derecha en lo económico, conservador en lo político, y algunos ribetes macartistas.
Liberales de derecha
Bolsonaro no ofreció conferencia de prensa luego del triunfo, pero envió un mensaje por los famosos “lives” que publica en su canal de YouTube, luego dejó ingresar una cámara de televisión a su casa. Allí se definió como “el defensor de las libertades” y enumeró la “libertad de emprender, libertad política y la religiosa”. Pero no olvidó lo económico: “El gobierno debe crear condiciones para que todos crezcan. Eso significa que el estado federal dará un paso atrás, reduciendo su estructura y la burocracia” y dijo que se garantizará el “respeto y defensa” del derecho a la propiedad privada. “Quebraremos el círculo vicioso del crecimiento de la deuda, sustituyéndolo por el circulo virtuoso de menores déficits, deuda decreciente e intereses más bajos”. También lanzó un guiño para las administraciones subnacionales, quizás con miras a ampliar su base de apoyo en el Congreso donde no tiene mayoría pese al crecimiento exponencial de su bloque parlamentario: “Los recursos federales irán del estado central a los municipios, necesitamos más Brasil y menos Brasilia”.
Otra receta que Bolsonaro mencionó y que resuena en la memoria reciente de los argentinos es la que indica que “el déficit primario necesita ser eliminado lo más rápido posible y convertido en superávit”. Paulo Guedes, el economista liberal de la Escuela de Chicago que ocupará la cartera de Hacienda, declaró en el mismo sentido luego de la victoria: “El programa económico tiene varios bloques. Vamos a anunciar la apertura gradual de la economía, el ataque al déficit fiscal”. Para “control del gasto público” dijo que era necesario atacar el principal gran ítem que es la reforma previsional, en segundo lugar los intereses buscará saldar “acelerando las privatizaciones”. Guedes también dio pistas sobre cuáles podrían ser las alianzas a nivel internacional y qué socios serán desestimados: “La Argentina y el Mercosur no son prioridad”. Finalmente dijo que pretende impulsar una reforma del estado donde habrá que reducir “privilegios y desperdicios”. El diálogo con los periodistas terminó cuando alguien le apunta que su Uber había llegado.
Conservadores en lo político
Antes de leer para la televisión su “discurso de la victoria” como él mismo lo llamó, le dio la palabra al senador y pastor evangélico Magno Pereira Malta, quien dijo que el resultado electoral en realidad fue la decisión de Dios de “ungir a Jair Bolsonaro”, que es un “cristiano verdadero, un patriota”. La mística religiosa estuvo sintetizada a lo largo de la campaña electoral en la consigna “Brasil arriba de todo, dios arriba de todos”. El ex capitán del ejército ayer habló de su futura presidencia como una “misión de Dios”. El maridaje entre las Fuerzas Armadas y religión nada novedoso para la región. Ninguna pretensión de estado laico enredado en mensajes apartidistas: “Hago de ustedes mis testigos de que este gobierno será un defensor de la Constitución, la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra vana de un hombre, sino un juramento a Dios”. También la defensa de la institución familiar y de los niños en las escuelas fue uno de los pilares de su discurso de campaña, además de su crítica a la legalización del aborto. Posiciones que le sumaron apoyos más que restarle. Eso se evidenció en el crecimiento que tuvo en las encuestas luego de la primera movilización que instaló la consigna Ele Nao (Él no).
Macartismos locales y de otras tierras
La retórica de Guerra Fría que se escuchó en la campaña presidencial trazó una línea divisoria entre ellos y nosotros. Ellos, los rojos, el populismo. Nosotros, Brasil, la patria. Ayer por la noche, conocido el resultado del balotaje, afuera del condominio donde vive Bolsonaro, a unos pocos metros del mar, sus seguidores cantaban “a nossa bandera jamáis será vermelha. Adentro del departamento, el político y pastor Malta inició su televisada plegaria de ojos cerrados y con la premisa de que “los tentáculos de la izquierda jamás serán arrancados sin la mano de Dios”. No son discursos que caigan en el vacío. Bolsonaro se encargó de repetirlos una y otra vez, y una semana atrás mostró una de sus versiones más cruda, cuando dijo iba a impulsar una “limpieza profunda” de los “marginales rojos”. Como graficó una de sus seguidoras, fuera de la escuela donde votó el líder: “Nos sentimos como si todos los días fueran 7 de septiembre, como si todos los días festejáramos el día de la independencia, todos con los colores de la patria”.
En uno de sus tres mensajes luego de conocido los resultados dijo que recibió una llamada telefónica de felicitaciones de parte del mandatario estadounidense, Donald Trump. «Me deseó buena suerte el presidente de Estados Unidos», dijo Bolsonaro. Hoy el mandatario estadounidense publicó un mensaje a través de sus redes sociales: “Tuve una muy buena conversación con el recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ganó su carrera por un margen sustancial. Acordamos que Brasil y los Estados Unidos trabajarán estrechamente en el comercio, el ejército y todo lo demás. Excelente llamada, le deseó felicitaciones!”. El interés de Trump en Brasil no es nuevo, desde que asumió como presidente envió al vicepresidente Mike Pence y al secretario de Defensa James Mattis para buscar adhesiones en contra del gobierno venezolano así como también para “advertir” al gobierno de Michel Temer que los vínculos comerciales con países como China no son bien vistos por el país del norte.
También algunos líderes europeos no se limitaron a enviar sus felicitaciones, sino que se mostraron entusiasmados con la victoria de Bolsonaro. La ultraderechista francesa Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, expresó en Tweeter: “Los brasileños acaban de sancionar la corrupción generalizada y el aterrador crimen que floreció bajo los gobiernos de extrema izquierda. Buena suerte al nuevo presidente Bolsonaro que tendrá que reparar la situación económica, de seguridad y democrática muy comprometida de Brasil”. Otro discurso que deposita esperanzas en Bolsonaro para embanderarlo contra expresiones que ellos tildan de izquierda o populistas, llegó en italiano. Desde el día en que apuñalaron al ex militar en la localidad de Juiz de Fora, el derechista de La Liga y viceprimer ministro de Italia, Matteo Salvini, publicó diversos tweets con mensajes entusiastas y algunos pedidos. “Incluso en Brasile los ciudadanos han enviado a casa la izquierda! Buen trabajo para el presidente Bolsonaro, la amistad entre nuestros pueblos y nuestros gobiernos será aún más fuerte!!!”, y reiteró por tercera vez en dos meses, su pedido de extradición de Cesare Battiste, que integró el grupo Proletarios Armados para el Comunismo, acusado de cometer atentados durante los Años de Plomo en Italia y hoy vive en Brasil.
Si en lo económico las recetas liberales ya fueron testeadas, si la doctrina castrense adosada al misticismo religioso no es una novedad, si el macartismo data del siglo pasado ¿Qué paradigmas se propone romper Bolsonaro? Ellos cierran los ojos, se toman las manos, y rezan. Los que queden por fuera deberán reagrupar y armar su estrategia para resistir.