Las esperanzas de los pueblos del subcontinente reciben un fuerte espaldarazo, una oportunidad.
La pregunta para todos los que apostamos a transformar esta Latinoamérica profundamente desigual, es si la amplia alianza antifascista que agrupa desde la izquierda radical, el PT y amplios sectores progresistas, ecologistas y feministas, hasta el centro neoliberal referenciado en la fuerza política de Alckmin, será capaz de neutralizar la cultura extrema generada en estos años de mandato bolsonarista, que impregna en gran parte de la sociedad. Otro de los interrogantes es que el heterogéneo frente victorioso podrá desarrollar un programa de gobierno que permita superar la actual crisis. Pero más aún, la profunda desigualdad estructural que sufre la sociedad brasileña en términos históricos.
Otro desafío del tercer gobierno de Lula en un Brasil dividido entre la moderación de izquierda progresista y el neofacismo, será no sólo ser un dique de contención de la versión neofascista vernácula, el bolsonarismo, sino poder retomar el proyecto inicial del PT y profundizarlo en una articulación fluida con los movimientos sociales, fortaleciendo las espaldas y las decisiones gubernamentales, en camino de un Brasil más justo e igualitario. En esa dirección el Movimiento de los Sin Tierra, el Movimiento de Mujeres y los trabajadores, tanto urbanos como rurales, tendrán que formar parte del bloque que no sólo enfrente a la reacción de los grandes lobbies y de la triada económica, mediática y judicial, que intentará un desgaste sistemático del nuevo gobierno.
Se da en un escenario a escala global donde prevalece un estado de situación generado por la maquinaria capitalista contemporánea de producción, comunicación y consolidación subjetiva que imprime la dinámica propia de la nueva derecha, caracterizada por el individualismo extremo, cuasi fóbico a lo social que genera transformaciones no deseadas en la subjetividad del común. En una suerte de extrañamiento genérico, esa alienación contemporánea genera una subjetividad lábil que denosta paradójicamente a los excluidos, a los perdedores de la globalización excluyente, basada más en el consumismo que en una identidad ligada al progreso social, a la vida comunitaria, en una exacerbación extrema de la competencia y del sálvese quien pueda.
A pesar de ello, las esperanzas de los pueblos del subcontinente reciben un fuerte espaldarazo, una nueva oportunidad, no sólo para los pobres y demócratas del Brasil sino para todos los que en nuestra América mestiza aspiramos a un futuro de igualdad, justicia y unidad.
Hay varios temas claves que se debatirán esta semana, entre ellos la posibilidad de rechazar…
El equipo de Costas venció 3-1 a Cruzeiro en Paraguay y ganó la Copa Sudamericana,…
Un diputado de Massa presentó un proyecto para suspender las PASO. Las dudas que se…
La reconocida actriz protagoniza La madre, la creación del francés Florian Zeller que cuenta con…
De niño salía a la cancha con el equipo de 1966. En 1988 lideró a…
El flamante disco Nueva York, 1974 revive una histórica presentación en el teatro Town Hall…
La banda de culto de los '90 lanzó Rack, su primer álbum de estudio en…
es una de las periodistas deportivas más admiradas de la Argentina. Hoy en su mesa…
Las propuestas más atractivas de música, cine, teatro, streaming y mucho más.
El salto de los precios fue descomunal en los primeros meses del año, mientras que…
En una semana, Xi Jinping inauguró el puerto de Chancay en Perú, participó del G20…
La expresidenta estuvo en la Universidad Nacional de Rosario. Cuestionó al gobierno de Milei. "No…