Sebastián Salgado es periodista y cuenta desde el Donbass la guerra en Ucrania desde un ángulo no transitado por los medios masivos. Docente en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, corresponsal del canal Hispan TV, de la televisión pública iraní, Salgado está volviendo luego de varias semanas en Lugansk y Donetsk, donde palpó las vivencias de un conflicto que ya cumplió seis meses desde el inicio de las operaciones rusas. Al regreso, esta semana, comenzará a editar un video, mientras tanto, se lo puede seguir en Twitter o en la web que dirige.
“La situación es grave en Donetsk, en Lugansk ya no hay tropas ucranianas y se ve cierto reinicio de las actividades sociales, cierto optimismo de lo que puede pasar ahí a pesar de que Ucrania sigue bombardeando sobre todo con los misiles Himars”, adelanta a Tiempo.
-¿Cómo es ese reinicio?
-Empezó la reconstrucción en todos los sentidos. Mucha gente cree que esto empezó en febrero, pero fueron ocho años de ataques ucranianos contra la población civil. Ellos organizaron algo su defensa pero tienen 15 mil muertos. Entre las cosas que me tocó vivir una de las más fuertes es que empezaron las exhumaciones de los cuerpos que las familias enterraron en muchos casos en los patios de sus casas. Imaginate que a vos te bombardean y muere un familiar. No podés ir al cementerio a enterrarlo. La mayoría de la gente, el laburante, digo, sigue viviendo en los edificios de la etapa soviética, es decir construidos hasta el año 90. Son estructuras con grandes plazas en el medio y usaron esos espacios para enterrar a los familiares. Cada familia sabe exactamente dónde enterró a su gente y ahora es el momento, después de ocho años. Son momentos tremendos. Vi a una madre indicando dónde había enterrado a su hija: exhumaron el cuerpo, estaba donde la mujer dijo, lo llevaron a hacer las pericias de ADN, porque más allá de que la mujer diga “es mi hija”, hay un protocolo con cada uno de los cuerpos. Les dan prioridad a los civiles y hay cementerios específicamente para víctimas de los bombardeos de los cuales un porcentaje importante, diría un 30%, todavía no tiene nombre. No hay coincidencia entre la gente que busca a una persona y el cuerpo que encuentran. Muchas tumbas todavía no se sabe de quiénes son. También hay una reconstrucción del tejido económico. Lugansk tiene importantes yacimientos de carbón, y aparentemente es de muy buena calidad. Ese es parte del impulso económico de Lugansk. Después el pequeño comerciante está volviendo a empezar. Hay cosas impactantes, vos ves ciudades destruidas y de pronto un tipo abre un cafecito. Se dan las dos cosas. La capital, Lugansk, resistió la invasión ucraniana, solamente la periferia está bombardeada, pero en el resto de las ciudades pequeñas algunas directamente desaparecieron. Popasnaya es una. Ni siquiera hay proyectos de reconstrucción porque sería mucho más complicado terminar de demoler para volver a construir. Se hace mucho más simple construir una ciudad al lado. Y están hablando de un referéndum en septiembre para sumarse a la Federación Rusa.
-Decías que en Donetsk es diferente.
-Una parte importante de Donetsk está ocupado por ejército ucraniano, la ciudad misma es bombardeada todos los días. Se calcula que hay por lo menos 5 civiles muertos por día por bombardeos que hacen de manera aleatoria. Hay toque de queda a las 9 de la noche. La gente evita estar a la intemperie. También hay bombardeos quirúrgicos. Está el caso de “Kursa”, una teniente coronel que había sido parte de la policía de Donetsk en la etapa ucraniana y luego se pasó del lado ruso. Ucrania la consideraba una traidora y estaban obsesionados con matarla. Conocía el territorio, a la gente y tenía un batallón a cargo. El 3 de agosto la mataron con un misil. Cuando estaban haciendo el velorio, bombardearon el lugar donde se hacía la ceremonia. Como parte de su estrategia militar, Kiev cerró una compuerta de un dique que está sobre el río Donets que alimenta al dique que junta el agua para esta ciudad. Eso pasó hace varios meses y ahora el dique está al 5% de su capacidad. Queda un charquito en el fondo, yo estuve esta semana. Además, están bombardeando la planta potabilizadora y la planta distribuidora. Hasta la semana pasada la ciudad tenía agua a unas horas determinadas, hace cuatro días que no hay una gota.
