La Universidad Torcuato Di Tella y el German Institute of Global and AreaStudies, de Alemania, con el apoyo de la revista Nueva Sociedad, sometieron a debate el estado de “la democracia” en América latina, en la búsqueda de respuestas preventivas al duro cuestionamiento a “la democracia” que arrojan las rebeliones sociales que conmueven al continente. Como le dijo Alberto Fernández a Dolina: “Son protestas progresistas contra gobiernos derechistas”.
Josep Stitglitz resume el desgaste democrático con una ecuación simple en un reciente artículo. A mayor economía neoliberal menores derechos sociales, felicidad humana y democracia (El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia). El New York Time lo llama “La era de la desigualdad”… bien.
Los primeros síntomas aparecieron en 1989 en Venezuela donde el Caracazo arrasó con 40 años de democracia pactada con EE.UU.Un Informe de 1991 publicado por la ONUDI advertía que había señales de agotamiento en los sistemas políticos de varias sociedades latinoamericanas.
El tiempo pasó y el daño se extendió a Europa mediante la peste de los diversos neofascismos. Pero en América latina el latido brotó de las profundidades de sociedades agotadas por saqueo a sus salarios, sistemas de salud, seguridad urbana y educación. El agotamiento mutó en hastío y éste en la sucesión de rebeliones conocidas. Y nada asusta más a una clase dominante que un pueblo despierto desafiando la dominación. El Seminario del German Institute en Buenos Aires es una de las respuestas teóricas a ese síndrome político.
El nuevo ánimo en las Fuerzas Armadas latinoamericanas, excepto las de Venezuela, después del saludo de Trump al atrevimiento militarista del General Williams Kaliman contra Evo Morales, se manifestó en los ejércitos de Uruguay, Chile, Ecuador, Colombia y Brasil. En estospaísesalgún general habló de sacar las tropas a las calles para calmar las revueltas.
El periodista Fernando Rosso registró en izquierdaadiario.com el comunicado de los jefes militares chilenos quienes dijeron: «Los Soldados, Marinos y Aviadores se sienten orgullosos de la confianza depositada por los chilenos a través de la historia, y están comprometidos con su seguridad y bienestar, en cumplimiento de nuestra misión de defenderlos y servir a la Patria… «. Identificaron la revuelta con un cáncer similar al de 1973 que ellos deben extirpar como cirujanos marcados por el destino. En Brasil, el general Augusto Heleno Ribeiro Pereira y el diputado Eduardo Bolsonaro avisaron por la prensa que si la revuelta de Chile aparece en las calles de Brasil la enfrentarán con el ejército.
A pesar de esta sostenida tendencia de época, los académicos del Seminario en la Di Tella se conformaron con mezclar los problemas de cada democracia local como si fueran trapos sucios de la misma especie que deben lavados con el mismo detergente. Ignorando que no existe un solo tipo de democracia y menos una que sirva de paradigma universal. Esta actitud intelectual recuerda la actitud mojigata del canciller inglés Neville Chamberlain ante Hitler en 1939 o las respuestas nihilistas y nietzchianas de una parte de la intelectualidad en la década del 30, que el escritor OswaldSpenglerllamó desesperado“La Decadencia de Occidente”.
Como otros intelectuales frágiles se aferraron a la democracia occidental y cristiana sin cuestionar las causas económico-sociales de su decadencia ante el avance nazifascista.
Hoy no es igual. Pero tiende a parecerse. Al German Institute of Global and AreaStudies sólo se le ocurre que: “El contexto mundial demanda la construcción política de alternativas novedosas basadas en principios de solidaridad positiva que logren superar la parálisis y el agotamiento de los espacios e instituciones de gobernanza global y regional”. Y los promotores de la Di Tella agregan: “Consideramos que el contexto de las elecciones presidenciales en Bolivia, Argentina y Uruguay, las demandas sociales y políticas acompañadas por manifestaciones de violencia en Ecuador y Chile y el impase político-institucional en Venezuela, representan una oportunidad para compartir reflexiones y estrechar puentes de diálogo entre actores, asesores y académicos de América Latina y Europa acerca de los claroscuros de la democracia contemporánea”.
Sin embargo, la vida de la democracia dice otras cosas en Latinoamérica. La encuesta masiva a 20.000 personas sobre el estado de la democracia (Latinobarómetro, 2018) en la región, le da la razón a Stitglitz y otros autores como el historiador chileno Salazar Vergara: la ecuación mortal de la democracia nace en el neoliberalismo. Las revueltas son uno de sus síntomas temporales.
Esa encuesta Latinobarómetro muestra queal 28% le da lo mismo un sistema democrático que otro autoritario. Menos Venezuela. Allí el 75% de la gente vive la democracia como un bien social desde 1958. Y no lo diferencian de su gobierno actual. Eso no sirvió de mucho. Fue identificado al gobierno golpista de Añez en Bolivia. El castigo será el mismo, como si fueran iguales: ambos fueron prohibidos en la Asunción de Alberto Fernández en Argentina.