El presidente Jair Bolsonaro anunció que Estados Unidos podría tener una base militar en Brasil, y sostuvo que su gobierno deberá ejercer una «supremacía» en Sudamérica.
En una entrevista emitida el jueves por el canal SBT, Bolsonaro también dijo que espera sanciones económicas o de algún tipo del mundo árabe y musulmán en general a raíz del apoyo explícito que le dará a Israel.
El nuevo presidente de Brasil Jair Bolsonaro, admitió por primera vez que EEUU -país al que pretende visitar en marzo y a cuyo presidente, Donald Trump, dice admirar-, podría tener una base militar en su país, que posee el mayor ejército de Sudamérica.
«La cuestión física (de una base) puede ser simbólica, hoy en día el poder de las fuerzas armadas estadounidenses, chinas y soviéticas (sic) está por todo el mundo, independientemente de una base. Ahora, según lo que ocurra en el mundo, quién sabe qué podemos discutir (sobre) esa cuestión en el futuro», dijo el ex capitán del Ejército.
En ese sentido, destacó que Trump es «el hombre más poderoso del mundo» y que una visita a Washington para marzo fue conversada el primer día de su gobierno con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.
Bolsonaro alentó el fantasma de tensiones con la vecina Venezuela, sobre todo luego de los ejercicios militares realizados en noviembre por la Fuerza Aérea de Rusia en acuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro.
«Esta maniobra militar estaba prevista en Venezuela, pero sabemos cuál es la intención del gobierno de Maduro, de la dictadura de Maduro. Brasil tiene que tener preocupación con eso, porque nuestras Fuerzas Armadas fueron abandonadas por temas políticos en los últimos 25 años», dijo.
Insistió que las Fuerzas Armadas de Brasil son «el último obstáculo para la implementación del socialismo», una frase que remite a los motivos por los cuales fue derrocado en 1964 por un golpe militar el presidente constitucional Joao Goulart, tras lo cual hubo una dictadura hasta 1985.
El dirigente de la extrema derecha, defensor de la tortura y del régimen de facto brasileño, dijo que en Venezuela el fallecido presidente Hugo Chávez «quebró a las Fuerzas Armadas durante su gobierno corrompiendo y sobornando».
Según Bolsonaro, la ex presidenta Dilma Rousseff intentó «hacer lo mismo» en el marco de la Unión Sudamericana de Naciones, para crear una academia de defensa en Brasil «para adoctrinar a los coroneles».
«Nuestra aproximación con EEUU es económica y puede ser bélica. No queremos tener superpoder en Sudamérica pero tenemos que tener la supremacía», sostuvo Bolsonaro en la primera entrevista como presidente.
Su canciller, Ernesto Araújo, asumió con un discurso en el que repudia «el globalismo», en alusión al multilateralismo, elogiando a Trump y a los «nuevos gobiernos de Italia, Polonia y Hungría».
El presidente aprovechó la entrevista para explicar su política de alineamiento con EEUU e Israel, al punto que el premier israelí, Benjamín Netanyahu, se transformó en una suerte de gran aliado con una visita de seis días a Brasil, la primera de un gobernante de su país.
Confirmó que la embajada en Tel Aviv se mudará a Jerusalén, siguiendo a EEUU, Australia y Guatemala, decisión que fue repudiada por la Liga Arabe y la Autoridad Nacional Palestina.
Y dejó abierta la posibilidad de recibir represalias por esta acción. «Gran parte del mundo árabe está alineado o se está alineando con Estados Unidos. La cuestión palestina ya está saturando y los que se manifestaron más en contra mía fueron los de Irán», dijo.