-¿Cómo se arreglan?
-Yo alquilo un departamentito, la dueña me llamó y me trajo agua que no es potable para tirar en el baño. No me baño hace cinco días. Para beber hay que comprar agua mineral. Es una estrategia militar fuerte. La salida podría ser atacar la represa que cerró las compuertas, pero es complicado porque se puede romper o los mismos ucranianos pueden dinamitarlo, con lo que esto implica. Ucrania usa esa estrategia cuando retrocede: dinamitan puentes, como ocurrió con los principales accesos de Lugansk y Donetsk. Ahora hay que dar unas vueltas enormes, solo hay unos puentecitos flotantes que pone el ejército y además todas las rutas están con agujeros tremendos.
-¿Cómo es la moral en esa zona?
-Yo la veo altísima. Con lo que están viviendo, nadie se achica. Tienen un temple muy especial porque generaciones anteriores vivieron este tipo de situaciones. Algunos padecieron la guerra civil de la Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial, otros la invasión nazi y Gran Guerra Patria como se llamó a la Segunda Guerra Mundial, otros la Guerra Fría y a esta generación le tocó esta. Ellos lo ven como diferentes caras del fascismo y en ese sentido la gente está muy unida. A nadie se le ocurre ir a quejarse al gobierno porque no sale agua de la canilla. Saben que están peleando por la libertad misma, porque no reconocen al gobierno que EE UU impuso en Kiev desde el año 2014. Y sienten que si aceptaran eso, no estarían a la altura de todo el sacrificio que hicieron las generaciones anteriores. Pero puede haber casos de jóvenes que no quieren ir al frente. También hay que entenderlo eso. No todos tienen la misma vocación y algunos jóvenes le esquivan a los reclutamientos que se hacen en el centro. Lo viví con un chico de 18 años, estudiante de periodismo, que me traducía al principio. Estábamos por el centro y pasaron unas camionetas locales, no del ejército ruso, reclutando a los hombres jóvenes que andaban danto vueltas. Y él buscaba ocultarse. No me gusta romantizarlo, me preguntás por la moral y yo digo que es alta pero eso no significa que sea algo homogéneo en la que no hay diferentes criterios. Debe haber pibes que están en el frente porque les tocó y están de acuerdo y hay otros que hacen lo que pueden por no estar. «
Piazzolla y los bombardeos
Fui a entrevistar a la directora de la orquesta sinfónica de Lugansk, que está compuesta por mujeres y hombres de más de 60 años porque los jóvenes están en el frente. Me contaba que durante estos ocho años por ahí tenían fecha para tocar en un pueblito del interior y cuando llegaban hacía tres días que estaban bombardeando. Pero nadie de la orquesta dejaba de ir. Entendían la importancia que tiene para la gente que la orquesta vaya a tocar. Otra vez llegaron a un lugar donde tenían que tocar en la plaza y estaban en medio del bombardeo. No había nadie, pero bajaron los instrumentos y comenzaron a tocar. Dice que la gente se fue acercando porque, definitivamente, sí vale la pena arriesgar la vida por disfrutar un momento. Al saber que había un periodista argentino, pararon el ensayo y sin decirme nada empezaron a tocar Libertango de Piazzolla. Para mí. Imaginate la fibra que me movió de ver que esa gente en esa situación tuviera ese detalle. También está el reconocimiento por los que tratamos de hacer un aporte desde la comunicación con un matiz diferente al de las agencias internacionales. No te das una idea de cómo lo valoran acá.